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El abandono del rural reduce las huertas familiares que permiten combatir la inflación

Casi 430.000 hogares ahorran gracias a alimentos “de casa” | Los terrenos de autocultivo pierden 3.500 hectáreas en cuatro años hasta 22.400 | Caída de población y envejecimiento, las claves

Una mujer trabaja en su huerta en A Estrada. BERNABÉ/ANA AGRA

Suso viaja un par de días a la semana desde A Coruña a Santiago para luego tomar un autobús hacia una aldea de Teo, donde cultiva una pequeña huerta de una casa familiar heredada. Lo hace desde hace tres o cuatro años, pero cada vez le resulta más fatigoso sachar y dedicarle el tiempo que requiere atender la tierra.

“Antes plantaba puerros, pimientos, patatas, tomates y hasta calabazas cuando tocaba, pero desde este año me limito a una patatas y puerros y en mucha menos cantidad. Ya no estoy para estos trotes”, resume este jubilado, que reconoce que esa pequeña finca suponía un suministro extra de comida de calidad para su familia. Sus dos hijos y cuatro nietos iban a cargar el coche de alimentos de cuando en vez a su casa. “Pero a ayudarme no vinieron nunca”, bromea.

Este caso ilustra algunos de los problemas que afectan al rural gallego. Su progresivo abandono y el envejecimiento poblacional provocan una reducción de los terrenos dedicados al autocultivo, a esa despensa familiar de la aldea que en estos momentos supone un escudo contra la inflación, con alimentos con incrementos por encima del 20%.

Galicia perdió en cuatro años 3.4833 hectáreas de cultivo, una superficie equivalente a la extensión del concello de Cangas

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En cuatro años, los terrenos dedicados a huertos familiares en Galicia descendieron más de un 13% en su superficie, cayendo desde el pico de 25.944 hectáreas de 2018 a 22.461 del año pasado, según la Encuesta sobre Superficies y Rendimientos de Cultivos elaborada por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación. Son 3.4833 hectáreas menos, una superficie equivalente a la extensión del concello de Cangas. Desde 2018 ese descenso es continuo, con 22.810 hectáreas en 2019 y 22.730 en 2020.

Los habitantes habituales del rural que dedicaban tiempo al autocultivo se hacen mayores y deciden limitar las horas centradas en sus huertas, mientras que la población urbana que desde la pandemia ha decidido “emigrar” al campo en busca de más calidad de vida, menos ruido y menos polución, viven con un ritmo que limita el tiempo que podrían dedicarle a plantar tubérculos, hortalizas o frutales.

Galicia se encuentra a la cola en el peso de los huertos familiares sobre la superficie total destinada a la agricultura. Solo Andalucía posee menor porcentaje, con un 6,03%. En el caso gallego, sus 22.461 hectáreas de parcelas de menos de 500 metros cuadrados dedicadas al autoconsumo representan el 6,08% de las 358.247 hectáreas destinadas a obtener rendimiento al campo.

A nivel provincial, los datos generales son similares, con 6.234 hectáreas de huertos familiares en A Coruña; 6.039 en Pontevedra; y 5.094 tanto en Lugo como Ourense, según Agricultura.

La patata sigue siendo la reina de los cultivos. Mientras que dentro del mundo de los árboles frutales mandan los manzanos

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Los árboles frutales, como los manzanos, los ciruelos o los pexegueiros, copan 5.854 hectáreas en estos pequeños terrenos dedicados a alimentar a los hogares y no a vender. Las hortalizas como las cebollas, los puerros o los ajos siguen en la lista con 4.536 hectáreas y las patatas, reina de los tubérculos, alcanzan las 3.055, a poca distancia de los cultivos forrajeros.

La despensa de la aldea constituye todavía una reserva de alimentos para el 40% de hogares de Galicia, que logran combatir la mayor inflación en cuatro décadas con patatas, tomates o cebollas “de casa” o carne procedente de las matanzas de cerdos o terneras, según datos del Instituto Galego de Estatística correspondientes a 2020, la última cifra disponible. Ese porcentaje supone 430.000 familias.

Además, existe una gran brecha entre el mundo urbano y el rural. En las ciudades, el porcentaje es del 20,6% (83.767), cuarenta puntos menos que en los ayuntamientos pequeños.

Piedad Mouro, vecina de San Salvador (Santa Comba) C. Pazos

"Trabajar la tierra es muy esclavo, hace años que ya no planto nada"

Piedad Mouro - Vecina de Santa Comba

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Piedad Mouro vive en la aldea de San Salvador, en el concello coruñés de Santa Comba, y hace años que decidió dejar de plantar alimentos en su huerta. “La tierra es muy esclava, requiere mucho esfuerzo y yo ya no puedo”, explica sobre su renuncia a explotar una finca aledaña a su vivienda.

A sus 73 años y con una operación de pulmón hace lustros a sus espaldas, agarrar las herramientas y trabajar la tierra no es una opción. “Mantengo gallinas, pero creo que voy a dejarlas también porque no me dan huevos”, ríe.

La opción de que uno de sus hijos, que vive cerca de ella, explote su terreno también fue descartada. “Entre el trabajo y el de su mujer no tenían tiempo para venir aquí al salir. A esto hay que dedicarle horas”, comenta antes de matizar que para ella sola el ahorro que podría proporcionarle su huerta es mínimo o incluso podría generarle más gastos.

María Abelenda, vecina de San Salvador (Santa Comba) C. Pazos

"Planto algunas patatas y lechugas, pero no me llega para todo el año"

María Abelenda - Vecina de Santa Comba

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A un kilómetro de Piedad, reside María Abelenda, casada con uno de sus hermanos. Ella sí saca partido al pequeño huerto que posee pegado a su vivienda. “Plantamos patatas, pimientos, lechugas y algo de maíz”, relata antes de añadir a la lista las berzas que destina al cerdo. También posee gallinas que ponen huevos con regularidad.

“Antes teníamos otra finca y plantábamos más, pero mi marido no puede dedicarle tiempo y para mí sola es mucho trabajo, así que tenemos un huerto pequeño por tener algo, pero tampoco nos sale tan rentable”, relata a sus 65 años.

“Sin tener tractor no puedes explotar bien una finca y no compensa pagar a otra persona para trabajarla, así que le dedico tiempo para tener unas patatas, unos pimientos y unas cebollas para nosotros, pero no me llegan para todo el año”, cierra.

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