“Comprobamos cierta corriente: cuando el niño suspende, lo sacamos del entrenamiento porque ‘pierde mucho tiempo’, o casi como castigo”, ilustra Isorna. “Había que demostrar esa creencia, porque mi experiencia, por ejemplo, decía lo contrario”, razona el experto. Los resultados del estudio permitieron evidenciar a los progenitores que la práctica deportiva no es incompatible con el buen rendimiento académico, más bien todo lo contrario. “No es un riesgo, sino todo lo contrario: es un factor protector”, resume Isorna.

“Los jóvenes a través del deporte interactúan cara a cara; no en redes sociales. Lo que otros chicos buscan en TikTok o Facebook, ellos ya lo tienen en el Club, además de la disciplina que les aporta y la necesidad de organizarse y gestionar los horarios”, avanza en su opinión, aunque “daría para otro estudio”. “También es más alta la autoestima que tienen los chicos que practican deporte y eso ayuda a la hora de considerarte capaz de estudiar”, completa. Es más, resta conflictividad a la familia.

De hecho, según postulan en el estudio, sería necesario concienciar a los progenitores de la importancia de la asignatura de educación física en la transmisión de hábitos saludables, como ser físicamente activo, y la importancia de esto en la salud futura.