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El ingeniero de caminos Juan Carlos Carballeira Rifón, perito designado por el juzgado que instruyó el accidente del tren Alvia que el 24 de julio de 2013 costó la vida a 80 personas en Santiago, ha testificado este jueves en el juicio que esta tragedia fue "inverosímil" y en absoluto predecible.
En el edificio de la compostelana Ciudad de la Cultura habilitado para el desarrollo de las sesiones, este autor de uno de los informes sobre el siniestro registrado a la altura del barrio de Angrois ha dicho nada más empezar su testifical que considera lo acontecido "algo inverosímil porque nadie puede pensar que pueda pasar eso".
Hasta ese día luctuoso "había seguridad en España en cualquier línea", ha defendido. Y ha deslizado este profesional que el maquinista y procesado en esta causa Francisco José Garzón Amo habría cometido "muchos errores" para llegar a ese fatal desenlace y no solamente uno, en alusión a la llamada que le despistó.
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Última actualización 15:05
La juez da por terminada la sesión.
Un hombre relata las secuelas que el siniestro tuvo para su madre. Explicó cómo desde 2013 a 2016 se sucedieron las intervenciones en brazos y piernas y cómo desde el siniestro le fue “imposible recuperar su vida”. “Tenía una vida completa”, reseñó, y a partir del siniestro “la tuvo que dejar”. “Ha tenido que cambiar de vida, de hábitos, de todo. Y nosotros”, remachó.
Los hijos de un matrimonio lesionado en el encuentro explican que se enteraron a medianoche de a qué hospital los habían enviado tras contactar con los centros por vía telefónica. Cuentan cómo, en el caso de su madre, todavía se queda “paralizada” cuando escucha un ruido fuerte. “De lo único que se acuerda fue del ruido que escuchó y luego el silencio que había después”, comentan. Sobre su padre, ya fallecido, cuentan que perdió mucha movilidad tras el suceso o cómo “empezó a tener problemas psicológicos”.
Comparece un sobrino de dos fallecidos en el siniestro, que explica las relaciones estrechas que estos mantenían con su familia.
El marido de la anterior víctima explica que no pudo trabajar más tras el siniestro. "Aunque quisiera, no pudo", afirmó.
Otra víctima relata cómo después del siniestro las lesiones le impidieron trabajar como hasta entonces. Mencionó hasta diez huesos quebrados y contó cómo la rescataron. “No podía respirar”, explicó, porque una persona le oprimía el pecho.
Una nueva víctima explica cómo desde el siniestro no ha podido coger el tren nunca más y que el accidente le ha dejado lesiones en el brazo derecho y que desde entonces ha perdido oído y visión. Recuerda cómo fue sacado debajo de maletas y mochilas. “La gente decía “él vive, él vive”, explica. Al cabo de tres pasos por su propio pie, se desvaneció, cuenta.
Se reanudan las declaraciones.
La juez ordena un receso del juicio.
La madre de las entonces niñas víctima del siniestro explica además que para ella también fue necesario con posterioridad un tratamiento ante el “horror de ver la vida” de sus hijas “truncada” y el sufrimiento de su hermano, también víctima. Además, se vio obligada a dejar de trabajar para hacerse cargo de sus vástagos. A día de hoy así sigue siendo: “Mis hijas necesitan mucha atención y yo tengo que estar para sostenerlas”. Por otro lado, incidió en que la elección del medio de transporte para trasladar a sus hijas la motivó el que se “vendía” el tren de alta velocidad como "seguro” y con las tecnologías más avanzadas.
A la madre de las dos víctimas el trayecto desde Estados Unidos le pareció “terrorífico”. “No sabíamos si estaban vivas o muertas”, lamenta. La primera vez que vio a la mayor la encontró con el pelo lleno de sangre, entubada por todas partes y la mirada “perdida”. De la pequeña, leyó una carta en la que relata el horror del accidente y afirma cómo ahora “tiene miedo de todo”, desde medios de transporte a la oscuridad, y que las consecuencias psicológicas “han sido tremendas” y “a día de hoy” siguen “luchando” con ellas.
Habla de una de las dos víctimas, entonces niñas. Cuenta cómo la sacaron los bomberos porque se había quedado atrapada, pero tardaron “bastante” porque no se escuchaban sus gritos de auxilio. Relata que sufrió varias operaciones quirúrgicas, además de otros problemas “innumerables”, como un año sin poder hablar tras el accidente, y que ahora incluso tiene problemas para salir a caminar y a día de hoy sigue a tratamiento con fisioterapeutas y asistencia psicológica desde hace cinco años. No pudo hacer la carrera universitaria en Estados Unidos, como había planeado, al no tener acceso a beca deportiva.
Su otra hija mantenía una relación intensa con el deporte y a las secuelas psicológicas, en su caso, se suman las físicas. Con repercusiones en todas sus facetas vitales. Además de que ha tenido consecuencias en su plan familiar, implicando incluso el traslado de la familia de país, porque vivían en Estados Unidos, donde también recibieron tratamientos y fueron objeto de intervenciones quirúrgicas.
Habla el padre de dos víctimas. Una de ellas, explica, tenía 8 años en el momento del accidente. En su caso las lesiones físicas “fueron menores”, pero, al ser “de las últimas” en ser evacuadas, pudo contemplar “todo el horror” del siniestro y “a medida que madura, el problema se hace mayor”. A día de hoy, sostiene, es incapaz de hablar del siniestro.
El padre de la misma víctima explica el largo periplo que les llevó localizar a su hija tras el siniestro. Se pasaron la noche buscándola, pero no lo lograron hasta el día siguiente: permanecía en el hospital en Santiago sin identificar. En la actualidad, cuenta cómo su hija sigue con tratamiento, en rehabilitación y con medicación. Una persona les ayuda en casa porque, “aunque quiere, no puede”. Al respecto, incide en cómo antes del siniestro su hija tenía una empresa con su marido y se dedicaba profesionalmente a su carrera y ahora sus progenitores la tienen que ayudar.
Ahora declara la madre de la víctima, quien cuenta que su hija necesita ayuda económica y personal. En cambio, cuando sufrió el accidente estaba en “pleno” momento vital y laboral en su profesión, que tuvo que abandonar, y ahora “las secuelas están ahí”.
El marido continúa explicando que desde el accidente han tenido a alguien en casa para ayudar en as tareas domésticas y al principio con el cuidado de los hijos. “Si pudiéramos tendríamos mucho más”, añade. Además, lamenta que es “muy difícil” encontrar atención especializada “neuropsicológica”, pero que su esposa sigue recibiendo asistencia psicológica y física.
Precisamente sobre esa charla telefónica ha sembrado la confusión en la sala al insinuar que no participaron de la misma únicamente el interventor de a bordo Antonio Martín Marugán y el conductor, pues también habría otra persona, en referencia al viajero que preguntaba por la vía por la que entraría el convoy en Pontedeume (A Coruña), razón de la consulta para facilitar la bajada de su familia debido a necesidades especiales.
Carballeira Rifón ha contestado al Ministerio Fiscal que esto lo deduce por los vacíos habidos en esa conversación con una duración de 100 segundos.
La magistrada presidenta María Elena Fernández Currás ha afeado a Carballeira Rifón la poca claridad de su comparecencia y le ha pedido abstenerse de "divagaciones" y debates científicos. "Su misión es asesorarme a mí", le ha recordado.
La declaración del ingeniero de Caminos llega en un momento clave del juicio. Esta semana arrancaron las comparecencias de los peritos, pero la sorpresa llegó antes, el lunes, cuando la defensa del maquinista pidió incorporar nueva documentación y acusó a ADIF de "mala fe procesal".
Después de Carballeira, ya el martes próximo, comparecerá el tercer perito judicial, el ingeniero de telecomunicaciones César Mariñas. Es el único de los tres peritos insaculados que no fue propuesto por la Xunta y que sostuvo durante la fase de instrucción que el accidente se habría evitado con el proyecto original, que llevaba el sistema de control de la velocidad 'ERTMS' hasta la estación de Santiago.