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Los drones (también) son para el agro

Una nave no tripulada usa la centésima parte de agua que un tractor al aplicar el tratamiento fitosanitario, indica un estudio

Hectáreas de viñedo de Baixo Miño y Ribeira Sacra, a vista de pájaro. El técnico superior en Gestión forestal y en Salud ambiental, también piloto aplicador de Fitosanitarios e instructor de drones David Blanco es uno de los formadores que estas semanas imparte cursos para jóvenes agricultores en Galicia a través de la Consellería de Medio Rural. Logró casar sus estudios con su afición a los drones y reconvertir todo en una carrera profesional. A título privado, las cámaras multiespectrales de sus drones recogen información a distancia sobre hectáreas de viñas del Baixo Miño y Ribeira Sacra, para luego aplicar los tratamientos necesarios. | CEDIDA

La Xunta ha impulsado su uso para limpiar el litoral gallego o en labores de detección de puntos vivos de incendios forestales. Ahora, Medio Rural forma a jóvenes agricultores sobre drones con fines fitosanitarios para los cultivos. Las aplicaciones son múltiples pero, eso sí, su uso está más recomendado en superficies grandes, en las que se ahorra tanto producto como agua –vital en el contexto presente y futuro de sequía– y para evitar riesgos laborales. No solo eso, sino que las cámaras térmicas que se acoplan a las aeronaves dan muchas pistas sobre el estado de los cultivos.

El profesor de Ingeniería Agroforestal de la USC, Xesús Pablo González considera ya que los drones están entre las herramientas que darle al agricultor para mejorar la productividad, pero totalmente complementaria con el tractor u otra maquinaria. Además, el experto del área de Ingeniería Cartográfica, geodésica y fotogrametría alude a un estudio comparativo realizado sobre los costes de un tractor y un dron, que apunta grandes diferencias. “El montante estimado tras el importe de la compra, los costes horarios o la amortización del vehículo, así como los riesgos para el operario señalan que tratar una parcela de 25 hectáreas, aplicando los fitosanitarios con tractor se eleva a unos 8.700 euros, mientras que hacer un tratamiento con dron puede suponer unos 715 euros”, explica Xesús Pablo González. Es más: “La aplicación de los tratamientos es mucho más localizada. Vierte directamente sobre la superficie de cultivo; sobre la planta y sus hojas por lo que se contamina menos el suelo y desperdicias menos producto”, añade. Y, entre los datos más relevantes, sitúa también el ahorro de agua: “Con tractor se usarían unos 25.000 litros de agua para aplicar un fitosanitario, mientras que con un dron sería 250 litros”, explica. Es decir, la centésima parte.

Uno de los escollos, no obstante, es que todavía no existe una normativa que los avale totalmente. Las reglas para transitar por carretera aún son más sencillas que la legislación aérea. “Las nuevas tecnologías para el campo gallego no son excluyentes y ninguna descarta a otra: en algunos casos será más eficiente la utilización de drones y en otros casos, pulverizaciones o tractores”, avanza desde la Unidad de formación de la Consellería de Medio Rural, María Ángeles Román.

El profesor titular de la UVigo, de la Escuela de Ingeniería Aeronáutica y Espacio, Higinio González, que ha realizado ensayos con drones en Nigrán y Mondariz, contextualiza que “se llevan utilizando durante más de dos décadas en trabajos agrícolas en orografía compleja como la de Japón”. Asimismo, defiende las potencialidades que tiene en Galicia para “mecanizar lugares como las hectáreas de la viticultura llamada heroica en la Ribeira Sacra”. “Obviamente un viticultor que cultiva una parcela de unos pocos metros cuadrados no va a poder adquirir un dron para tareas de fumigación, ni gestionar todo el proceso de operación que conlleva (carnet de piloto, alta como operadora, seguro, interacción con AESA...)”, matiza. Pero quizás sí contratarlo.

La empresa “Beniu soluciones” apunta precisamente a que “el minifundio y un déficit de tecnificación de la agricultura van en contra de los potenciales usuarios de dron. Es un secreto a voces: “Aunque hay particulares que se interesan para hacerlo, repercutir los costes de nuestro trabajo a una o dos hectáreas, representa un coste elevado”. También reconoce que, como aeronave, el dron aún tiene restringidos los tratamientos fitosanitarios. “Hay que solicitar autorizaciones excepcionales. Pero sí se pueden aplicar otros productos como abonos foliares, levaduras u organismos de control biológico”, añade. Casi igual de importante es la tarea de teledetección, que permite obtener la topografía del terreno e información del estado de salud y monitorizar las explotaciones gallegas. “Podemos detectar que algo está pasando desde el aire; ya sea estrés hídrico o una plaga y facilitamos la información al técnico de campo”, asegura David Blanco.

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