Manuel Isorna | Profesor de la Universidade de vigo y experto en adicciones

La pandemia adelanta el acceso a drogas y crecen los abusos de alcohol y el cannabis

Galicia despunta en atracones y uno de cada cinco adultos se emborrachó en los meses previos a la encuesta | Más de 200.000 gallegos consumieron marihuana el último año

Imagen de una calle tras un botellón en Vigo.

Imagen de una calle tras un botellón en Vigo. / MARTA G. BREA

Carmen Villar

Carmen Villar

Expertos en prevención de drogodependencias observan con preocupación los datos “desoladores” sobre Galicia que traslada la última encuesta EDADES, un termómetro que mide la relación de los adultos de todo el Estado con las drogas. En solo dos años, lo que ha durado la pandemia, los flirteos con las sustancias psicoactivas se han adelantado en la comunidad, una cuestión que inquieta de forma especial a los expertos por lo que puede tener de repercusión en posibles consumos problemáticos futuros, y además casi todos los indicadores relativos al uso han crecido. En particular se dispararon los atracones de alcohol, un comportamiento que pone en guardia a los especialistas por sus efectos sobre el organismo, y el consumo de cannabis, que han probado más de 200.000 gallegos en el último año, un 12,2%.

Cuando finalizaron el trabajo de campo de la anterior encuesta sobre drogas, el 13 de marzo de 2020, faltaba un día para que el Gobierno decidiese declarar el estado de alarma que paralizó España tras la irrupción del coronavirus. Los datos de entonces, resultado de consultar a población de entre 15 y 64 años, situaban para Galicia en 16,6 años los primeros escarceos con el tabaco, en los 17 el primer trago y en 18,6 el estreno con la marihuana. Dos años después, esas edades se han rebajado a 16,4 años para el cigarrillo, 16,3 para las bebidas y 18,3 para el cannabis. Además, excepto en esta última sustancia, donde los gallegos van en sintonía con la media estatal, Galicia supera en precocidad al conjunto autonómico.

Consumo drogas Galicia 2

Simón Espinosa

Un "mal" indicador

Para el profesor de la Universidade de Vigo Manuel Isorna este dato es, desde un punto de vista de salud pública, “un indicador de que las cosas se están haciendo mal” y augura que estas conductas tendrán “una repercusión a largo plazo”. Aduce al respecto que, cuanto más madrugador sea ese contacto con las drogas, “más posibilidades hay de desarrollar una dependencia” o, cuando menos, un consumo “problemático” que puede ir asociado, advierte, a mayores conductas de riesgo, como coger el coche tras haber ingerido alcohol, meterse en más peleas, tener mayores problemas académicos y laborales o a proseguir con el consumo pese a que el entorno familiar o el personal sanitario intente la disuasión.

Este especialista en prevención enfatiza el aspecto del inicio porque lo ve “más relevante” dado, apunta, que el desarrollo del sistema nervioso central se culmina entre los 22 y 25 años y por tanto aboga por “proteger” a los más jóvenes de tóxicos, no solo de sustancias, sino también comportamentales, como puede ser una relación abusiva con las redes sociales. “Porque eso acaba revirtiendo en el comportamiento y en la salud mental”, avisa.

Consumo por sustancias

Respecto al alcohol, admite que los datos son de un consumo “tan alto que es dificilísimo superarlos”. Lo sería, dice, incluso si bajaran, pero ocurre lo contrario. Uno de cada cinco adultos gallegos conoció el estado de embriaguez el último año y un poco más, un 22,6%, se dio un atracón en el último mes. Esta segunda cifra, que supone un salto desde el 14,4% de 2020, es además la cuarta más elevada de las comunidades y 7 puntos superior al dato estatal.

Respecto al tabaco, se declara fumador diario un tercio de la población adulta. Para Isorna, “cuesta creer” un consumo tan elevado de un producto que “solo causa enfermedad y muerte”, mientras carga contra los nuevos formatos de consumo y permitir vender a la industria productos que lo simulan, como el vapeo, que considera, igual que la cachimba, que provocan “trasvases” al tabaco. En cuanto al cannabis, que probaron un 12,2% de gallegos en el año previo a la encuesta, frente a un 8% en la anterior, predice que seguirá yendo en aumento y teme que incluso pueda llegar a niveles similares al tabaco.

“La población está acostumbrada a consumos aberrantes como normales”

Los consumos despiertan las alarmas en expertos como Manuel Isorna, quien reparte advertencias. En el alcohol, cuestiona que los consumos sean “altísimos” porque están “normativizados”, mientras la percepción del riesgo se ha reducido. “La población está acostumbrada, ha asimilado que unos consumos aberrantes y excesivos son normales”, sostiene, a pesar de que el alcohol no es inocuo. Recuerda que la OMS le dio un tirón de orejas a España por tener los parámetros de consumo de riesgo por debajo de los internacionales –diez gramos en mujeres y doble en los varones–. A partir de ahí el riesgo es “exponencial”. “La población no logra entender que los consumos de riesgo de alcohol y de otras sustancias van a multiplicar de forma exponencial las probabilidades de tener cáncer o de enfermedades respiratorias y cardiovasculares”, sostiene. De hecho, señala cómo el consumo de alcohol está vinculado a una de cada cinco asistencias en hospitales. En particular, ve los atracones “muy dañinos”, sobre todo a nivel neurológico en adolescentes. Aun así, dice que se topó con jóvenes que “se jactaban de atracones y alguno hasta de comas etílicos”. Para Isorna, “la política sociosanitaria respecto al consumo de drogas se está haciendo mal”. “Tenemos que optar por otros modelos y, sobre todo, hacer inversión; no puede ser solo buenas palabras y maravillosas medidas y después cero euros”, sobre todo, apunta, porque se compite con una industria que genera mucho dinero y que también lo invierte. En lo tocante al cannabis, avisa, es un consumo “muy peligroso”, vinculado con dolencias como la esquizofrenia o con efectos sobre el rendimiento académico. A pesar de ello, cuestiona que en países como Estados Unidos aumente el consumo en embarazadas, a las que se les “vende” para las náuseas. Isorna reitera que es “imposible” esperar cambios “haciendo siempre lo mismo” y sugiere apostar por la educación y medidas de salud pública. Por ejemplo, con el alcohol, sabiendo de la preocupación por el peso, y considerando que cada gramo tiene 7 kilocalorías, hay expertos que abogan por añadir tablas nutricionales a las bebidas. “Es un derecho de la población”, explica, pero no lo recoge la normativa europea.

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