Enseñanza rural: sombras que enturbian el verde

Una encuesta a 600 familias refleja menos opciones formativas y barreras de transporte, conectividad y actividades extraescolares

Escuela unitaria rural de Romai, en Portas.

Escuela unitaria rural de Romai, en Portas. / Gustavo Santos

Carmen Villar

Carmen Villar

El rural se vacía y Galicia va escorándose cada vez con más intensidad hacia el lado oeste de la AP-9, el urbano. La semana pasada, el presidente de la comunidad gallega, Alfonso Rueda, y su homólogo asturiano, Adrián Barbón, unían fuerzas para intentar que la UE abra la definición de qué se entiende por despoblación y de esa forma facilitar el acceso a fondos adicionales para ambas autonomías que redunden en mayores beneficios fiscales, más estímulos para la implantación de empresas, más ayudas y más proyectos en estas áreas. En suma, más oportunidades.

Desde el Consello Económico e Social de Galicia también ponen el foco en esa parte del territorio que languidece, la que más acusa el declive demográfico, y entre sus recomendaciones destaca el mantenimiento de los recursos educativos, con la advertencia de que no cabe menguarlos si se pretende atraer a familias más jóvenes.

Pero, ¿qué ocurre con las familias con niños que ya residen en el rural gallego? ¿Acceden a la educación en las mismas condiciones que las de las ciudades? Para la Confederación Anpas Galegas, tienen los mismos derechos y oportunidades, pero entienden que para garantizarlo hace falta un plan específico para la escuela rural, que dos de cada tres familias consideran además como bastante o muy necesario. Para elaborar un diagnóstico de la situación, la entidad, que incluye las federaciones de anpas de Vigo, Cangas, Condado-Paradanta y Louriña, Redondela o Val Miñor, Santiago o Ferrolterra, entre otras, planteó grupos de trabajo con progenitores y varios foros con expertos y realizó una encuesta entre 640 familias.

Diagnóstico general

De las reuniones con padres, en especial de la provincia de Lugo, salieron vario pros de la enseñanza rural, como por ejemplo una “mayor atención” al alumnado” por las menores ratios y la proximidad con el entorno natural, que da facilidades para adquirir conciencia medioambiental. En contraposición, el listado de lo que falla, los puntos “negativos” y los problemas, es más largo: desde un abanico más restringido de optativas o de especialistas a una menor atención a las necesidades especiales, pasando por dificultades de acceso a formación alternativa –deportiva, de música, de academia....–, la brecha digital o las limitaciones de transporte o de actividades extraescolares, en parte por los desplazamientos.

Por lo que respecta a la encuesta telemática, realizada en 2021, la Confederación concede que la muestra, en la que destacan por su participación hogares de Cangas, Sober (Lugo), Vedra (A Coruña) y Santiago, no garantiza la representatividad estadística de los resultados, pero sí permiten, sostienen, una aproximación al punto de vista de las familias.

Brecha digital

Según el informe, una de cada cinco familias carece de impresora y de tableta en casa y un 6% no tiene ordenador. Lo más usual, cuando lo hay, es disponer de uno por casa, al margen de cuántas personas deban compartirlo. Además, aunque casi en todas las viviendas buscan la manera de conectarse a internet –en casi una de cada diez la solución a la que recurren es tirar del móvil con datos–, la conexión funciona en casi la mitad de los hogares regular, mal o muy mal.

Atención a la diversidad

Los centros rurales cuentan sobre todo con orientadores, pero un 70 por ciento dispone de uno de estos educadores a tiempo parcial. Para un tercio de las familias la presencia en el centro de profesionales para la atención del alumnado con necesidades educativas especiales no basta. Además, casi una de cada cinco respuestas apunta que las instalaciones no están adaptadas a estos estudiantes.

  • Diagnóstico de la enseñanza rural

    La Confederación Anpas Galegas, que incluye familias de Vigo, Cangas o Val Miñor, urge a un plan específico para la escuela rural.

  • Las limitaciones de la escuela rural

    Una encuesta revela un limitado acceso a una formación alternativa y actividaes extraescolares y una demanda de más FP.

  • La brecha digital que la pandemia reveló

    Aunque casi todos los hogares buscan la forma de conectarse, en prácticamente la mitad de los casos la conexión es regular o mala.

Actividades extraescolares

En el colegio del rural hay actividades extraescolares: lo indica el 88% de las familias. En la mayor parte de los casos se ocupan las anpas. Eso sí: suelen ser por la tarde y, cuando acaban, solo hay transporte escolar para una cuarta parte de encuestados. De hecho, en los centros donde no existen, una razón es justo esa, que falta transporte, como alega un 28% de las familias. Hay que tener en cuenta que, si bien la mayoría del alumnado que utiliza transporte escolar tarda como mucho media hora en llegar al colegio, un 13,3% precisa más tiempo. Preguntadas las familias que no llevan a sus hijos por qué no lo hacen, alegan falta de interés (42%), falta de transporte al finalizar (26%) y el gasto que suponen (8,5%).

Oferta formativa

Si en los grupos de trabajo salió a relucir que la menor optatividad afecta a los cursos superiores de la ESO por los bajas ratios y condiciona que haya profesorado especialista en infantil, música, educación física o inglés, fuera del aula la oferta de actividades formativas y culturales se ve también afectada. “Llama la atención”, sostiene el informe, los porcentaje de quienes no tienen acceso a idiomas (22%), actividades deportivas federadas (23%), TIC (42%) o técnicas de estudio (50%).

En la encuesta se preguntó expresamente por la oferta formativa en FP y uno de cada tres indica que no hay la posibilidad de estudiar módulos vinculados a las características de su territorio a una distancia máxima de una hora en autobús. La práctica totalidad consideran bastante o muy necesario implementar o elevar la oferta de este tipo de estudios.

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