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Sueldos bajos y precio de la vivienda impiden emanciparse a 83.000 jóvenes con trabajo

Tener un empleo no garantiza poder independizarse | Un tercio de los gallegos de 18 a 34 años que viven con sus padres cobran una nómina durante todo el año

Dos jóvenes repartidores circulan por las calles de Vigo Marta G. Brea

Tener trabajo no es garantía para que una persona joven se pueda emancipar. De hecho, uno de cada tres gallegos de entre 18 y 34 años que aún vive con sus padres tiene un trabajo remunerado durante todo el año. Esto significa que hay más de 83.000 jóvenes trabajadores que no pueden independizarse porque no les alcanza el sueldo para pagarse un alquiler o acceder a un inmueble en propiedad. Los bajos salarios y el encarecimiento de la vivienda los frenan.

En Galicia, según los datos del Instituto Galego de Estatística correspondientes al año 2021, hay un total de 254.600 jóvenes que no pueden emanciparse y viven todavía con sus padres. Son el 63 por ciento de toda la población juvenil de entre 18 y 34 años.

Un tercio de ellos no tiene ningún ingreso, lo que explica que residir en el domicilio paterno sea su única opción, pues siguen dependiendo económicamente de sus padres.

Sin embargo, casi siete de cada diez sí obtienen ingresos económicos y a pesar de ello no han abandonado la casa familiar. Son 173.000 jóvenes, pero hay que tener en cuenta que de ellos solo trabajan 123.200. El resto obtienen “otro tipo de ingresos” que pueden ser prestaciones o rentas esporádicas, que no garantizan que puedan ser independientes económicamente.

Y, entre los 123.200 que han obtenido ingresos por trabajar en el último año, solo 83.000 han tenido un empleo estable, que los ha ocupado todo el año. En el resto de los casos han sido empleos temporales y, en esas condiciones, la emancipación se complica puesto que no hay garantías de unos ingresos regulares.

Sin embargo, ni en el mejor de los casos, es decir, aquellos jóvenes que tienen un trabajo con ingresos durante todo el año, es siempre viable hacer las maletas para vivir fuera de la casa paterna.

Hay dos factores que lo explican, según los expertos. Por un lado, los sueldos bajos. Según el último informe del Observatorio de la Emancipación del Consejo de la Juventud de España el salario medio de una persona de 16 a 29 años roza los 12.000 euros anuales. Se suelen estrenar con una nómina media de 964 euros. Entre los 30 y los 35 años sube a 15.000 euros.

En contraste con estas retribuciones, el acceso a una vivienda es cada vez más complicado. El precio de los alquileres no deja de subir. En Vigo, por ejemplo, arrendar un estudio de 50 metros cuadrados cuesta casi 500 euros mensuales.

Pero la compra tampoco es alternativa, menos aún ahora que las hipotecas cotizan al alza por la subida del euríbor.

Abandonar la casa de los padres eleva hasta el 21% el riesgo de caer en la pobreza

Según el Observatorio de la Emancipación, en la provincia de A Coruña los jóvenes de 16 a 29 años deben dedicar a pagar el alquiler más del 50 por ciento de su salario. En la provincia de Pontevedra el arrendamiento se lleva entre el 40 y el 50 por ciento de la nómina de este colectivo. Más asumible es la situación en Lugo y Ourense donde la renta absorbe entre el 30 y el 40 por ciento del sueldo de un joven, aún sí por encima de la recomendación de no dedicar más de un tercio del salario a costear la vivienda.

Y si se quiere comprar una vivienda cada gallego de 18 a 34 años debería destinar íntegramente a su adquisición entre 9 y 12 veces su salario.

Ciudades

El mayor problema está en las ciudades, que es precisamente donde más cara está la vivienda. La prueba de ello es que de los 254.600 jóvenes que viven aún con sus padres, el 40 por ciento reside en municipios de más de 50.000 habitantes.

Independizarse es más costoso y además aumenta los riesgos de sufrir penurias económicas. Según el Instituto Galego de Estatística, con carácter general el 17,40 por ciento de los gallegos de entre 18 a 34 años están bajo el umbral de la pobreza. Pero si se vive con los padres entonces este porcentaje baja al 15,16 por ciento, mientras que si se ha emancipado aumenta hasta el 21,23 por ciento.

A pesar de las dificultades, las estadísticas arrojan una ligera mejoría en las cifras de jóvenes que pueden independizarse. Así, entre 2019 y 2021 fueron más de 11.000 los gallegos de 18 a 34 años que hicieron las maletas para irse a vivir por su cuenta.

Existen diferencias significativas, en todo caso, por sexo. Así, las mujeres tienden a irse antes de casa que los hombres. Las jóvenes que viven aún con sus padres son el 58 por ciento, un porcentaje que está por debajo del 67 por ciento de varones que optan por continuar en el hogar paterno.

Y, entre los que no se independizan, el caso más extremo es el de aquellos jóvenes que deciden vivir con su pareja pero en casa de sus padres. Son casi nueve mil, según los datos de la Encuesta Estructural de Hogares, del Instituto Galego de Estatística.

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