A los cinco incendios pendientes de extinción con los que ayer amanecía Ourense, aunque solo uno activo, el de Camba, en Laza, resultado de la unión del fuego en este municipio y el de Chandrexa de Queixa, que ya calcinó 2.100 hectáreas según los datos de la Xunta, se sumaron dos más activos por la tarde: uno en Chás, en el Concello de Oímbra, y otro Fumaces y A Trepa, en Riós. Ambos, según datos trasladados por la Administración gallega, superan ya las 20 hectáreas.

El resto de los focos que amenazan a Galicia están estabilizados o controlados. Este último es el caso, en Ourense, del de Pentes, en A Gudiña, aunque ya son 90 hectáreas las arrasadas; el de O Irixo (San Cosmede de Cusanca), donde van 680; el de Boborás (Astureses), con 120, o el de Carballeda de Valdeorras, en Casaio, que se mantiene en 440. De la lista, ya extinguido, se va el de San Xoán de Río, con 8 hectáreas. A los ourensanos se suma aún el de Ribas de Sil, en Lugo, que la Xunta da por estabilizado en 40 hectáreas.

Precisamente a Lugo, en concreto a O Courel, se refirió ayer el conselleiro do Medio Rural, José González, para señalar que los incendios que arrasaron miles de hectáreas en la zona tuvieron “un tamaño, una proporción y una violencia extraordinarias” y eso generó unas circunstancias de “imprevisibilidad”, por lo que aseguró que “no era una cuestión de más medios”, sino una “situación muy complicada en la que evidentemente lo que primó fue salvar vidas humanas”, subrayó en una entrevista a RNE.