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Los embalses inician agosto con el nivel más bajo de reservas de los últimos 18 años

La demarcación Miño-Sil enfila el ecuador del verano con un 25% menos de agua que la media de la década | La Xunta intensifica la supervisión de las presas de Zamáns y Baiona

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Vista general del embalse As Portas en Vilariño de Conso, esta semana. Brais Lorenzo

Galicia enfila el ecuador del verano con sed. Mientras en el otro lado del mundo, en Pakistán, las inundaciones se cobran cientos de vidas, en la comunidad gallega los tópicos se tambalean: ni en abril las aguas fueron mil ni el país de los diez mil ríos reúne caudal suficiente para evitar, por ejemplo, que en concellos de Lugo como O Saviñao haya dejado de funcionar de forma automática la depuradora por falta de agua y tengan que recurrir al bombeo manual o que en Ribas de Sil deban apelar a camiones cisterna para garantizar el suministro en algunas parroquias, que en Boborás y Baltar (Ourense) se haya vetado el riego de jardines y huertas o que en Sanxenxo hayan echado el candado a la piscina municipal para ahorrar agua. Concello a concello, más grifos se cierran cada día, en tanto que las reservas hidráulicas en los embalses gallegos marcan mínimos y se sitúan en el 80% del volumen medio de la última década.

Los boletines en los que el Ministerio para la Transición Ecológica recoge la evolución de la reserva hidráulica muestran cómo las presas gallegas, teniendo en cuenta las demarcaciones de Galicia-Costa y del Miño-Sil en su conjunto, se encontrarían al 53,4 por ciento de su capacidad. La tentación de ver el vaso medio lleno se debilita cuando se analizan en detalle. En la del Miño-Sil, los embalses están a un 51,2 por ciento de su capacidad, la cifra más baja desde 2005 que aparece en el informe que cada año refleja los últimos días de julio y los primeros de agosto.

En la demarcación Galicia-Costa, bajo la tutela de la Administración autonómica, las cifras son superiores, pero, aun así, el 63,5 por ciento que aparece en el último boletín del Gobierno supone uno de los registros más bajos de los últimos 18 años y casi diez puntos inferior al del pasado verano. Solo en tres ocasiones más superaron ese listón por abajo los pantanos de la cuenca: en 2005, en 2006 y en 2011. Con todo, las circunstancias son más favorables en las infraestructuras destinadas a abastecimiento que en las hidroeléctricas. La Xunta señalaba ayer que en Galicia-Costa los embalses para consumo se situaban a día 1 de agosto al 82,8% de su ocupación, si bien supone un 11% menos que un año atrás. Para los de tipo hidroeléctrico, el último dato recogido por el boletín del Ministerio es veinte puntos inferior.

Que el volumen del agua de las presas descienda y emerjan las ruinas de los pueblos fantasma se vuelve menos excepcional. En la demarcación Miño-Sil, la media de los últimos diez años está en 2.094 hectómetros cúbicos, pero este año el nivel ha caído a los 1.550, un 74% de la cifra de referencia. En lo que respecta a la situación de Galicia-Costa, para la que la Xunta mantiene la declaración de sequía prolongada, recibe agosto con 434 hectómetros cúbicos en sus represas, un 84% de los 512 de su media de la década.

Además, en este caso en concreto de la demarcación que gestiona Augas de Galicia, de la que dependen los abastecimientos de localidades y áreas como Vigo, Pontevedra, Baiona, Vilagarcía de Arousa, O Salnés, Ferrol o A Coruña, en solo una semana sus pantanos perdieron ocho hectómetros cúbicos y no parece que las cifras vayan a engordar a corto plazo: desde la Consellería de Medio Ambiente trabajan con la previsión de que a un mes de julio que ya fue “muy seco”, y en el que los caudales registrados estuvieron un tercio por debajo de la media de los últimos diez años, lo suceda un agosto caracterizado por “falta de precipitaciones”.

Precisamente ayer la Xunta extendía la prealerta por escasez de agua a la cuenca del río Anllóns (en A Coruña), dado el “drástico descenso” de su caudal el último mes, al tiempo que la mantiene para la cuenca del Lérez –de donde sale el agua de Poio, Sanxenxo, Marín, Bueu, Pontecaldelas o Pontevedra– e “intensifica el seguimiento” de los embalses de Baiona y Zamáns –que sirven a Baiona, Nigrán, Gondomar y parte de Vigo–, debido a valores que define “preocupantes” por la baja ocupación de las presas y las “altas demandas” en verano.

En este escenario, el Ejecutivo gallego sigue realizando un llamamiento a un uso responsable del agua, pero Galicia no es la única en vigilar los grifos. En otras comunidades también han puesto freno al riego de jardines, al llenado de piscinas o a las duchas de playa; en Cataluña se ha limitado el consumo por persona y día en 150 municipios, y en Andalucía algunos agricultores han sacrificado parte de sus plantaciones de aguacates para salvar el resto.

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