Saltar de la idea y la pipeta al mercado

El GPS que lleva en su móvil tiene mucho que agradecerle a Albert Einstein. Sin sus descubrimientos, lo que el físico José Edelstein define como “su I+D”, ese dispositivo no habría llegado a sus manos, aunque no fue él quien lo desarrolló. Pasar del dicho al hecho en ciencia, conseguir que un proyecto de investigación que ofrece resultados prometedores en el laboratorio pueda completar su transferencia al mercado, a veces requiere un empujón. Con esa filosofía está concebido el programa Ignicia, de la Xunta, que ha apoyado desde 2016 un total de 23 proyectos de centros de conocimiento con sello gallego que por ahora se materializaron en 9 empresas y tres licencias, generaron 90 empleos de alta cualificación, ya suponen retornos y son capaces de captar fondos de transferencia tecnológica por valor de 5 millones de euros.

La Consellería de Economía, de la que depende la iniciativa, no quiere que sean los últimos y el Consello de la Xunta tiene previsto dar luz verde hoy a una nueva convocatoria que contempla una inversión de casi cuatro millones de euros en 2023 para lanzar ocho proyectos más. El objetivo es seguir apoyando el salto al mercado de candidatos –pueden concurrir grupos de investigación que trabajen en Galicia, sea en universidades, en centros tecnológicos y de innovación o en instalaciones del CSIC– que, como mínimo, deben haber alcanzado el estado de madurez preciso, lo que implica haber superado las etapas de investigación en el laboratorio con un presupuesto mínimo de cien mil euros para optar a las ayudas. El fin último es comercializar los resultados de la investigación, ya sea a través de una licencia o mediante la creación de una empresa tecnológica, lo que se conoce como spin-off.

Casos de éxito

Precisamente forma de spin-off adoptaron nueve proyectos de los apoyados hasta ahora que la Xunta considera “finalizados con éxito”, en su mayor parte de la convocatoria de 2016. Entre los exitosos se encuentran cinco promovidos desde la Universidade de Vigo o el Centro Tecnolóxico Gradiant. De la UVigo es Aidfork, una iniciativa que permite detectar automáticamente si una imagen es falsa con una tecnología que ahora usan varias entidades, entre ellas Jumio, líder en verificación de identidad. Igualmente una solución para verificar la identidad en el proceso de embarque digital es la que aporta Alice Biometrics, de Gradiant. Desde la UVigo llegan asimismo proyectos como Biofast, que ha transferido a una multinacional la tecnología para comercializar un biomaterial a partir de dientes de tiburón para la regeneración ósea; Alén Space, que fabrica nanosatélites, y la spin-off Ancora Mobile, que permite intercambiar información entre máquinas y apps móviles.

En el conjunto, también hay proyectos de éxito sanitarios, como Oncometa, de la USC, para personalizar tratamiento de cáncer; el Kit-Ditoba, de la Fundación Profesor Nóvoa Santos, con un diagnóstico menos invasivo de la osteoartritis, o Nanoevers, de la Fundación Sanitaria de Santiago, con nanotecnología para liberar fármacos de forma controlada, base de terapias avanzadas.

A los beneficiarios del Ignicia los asesoran expertos de cara a definir y ejecutar su plan para transferir y comercializar sus hallazgos y también pasan una auditoría legal sobre los derechos de propiedad. Si superan esa fase, pueden acceder a los fondos de la convocatoria, que cubrirían todo el coste necesario para completar el proceso de valorización comercial. Eso sí, si tienen éxito, les toca devolver a la Xunta el 30% de los retornos.

El Ejecutivo gallego resalta que Ignicia pretende fortalecer las capacidad del sistema gallego de I+D+i, cuyo personal, según el INE, creció casi un 8% el pasado año. Lo hace, explica, favoreciendo la incorporación al mercado de tecnologías disruptivas y creando empresas de alto nivel tecnológico, además de fomentar el talento investigador. De hecho, recuerda que el programa ha apoyado a referentes internacionales en su campo, como María José Alonso, Juan Romero o José Luis Mascarellas.

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