Récord de muertes en Galicia: rozan las 35.000, un 25% más que hace veinte años

El sistema de vigilancia registra 3.350 decesos más que los esperables en 2022, el doble del año de irrupción del COVID | Pandemia, envejecimiento y temperaturas, tras los datos

Personas en el cementerio de San Amaro, A Coruña.

Personas en el cementerio de San Amaro, A Coruña. / CARLOS PARDELLAS

Carmen Villar

Carmen Villar

En 1975, en los albores de la Transición en España, la edad media de los gallegos era de 35 años. A estas alturas del siglo XXI Galicia ha “envejecido” hasta casi rozar los 48. Entonces, solo un 12 por ciento de los vecinos de la comunidad había soplado ya 65 velas; ahora, en cambio, uno de cada cuatro está jubilado o ha iniciado la cuenta atrás para hacerlo. Galicia envejece y, aunque sus habitantes no pueden quejarse de la esperanza de vida que les toca, comparativamente hablando, porque han ganado más de diez años en ese intervalo de tiempo, la comunidad va sumando cada vez más decesos. Hasta el punto de que ha cerrado 2022 con el número de defunciones más elevada que recoge el Instituto Nacional de Estadística (INE) al menos desde 1960.

Según el INE, durante el pasado año Galicia restó 34.927 habitantes a su censo por defunciones, cerca de un 25% más que dos décadas atrás. Es una cifra con carácter de “estimación” y responde a la posibilidad de ofrecer datos rápidos sobre el número de defunciones ocurridos cada semana –en este caso la 52ª del año– a partir de las inscripciones registradas en los Registros Civiles informatizados. De confirmarse en el recuento definitivo, esas defunciones convierten a 2022 en el año más negro en Galicia.

Además, confirma la tendencia al incremento de los fallecimientos: si 2022 anota la mayor pérdida de vidas de la serie, los años que le preceden desde 2015, con la única excepción del último prepandemia, 2019, van relevándose en el podio de los que cierran con más lutos. 

Al factor del progresivo envejecimiento de la población, que confluye en un incremento de decesos, se suman, no obstante, otros que pueden engrosar esas cifras. En España existe un sistema, el MoMo, que permite una monitorización de la mortalidad diaria por todas las causas y cuyo objetivo, como explica el Gobierno central en sus informes, es “identificar las desviaciones de mortalidad diaria observada con respecto a la esperada según las series históricas de mortalidad”. De esa forma además, prosigue, “permite estimar de forma indirecta el impacto de cualquier evento de importancia en salud pública”, como puede ser el coronavirus.

El año pasado, Galicia registró un exceso de mortalidad que se concretó en 3.350 fallecimientos, según el informe más reciente disponible en la versión digital de la herramienta del Instituto de Salud Carlos III. El dato es el más elevado desde 2015, la última referencia a la que permite retrotraerse la aplicación, y además supera, con mucho, el exceso de mortalidad registrado durante el primer año de pandemia (un 136% más), cuando fallecieron 1.416 personas más de lo esperable en función de los promedios de años previos, e incluso del segundo (es casi el doble de las 1.702 contabilizadas entonces).

Según el MoMo, el año pasado 356 personas murieron por las temperaturas

Esa tendencia al alza se constataba ya en los nueve primeros meses de 2022, cuando la comparativa en el MoMo entre los períodos correspondientes de uno y otro ejercicio revelaban que el exceso de mortalidad acumulada era ya un 65% superior al del segundo año del COVID y eso sin incluir todavía ninguno de los meses de invierno y los problemas de afecciones respiratorias asociados. Entonces, expertos consultados por este diario apuntaron a una conjunción de factores, todos ellos desfavorables, empezando por el coronavirus, bien por afectación directa o empeoramiento de otras patologías, pero barajando también la posibilidad de problemas diagnósticos o asistenciales y la temperatura.

Precisamente el MoMo nació en 2004 enmarcado en el “Plan de acciones preventivas contra los efectos de las temperaturas excesivas” impulsado por el Ministerio de Sanidad “para reducir el impacto sobre la salud” de la población a consecuencia del exceso de temperatura. No se trata tanto de que alguien pueda fallecer por un golpe de calor, por ejemplo, aunque también, sino en que condiciones extremas (de hecho, ahora se analiza esa variable por exceso o por defecto) pueden descompensar patologías crónicas.

En concreto, desde el 1 de enero de 2020, el MoMo ha identificado en Galicia un exceso de 6.468 defunciones por todas las causas, de las que 802 son atribuibles a la temperatura. El dato concreto de 2022 es de 356 fallecidos extra por esta razón, solo superado por los 417 de 2017. Los balances climatológicos confirman que 2022 fue el año más cálido en España desde 1961 y 2017 le precedió en ese podio.

El incremento registrado en Galicia en el exceso de mortandad no es exclusivo de la comunidad. Tomando como referencia los datos del boletín publicado el 28 de diciembre por el Instituto Carlos III, un poco inferiores al dato final anual, los mayores aumentos, en comparación con el año precedente, se dieron en Aragón, Canarias, Navarra, Castilla y León o Asturias. En el conjunto del Estado, esas muertes por encima de las esperables superaron en 2022 las 33.124. Son un 13% superiores a las de 2021, pero casi la mitad que en 2020.

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