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La venta de aire limpio requiere tres hectáreas para ser rentable

La Asociación Forestal de Galicia reconoce que el uso del monte para captar CO2 está en auge. La cesión de derechos dura 30 años

Zona quemada en una parcela con pinos. | // FDV

De momento, se trata de algo que las empresas realizan de manera voluntaria, pero el uso del monte privado para absorber CO2 y comprar ese aire limpio para lavar su imagen “es un mercado en auge”, según reconoce la Asociación Forestal de Galicia (AFG). En la comunidad, al menos un centenar de montes elevan sus ingresos con la venta de esos derechos y otros cien proyectos están en tramitación. La Xunta incluso calcula un potencial negocio de 150 millones de euros para alrededor de 80.000 propietarios que no explotan sus terrenos forestales, pero ¿quién puede sacar beneficio de la contaminación que eliminan sus árboles. La norma actual exige al menos una hectárea de terreno, pero “es rentable a partir de las tres”, reconoce Daniel Rodríguez, economista de la AFG.

El Ministerio para la Transición Ecológica abrió una vía para que los montes pudiesen vender a las empresas la capacidad de absorción del CO2 que producen y así compensar su huella de carbono. “Pero es un mercado voluntario, diferente a la compra de derechos de emisión por parte de las empresas; al menos, de momento”, apunta Rodríguez, que reconoce que quizás en un corto período de tiempo esa voluntariedad se convierta en obligación en sintonía con la cada vez mayor conciencia ambiental para mitigar el impacto del cambio climático.

Pero, ¿puede cualquier finca forestal entrar en este mercado al que la Xunta le supone un negocio potencial de 150 millones? La respuesta es no. “Ahora mismo, la superficie mínima es de una hectárea, que son 10.000 metros cuadrados, pero es interesante y rentable a partir de las tres porque con menos ganas para lo que vas a gastar en tramitación, limpiezas y demás”, apunta Rodríguez.

Además, solo pueden solicitar su inscripción en el registro de Transición Ecológica aquellas parcelas de monte raso en las que se hayan plantado árboles en la última década o en las fincas que hayan sido quemadas en un incendio y se hayan replantado en ese mismo período de tiempo.

Con esos condiciones, Rodríguez apunta a la colaboración como la mejor vía para aprovecharse de este mercado, como las agrupaciones forestales, que hacen posible unir muchas pequeñas fincas, o las cooperativas. “En la zona de Pontevedra, por ejemplo, es difícil que haya un propietario con una finca de más de una hectárea”, sostiene Rodríguez.

Eso sí, percibe opciones de futuro interesantes, pues la Xunta estudia la vía para permitir que todas las fincas forestales puedan optar vender su aire limpio.

Los dueños pueden obtener hasta 15.000 euros por hectárea con los precios actuales, “pero nadie dice que se vayan a mantener”, advierte este miembro de la Asociación Forestal de Galicia.

El sistema es el siguiente. Un dueño vende la capacidad de absorción de los árboles de su finca. Por ejemplo, un monte de pinos puede captar entre 450 y 500 toneladas de CO2 por hectárea y se está pagando de 20 a 30 euros por tonelada. Pero estos rendimientos no son anuales, pues el dueño se compromete a mantener la plantación durante 30 años. Eso sí, va cobrando poco a poco con un adelanto del 20%.

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