El exdirector de Seguridad en la Circulación del Adif Andrés Cortabitarte -uno de los acusados en el juicio del Alvia- suprimió las comisiones mixtas de seguridad entre Renfe y Adif, según ha afirmado este miércoles Juan Carlos Cañas, actual secretario del comité de empresa de Renfe.

El juicio por el accidente del tren Alvia, que descarriló en julio de 2013 en Santiago, se retomó este miércoles en la Ciudad de la Cultura, en la que ha declarado el que en el momento del siniestro era presidente -en la actualidad secretario- del comité general de empresa de Renfe, Juan Carlos Cañas.

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La juez da por terminada la sesión.

Un hombre relata las secuelas que el siniestro tuvo para su madre. Explicó cómo desde 2013 a 2016 se sucedieron las intervenciones en brazos y piernas y cómo desde el siniestro le fue “imposible recuperar su vida”. “Tenía una vida completa”, reseñó, y a partir del siniestro “la tuvo que dejar”. “Ha tenido que cambiar de vida, de hábitos, de todo. Y nosotros”, remachó.

Los hijos de un matrimonio lesionado en el encuentro explican que se enteraron a medianoche de a qué hospital los habían enviado tras contactar con los centros por vía telefónica. Cuentan cómo, en el caso de su madre, todavía se queda “paralizada” cuando escucha un ruido fuerte. “De lo único que se acuerda fue del ruido que escuchó y luego el silencio que había después”, comentan. Sobre su padre, ya fallecido, cuentan que perdió mucha movilidad tras el suceso o cómo “empezó a tener problemas psicológicos”.

Comparece un sobrino de dos fallecidos en el siniestro, que explica las relaciones estrechas que estos mantenían con su familia.

El marido de la anterior víctima explica que no pudo trabajar más tras el siniestro. "Aunque quisiera, no pudo", afirmó.

Otra víctima relata cómo después del siniestro las lesiones le impidieron trabajar como hasta entonces. Mencionó hasta diez huesos quebrados y contó cómo la rescataron. “No podía respirar”, explicó, porque una persona le oprimía el pecho.

Una nueva víctima explica cómo desde el siniestro no ha podido coger el tren nunca más y que el accidente le ha dejado lesiones en el brazo derecho y que desde entonces ha perdido oído y visión. Recuerda cómo fue sacado debajo de maletas y mochilas. “La gente decía “él vive, él vive”, explica. Al cabo de tres pasos por su propio pie, se desvaneció, cuenta.

Se reanudan las declaraciones.

La juez ordena un receso del juicio.

La madre de las entonces niñas víctima del siniestro explica además que para ella también fue necesario con posterioridad un tratamiento ante el “horror de ver la vida” de sus hijas “truncada” y el sufrimiento de su hermano, también víctima. Además, se vio obligada a dejar de trabajar para hacerse cargo de sus vástagos. A día de hoy así sigue siendo: “Mis hijas necesitan mucha atención y yo tengo que estar para sostenerlas”. Por otro lado, incidió en que la elección del medio de transporte para trasladar a sus hijas la motivó el que se “vendía” el tren de alta velocidad como "seguro” y con las tecnologías más avanzadas.

A la madre de las dos víctimas el trayecto desde Estados Unidos le pareció “terrorífico”. “No sabíamos si estaban vivas o muertas”, lamenta. La primera vez que vio a la mayor la encontró con el pelo lleno de sangre, entubada por todas partes y la mirada “perdida”. De la pequeña, leyó una carta en la que relata el horror del accidente y afirma cómo ahora “tiene miedo de todo”, desde medios de transporte a la oscuridad, y que las consecuencias psicológicas “han sido tremendas” y “a día de hoy” siguen “luchando” con ellas.

Habla de una de las dos víctimas, entonces niñas. Cuenta cómo la sacaron los bomberos porque se había quedado atrapada, pero tardaron “bastante” porque no se escuchaban sus gritos de auxilio. Relata que sufrió varias operaciones quirúrgicas, además de otros problemas “innumerables”, como un año sin poder hablar tras el accidente, y que ahora incluso tiene problemas para salir a caminar y a día de hoy sigue a tratamiento con fisioterapeutas y asistencia psicológica desde hace cinco años. No pudo hacer la carrera universitaria en Estados Unidos, como había planeado, al no tener acceso a beca deportiva.

Su otra hija mantenía una relación intensa con el deporte y a las secuelas psicológicas, en su caso, se suman las físicas. Con repercusiones en todas sus facetas vitales. Además de que ha tenido consecuencias en su plan familiar, implicando incluso el traslado de la familia de país, porque vivían en Estados Unidos, donde también recibieron tratamientos y fueron objeto de intervenciones quirúrgicas.

Habla el padre de dos víctimas. Una de ellas, explica, tenía 8 años en el momento del accidente. En su caso las lesiones físicas “fueron menores”, pero, al ser “de las últimas” en ser evacuadas, pudo contemplar “todo el horror” del siniestro y “a medida que madura, el problema se hace mayor”. A día de hoy, sostiene, es incapaz de hablar del siniestro.

El padre de la misma víctima explica el largo periplo que les llevó localizar a su hija tras el siniestro. Se pasaron la noche buscándola, pero no lo lograron hasta el día siguiente: permanecía en el hospital en Santiago sin identificar. En la actualidad, cuenta cómo su hija sigue con tratamiento, en rehabilitación y con medicación. Una persona les ayuda en casa porque, “aunque quiere, no puede”. Al respecto, incide en cómo antes del siniestro su hija tenía una empresa con su marido y se dedicaba profesionalmente a su carrera y ahora sus progenitores la tienen que ayudar.

Ahora declara la madre de la víctima, quien cuenta que su hija necesita ayuda económica y personal. En cambio, cuando sufrió el accidente estaba en “pleno” momento vital y laboral en su profesión, que tuvo que abandonar, y ahora “las secuelas están ahí”. 

El marido continúa explicando que desde el accidente han tenido a alguien en casa para ayudar en as tareas domésticas y al principio con el cuidado de los hijos. “Si pudiéramos tendríamos mucho más”, añade. Además, lamenta que es “muy difícil” encontrar atención especializada “neuropsicológica”, pero que su esposa sigue recibiendo asistencia psicológica y física.

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La vista ha empezado puntual, a las 09:30 horas de la mañana, con el interrogatorio a Cañas, un testigo propuesto por el abogado de Francisco José Garzón Amo, el maquinista acusado en la causa.

El testigo comenzó a trabajar en Renfe en 1981 y ejerció como maquinista tanto en media y larga distancia como en cercanías. Aunque cuenta con la categoría de maquinista jefe, actualmente se encuentra liberado, dado que ejerce como secretario del comité de empresa, al que accedió en 2007 y en el que ejerció como presidente desde 2015 hasta 2021

También participó en varios grupos de trabajo sobre seguridad ferroviaria de la Agencia Ferroviaria Europea, ha confirmado.

Durante su declaración, Cañas ha cargado contra Adif y ha afirmado que el riesgo que existía en la curva de A Grandeira correspondía al administrador ferroviario y no a los trabajadores de Renfe.

Ha señalado que con carácter general Adif "no puede exportar riesgos a los trabajadores de Renfe" y que no conoce ningún documento que acredite que Renfe asumía esa exportación.

Además, ha declarado que desde enero de 2008 no existen comisiones mixtas de seguridad entre Adif y Renfe, debido a que fueron suprimidas por el entonces director de seguridad de Adif, Andrés Cortabitarte.

También ha reconocido no conocer las características específicas de la línea en la que se produjo el accidente hasta que se produjo y que nunca tuvo conocimiento de irregularidades en la formación de maquinistas.

Respecto a la seguridad de la vía, ha señalado que tanto él como sus compañeros de la Agencia Ferroviaria Europea veían "inconcebible" que la línea no estuviese equipada de manera "completa" con el sistema de control de velocidad ERTMS.

En principio iban a declarar también un maquinista jefe, delegado de prevención de riesgos laborales y conductor y conocedor desde la inauguración de la línea AV082; y un maquinista miembro de la Comisión de Seguridad en la Circulación de Renfe, pero finalmente el abogado de Garzón Amo ha renunciado a ambos testigos.

Dos son los acusados en este caso, el maquinista, Francisco José Garzón Amo, y Andrés Cortabitarte, en su momento responsable de la seguridad en la circulación de Adif.

Ninguno de ellos está presente en esta testifical, pues tienen libertad para acudir o no.

Ayer, el instructor de Francisco Garzón, maquinista del tren siniestrado, admitió que el encausado nunca hizo prácticas en la curva del accidente porque no estaba inaugurada en el momento de su formación. Por su parte, la jueza y el fiscal afearon a otros maquinistas que no denunciasen más el riesgo de A Grandeira.