El interés por hacer testamento tras la pandemia afloja en la segunda mitad de 2022
Se otorgaron 133 legados al día de media, un 6% menos que en el primer semestre

Firma de un testamento en un despacho de notarios. / R. C.
El coronavirus movió los marcos de la relación de los gallegos con la muerte. La incertidumbre derivada de la pandemia sobre el devenir personal estimuló el interés de los ciudadanos por dejar arreglados sus asuntos. Los documentos vinculados a reflejar las últimas voluntades proliferaron tras el COVID. Si el testamento vital, que establece previsiones médicas, incluso la eutanasia, por si llega el caso en que la persona interesada no pueda expresarlas por sí misma, notó una expansión tras la irrupción del virus, lo propio ocurrió con los testamentos de siempre, los destinados a proteger a los descendientes y a estipular el reparto de los bienes entre herederos. Y en esa mayor preocupación los gallegos no estaban solos: la cifra de legados se disparó en todo el Estado.
No obstante, durante el segundo semestre del año pasado ese interés amainó. Los datos aportados por el Colegio Notarial de Galicia reflejan que el número de testamentos otorgados de julio a diciembre se redujo en torno a un 7 por ciento con respecto al mismo período del año anterior, al pasar de 26.173 a 24.347 documentos, y un 6% respecto al primer semestre. Aun así, la cifra supone más de 130 testamentos al día de media y supera el dato semestral prepandemia.
Pese a ese freno, el balance global sitúa a 2022 en un puesto destacado en el ranking desde 2019: con 50.313, es el segundo año de los últimos analizados en que más últimas voluntades se han redactado, a un ritmo de 138 por día. Los legados otorgados suponen un 3,5% más que antes del COVID y el descenso puede ser solo de carácter puntual.

testamentos W / Hugo Barreiro
Miedo e incertidumbre
Lo que sí se afianzó tras el COVID fue el ascenso de estos trámites. El miedo por la pandemia disparó los testamentos en Galicia en el segundo semestre de 2020, tras la desescalada, cuando los ciudadanos tuvieron vía libre para moverse sin restricciones. Entre julio y diciembre de ese año 28.577 gallegos quisieron dejar constancia de quiénes serían sus herederos. Pese a ese arreón sin comparación en ningún segundo semestre de los últimos ejercicios, el encierro provocó que el año se cerrase con poco más de 46.400 documentos otorgados, una cifra inferior al previo.
Esa preocupación por formalizar ante notario las últimas voluntades, una inquietud que no afecta en exclusiva al colectivo de los mayores y que se va anticipando, se notó sobre todo un año después, en 2021, cuando en Galicia las estadísticas notariales contabilizaron hasta un total de 51.667 nuevos testamentos, un 11 por ciento más que en 2020.
Tendencia general
En España se produjo el mismo fenómeno. Cuando el Consejo General del Notariado, que recoge en su página las “ventajas” de hacer testamento, hizo números, subrayó el aumento del 14,6% en 2021 con respecto a 2020, como “la mayor subida interanual” de la serie desde que comenzó a realizarse un seguimiento en 2007.
Entonces argumentaba en un comunicado que “el incremento de la incertidumbre sobre el futuro, el aumento de la mortalidad y, en definitiva, la creciente preocupación de los ciudadanos por la posibilidad de un fallecimiento repentino provocado por los efectos de la pandemia ha podido motivar a muchos de estos a dejar todos sus asuntos resueltos en materia sucesoria”. Es un análisis que comparten los notarios gallegos, cuyo decano, José María Graíño, aludía en 2021, en la misma línea, a cómo la “vulnerabilidad” tras la crisis sanitaria provocó “un cambio de mentalidad”. La pandemia también espoleó a los gallegos a otorgar más poderes preventivos: se duplicaron en dos años. De forma paralela, en el registro gallego de instrucciones previas los testamentos vitales subieron un 57% desde 2019.
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