La jornada continua avanza a 3 de cada 4 colegios pese al recelo de progenitores

Expertos sostienen que mejora la conciliación o el rendimiento, pero sugieren adaptarse a cada contexto | Los padres instan a poner en el centro al alumnado y no al profesorado

Escolares del CEIP de Seixo, en Marín, en el patio del colegio.

Escolares del CEIP de Seixo, en Marín, en el patio del colegio. / Gustavo Santos

Carmen Villar

Carmen Villar

En noviembre de 2020, bajo la amenaza del COVID, padres de distintos centros educativos de Vigo con jornada partida solicitaron pasarse a la continua para minimizar los riesgos de contagio en las entradas y salidas de los niños, que se duplicaban con sesiones por la mañana y por la tarde. Es un ejemplo de cómo la pandemia aceleró la implantación de ese modelo y “probablemente” lo seguirá haciendo durante los próximos años. Esa es una de las conclusiones de un estudio de ESADE difundido hace un año y cuyos autores avisaban contra el avance de lo que ven un modelo social y educativo “regresivo” que, sin embargo, es el predominante en la comunidad gallega.

El debate sobre las potencialidades bondades e inconvenientes de concentrar la formación lectiva en período matinal o mantener un horario dividido entre mañana y tarde sigue vigente, pero, mientras tanto, la realidad sigue escorando hacia la jornada concentrada. En Galicia, si ya antes de que el coronavirus dinamitara cualquier guion, en el curso 2019-2020, la jornada continua acaparaba el grueso de la oferta al condicionar la vida de alumnos, docentes y familias de siete de cada diez centros, dos años después esa proporción es del 74,1% y son 724 colegios los que se configuran así, según informa la Consellería de Educación con datos de 2021-22.

Román Rodríguez, ayer, en la apertura del Congreso de Competencias profesionais docentes. |   // X. ÁLVAREZ

Román Rodríguez, ayer, en la apertura del Congreso de Competencias profesionais docentes. / Xoán Álvarez

Una opción más generalizada en la pública

Ese reparto, que cada vez relega más a los centros con clases por la mañana y por la tarde –en dos cursos, la alternativa perdió 34 colegios– se agudiza en la pública: en estos momentos tienen jornada continua ocho de cada diez de estos centros y solo aguantan 147 con turnos partidos. Además, en tres casos la solución es mixta, que combina el horario seguido de mañana el de tarde algún día a la semana.

Más allá de las cifras: ¿qué implicaciones tiene una u otra opción? “A nosotros lo que nos gustaría es que el sistema educativo se enfocase en el alumno, no en el profesor, y lo que dicen los estudios es que la jornada continua es peor para el alumnado, que saca peores resultados, y hay más problemas de convivencia”. Así lo señala Rogelio Carballo, presidente de Confapa Galicia, para quien “lo que hace mejor la jornada continua es la vida del profesorado, no la del alumno”. El alumnado “es el último en el que se piensa”, reprocha. Además, Carballo considera que con ese sistema se “favorece” a quienes tienen más recursos y pueden apuntarse a clases particulares o a actividades extraescolares.

Para Carballo, quien, en todo caso, insta a “reflexionar” sobre la intensidad de los horarios que hacen los niños en los colegios, el que cada vez se extienda más el modelo de jornada continua implica que “algo se está haciendo mal”, ya que “no puede ser igual un colegio rural en Galicia que uno en Valencia, pero todo el mecanismo administrativo va orientado en la misma dirección”, avisa.

“Para Ceapa (la organización estatal), la cuestión constituye “una preocupación de primer nivel”, admite Carballo, quien explica que no se trata de “continua o partida porque sí, sino que cada caso será particular y considerando lo mejor para el alumnado”, recalca.

La visión de los pedagogos

José Carlos Otero, licenciado en Pedagogía y miembro de la junta directiva de APEGA (Asociación Profesional de Pedagogos/as y Psicopedagogos/as de Galicia), concede que la distribución de los tiempos educativos es uno de los factores “más determinantes en el rendimiento académico” del alumnado. A su juicio, el que los centros que implantan la jornada continua no quieran volver al sistema anterior demuestra que la comunidad educativa la “prefiere” por “un mejor aprovechamiento y rendimiento del tiempo escolar, por tener más opciones para buscar la formación integral participando en otras actividades complementarias –deportivas, artísticas, culturales...– y, sobre todo, por mejorar la conciliación familiar”.

Otero aduce criterios sociopedagógicos que “aconsejan” la jornada continuada, entre ellos, “un mayor rendimiento intelectual” por la mañana, “evitar interrupciones largas que generen desconexión o que el alumno dispone de más tiempo para consolidar conocimientos y para disfrutar con los vecinos. No obstante, hay peros: en zonas rurales, señala, puede tener “inconvenientes” si no disponen del abanico suficiente de oferta complementaria o cuestiones vinculadas al transporte, que debería ser, reivindica, “suficiente”. Por ello, al igual que Carballo, defiende que “el tipo de jornada debería ser un instrumento flexible y adaptado a cada contexto” y siempre en función de las recomendaciones profesionales de la educación. Las cuestiones sociolaborales implicadas, señala, le competen a otras instituciones.

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¿Cómo debe ser el docente de mañana, de hoy mismo? Es el tema que aborda el Congreso de Competencias Profesionales Docentes en Santiago, un foro en el que la Xunta trasladó a los profesores asistentes, en torno a un millar, además de representantes de otras comunidades para intercambiar experiencias, que el conocimiento digital, la igualdad, la educación emocional, la inclusión y las competencias laborales constituyen los principales ejes del nuevo modelo de destrezas que prepara para el colectivo. Tal y como explicó el conselleiro de Educación, Román Rodríguez, ayer, durante la inauguración, “ser un buen profesor hoy exige unas cualidades, competencias, habilidades y destrezas diferentes al que considerábamos un buen profesor hace 15 años”. La sociedad, alega, ha cambiado y también los requerimientos de los sectores productivos en los que los alumnos trabajarán y eso condiciona el rol del profesorado e incide en la formación que recibe, tanto en la inicial como en la continua, y ambas, subrayó, deben estar “alineadas”. Se trata, incidió, en diseñar unas competencias “de acuerdo a las necesidades de este momento”, adelantándose también a las que se precisarán en el futuro. Para el conselleiro, ha sido el trabajo docente desempeñado a lo largo de todos estos cursos el que ha propiciado un “notable salto” en los indicadores que miden la salud del sistema educativo y que ha llevado a Galicia a una senda de “dinámica muy positiva de mejora”. Defendió que hay que “mantener” ese nivel y seguir siendo un sistema educativo de calidad y que es referencia en España y en Europa”.

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