Crear una empresa puede resultar hasta fácil, pero que perdure en el tiempo es otra cosa bien distinta. Más de la mitad tiene que echar el cierre a los cinco años de iniciar su actividad, según reconoce la Xunta en un diagnóstico de la demografía empresarial de la comunidad autónoma recogido en el Plan Estratéxico de Galicia. En el año 2019 permanecían activas el 85% de las empresas nacidas un año antes, pero si se toma como punto de partida las creadas en el año 2014, los datos muestras que un lustro después, en 2019, la tasa de supervivencia quedó reducida al 46,7%. El resto tuvo que cerrar. Yendo más atrás, de todas las firmas que echaron a andar en 2010, solo un tercio estaba activa nueve años después.
La resistencia no es igual para todas. En general, las pymes aguantan mejor que los autónomos y que el total de las empresas. Según la radiografía de la Xunta, en el año 2019 la tasa de supervivencia de las pymes creadas en 2015 se situó en el 69%, mientras que el caso de los autónomos, la rama más numerosa del sector, solo el 37% consiguió mantenerse a flote.
Amenazas
Las debilidades del tejido empresarial están identificadas y los objetivos que pretende la Xunta para el año 2030, también. Así, el Gobierno gallego se ha fijado como metas que el 50% de las empresas de diez o más trabajadores vendan algún producto a través de internet y que aumente más de un 10% el tamaño medio de las empresas.
Pero para ello se deben corregir las debilidades. Entre ellas figuran el bajo nivel de innovación y el gasto que destinan a esta faceta (solo un 0,7% de la cifra de negocio), el escaso nivel de productos mejorados que sacan al mercado, que es de solo el 7,4% frente a la media nacional del 15,1%, el tamaño medio de las empresas, que se ha reducido desde la crisis de 2008 y todavía no se ha recuperado, y también la reducción del número de firmas que operan en Galicia.
La Xunta también señala como un problema la desigualdad territorial debido a la concentración de población en la franja atlántica, las dificultades para acceder a una financiación en condiciones favorables, la escasa capacidad que tiene Galicia para atraer capital foráneo, las exportaciones internacionales concentradas en poca ramas o la falta de sintonía existente entre el perfil de trabajador que necesitan las empresas y los programas de formación profesional para el empleo.
