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jesús sueiro | Portavoz de agamfec

El alivio del COVID rebaja un mes las bajas médicas, que vuelven a cifras prepandemia

Galicia es la segunda comunidad con la duración media más larga de las incapacidades temporales después de Extremadura: 63 días. El envejecimiento prolonga las dolencias

Varias personas esperan a ser atendidos por un médico en un centro de salud de Pontevedra. | // R. VÁZQUEZ

La Organización Mundial de la Salud (OMS) debatirá estos días si el COVID-19 continúa siendo una “emergencia global” o rebaja su categoría de alerta respecto a los últimos tres años y en España, el fin del uso de la mascarilla en el transporte público se producirá el 8 de febrero. Ambas medidas ilustran el alivio experimentado respecto al impacto del coronavirus SARS-CoV-2, que pierde fuerza gracias a las medidas de control y, sobre todo, a la vacunación. Eso ha afectado a la duración de las bajas médicas en Galicia, reduciendo hasta un mes estas ausencias laborales hasta situarse en los 63 días de media, cifra casi calcada a la de 2019, el año previo a la pandemia.

A comienzos de 2021, los contagios, las cuarentenas y el efecto de la pandemia sobre la salud mental tras un confinamiento de tres meses en el arranque del año previo dispararon la duración de las incapacidades temporales, es decir, de las enfermedades que impedían a los trabajadores acudir a sus puestos. El aumento del tiempo de absentismo justificado se disparó un 40% hasta alcanzar una media de 88 días, prácticamente tres meses.

A las dolencias físicas se unió una epidemia de problemas de salud mental, derivados tanto de las consecuencias del confinamiento como de la incertidumbre laboral de miles de trabajadores, que desconocían cómo acabarían sus Ertes (expedientes de regulación de empleo temporal) y si perderían sus puestos al concluir estos.

Sin embargo, ahora las cifras han vuelto a los niveles previos al COVID, con 63,5 días de media, según los últimos datos disponibles del Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, correspondientes al período de enero a noviembre del año pasado.

Las incapacidades han aumentado en este período, pero registran duraciones más cortas, es decir, responden a problemas puntuales y no de largo plazo. Por cada mil trabajadores bajo el paraguas de la Seguridad Social en Galicia, 62 están de baja, una prevalencia que en 2021 fue de 59, en 2020 de 50 y en 2019 de 47.

Los datos globales marcan un récord desde 2019, a pesar de que los registros del año pasado todavía no incluyen las cifras de diciembre. En esos once meses, las bajas totales tramitadas en Galicia de trabajadores por cuenta ajena alcanzaron las 90.753, de las que 34.531 corresponden a Pontevedra, 36.160 a A Coruña, 10659 a Ourense y 9.403 a Lugo.

En 2021 sumaron 76.014 expedientes, por los 70.743 de 2020, año de irrupción de la pandemia, y los 67.631 de 2019.

En este punto, destacan las diferencias entre los trabajadores por cuenta ajena y los autónomos, cuya tasa de incapacidades temporales resulta mucho menor –prevalencia de 18 por cada 1.000 trabajadores protegidos–, aunque la duración media resulta casi triplica la de los primeros.

Los autónomos rechazan las bajas, pero cuando tienen que estar sin trabajar se trata por motivos serios, pues se ausentan una media de 186 jornadas de su actividad.

El envejecimiento poblacional en Galicia influye también en esta cuestión, pues la comunidad presenta un tasa de trabajadores que supera los 55 años del 22,1%, dos puntos por encima de la media, según la última Encuesta de Población Activa. A mayor edad, más problemas de salud crónicos, como artrosis o tendinitis, que alargan las convalecencias.

Jesús Sueiro, portavoz de Agamfec 


“Hay mayores que extienden demasiado la vida laboral”


La duración de las bajas médicas en Galicia ha vuelto “a la normalidad”, es decir, a unas cifras similares al período previo a la pandemia, pero la comunidad sigue siendo la segunda autonomía con mayor duración. Jesús Sueiro. portavoz de la Asociación Galega de Medicina Familiar e Comunitaria (Agamfec), vincula este dato al envejecimiento. “Hay mucha gente, de sectores como el campo o la hostelería, que llega a edades avanzadas, a los 65 o 66 años y no se jubila porque dice que carece del tiempo cotizado suficiente y quiere tener una pensión mejor. Están prolongando su vida laboral a unas edades poco normales y, lógicamente, no te recuperas igual de una enfermedad con 25 años que con 66, 67 o 68”, expone este médico de familia.

Sueiro recuerda que las edades influyen también en el tipo de dolencias. A mayor edad, resultan más habituales “procesos largos asociados enfermedades crónicas”, como la artrosis, frente a cuadros agudos como un traumatismo, “que genera una baja corta”. “Tener muchos trabajadores que superan los 50 años, por ejemplo, causa que un problema puntual de una tendinitis ya se convierta en algo crónico de larga duración”, ilustra.

Para remediarlo, destaca la necesidad de agilizar las listas e espera hospitalaria, especialmente en traumatología y unidades del dolor. “Si una persona tiene ciática y hay que pedirle una resonancia para tratarlo mejor y esta tarda tres meses, la baja durará más. Si se puede hacer la prueba en 15 días, se acorta ese plazo y se cura antes. Nadie quiere estar de baja”, resume.

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