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Ellas ya tienen la Palabra

La única mujer con nombramiento del obispo de Tui-Vigo para dirigir las celebraciones en ausencia de sacerdote se reparte con el párroco 7 destinos rurales

Las mujeres, al rescate de la Iglesia ante la falta de sacerdotes

Almudena Suárez, ayer en el altar de la iglesia de la parroquia de Meder en Salvaterra de Miño. Ricardo Grobas

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Almudena Suárez, ayer en el altar de la iglesia de la parroquia de Meder en Salvaterra de Miño. Elena Ocampo

Cuarenta y dos personas abarrotan la hermosa capilla de la Virxe da Luz en la parroquia de Meder, en Salvaterra de Miño, en la celebración de las doce que dirige la redondelana Almudena Suárez Cerviño y de las que una decena son hombres. Sí, Almudena. Tiene dos títulos universitarios –uno de ellos Ciencias Religiosas–, un Máster y otro en camino, el pelo corto con reflejos rojos y un estilo propio para la ceremonia de la Palabra, que se desarrolla en gallego y finaliza con una reflexión sobre el compromiso con la justicia, la ecología y el cambio climático. Con solo 7 años, la más joven en el templo, Michelle González, asiente tímida con su intensa mirada azul. Parece no extrañarle ni el mensaje ecologista ni ver a una mujer explicar las santas escrituras. Al resto de los parroquianos, ya tampoco ‘les choca’. Su papel es producto de la falta de curas, sobre todo en las iglesias rurales, y los tímidos avances de género en la Iglesia. En Galicia ya hay muchas parroquias en las que mujeres como Almudena dan la comunión, aunque como no pueden consagrar, lo hace previamente el sacerdote.

Almudena Suárez, ayer en el altar de la iglesia de la parroquia de Meder en Salvaterra de Miño Ricardo Grobas

Con los brazos abiertos en el altar –literal y metafóricamente– la bióloga y teóloga Almudena Suárez recibió ayer a los feligreses de varias parroquias rurales de Salvaterra do Miño y Ponteareas, de las siete del arciprestado del Tea en las que alterna con el párroco Clodomiro Ogando Durán. “Me siento súper querida, solo puedo hablar maravillas de la gente”, insiste, al tiempo que resume su tarea pastoral con dos palabras: “corresponsabilidad y sinodalidad”.

“Al principio nos extrañó, pero estamos felices”

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Minutos antes de que comience la celebración, las feligresas confirman su agrado: “Nos gusta mucho cómo explica las escrituras y es muy sociable: acabamos de ensayar uno de los cantos para la celebración”, explican María Flor Míguez y Laura Rodríguez. Hace nueve años que Almudena alterna domingos con Clodomiro pero, tras regresar recientemente a su municipio natal Jesús Estévez y Antucha, reconocen que “al principio, les extrañó no ver al cura”. “Fue una novedad y al principio si nos chocó, pero nos gustó esta nueva forma de hacer la liturgia. La esperamos cada 15 días”, explica uno de los hombres. “Estamos encantadas y la conocemos desde que empezó”, aseguran unas fieles autodeclaradas sus ‘seguidoras’, María Jesús González y Marina Martínez.

Un momento en el que Almudena Suárez da la Comunión. Ricardo Grobas

Almudena Suárez, profesora de Religión católica en el IES Mendiño de Redondela es algo así como la ‘decana’ de las que dirigen celebraciones de la Palabra en la diócesis de Tui-Vigo y, prácticamente, en Galicia. No es una misa, porque ella no puede consagrar y no hay eucaristía, pero sí distribuye la comunión que previamente ha consagrado el cura. Hace 18 años ya que comenzó: “En septiembre del 2004, mi profesor de Moral, Clodomiro Ogando, me propuso formar parte de un proyecto innovador: en un conjunto de parroquias y en un entorno rural, dirigir las Asambleas Diocesanas en Ausencia de Presbítero (ADAP)”, explica. “Para realizar esta tarea, el que entonces era obispo de la Diócesis de Tui-Vigo, José Diéguez Reboredo, emitió un nombramiento, que luego renovó el siguiente obispo, monseñor Luis Quinteiro Fiuza”, recuerda.

Los feligreses de Meder, en Salvaterra de Miño, ayer con Almudena Suárez (en el centro) Ricardo Grobas

En una carta apostólica que publicó a principios del año pasado, el Papa Francisco permitía a las mujeres leer las escrituras durante la liturgia y ayudar en el altar. El pontífice cambiaba así el derecho canónico para oficializar más roles de la mujeres en la Iglesia, pero ellas llevan desempeñando estas tareas desde hace décadas. Y su contribución a la vida de la parroquia va mucho más allá.

Entre las novedades impuestas por el COVID en las celebraciones litúrgicas y que se han quedado –en vez de estrechar las manos para dar “la paz”, los feligreses se miran a los ojos y asienten, o la Comunión se reparte con unas pinzas– ayer en Meder seguía presente la mascarilla. Aún así las caras de satisfacción no pasaban desapercibidas. Cantaron el “¡Gloria!”, leyeron el evangelio y la lectura del domingo de la Ascensión y la comunión. “Que sexades moi felices”, se despidió Almudena de su parroquia. 

Laicos al rescate de la falta de sacerdotes

Ante la escasez de sacerdotes, ya hubo Diócesis como la de Tui-Vigo que quisieron extender esta figura, según explicó recientemente el vicario de Pastoral, José Vidal. La formación que realizan no está solo dirigida a mujeres, sino a todos los laicos bautizados a quienes les interese. El curso pasado se apuntaron en esa formación más de medio centenar de personas, con un reparto casi al 50% entre sexos, de entre 35 y 60 años. Por ejemplo, en el municipio coruñés de Outes, las mujeres celebran la palabra en cinco de las 11 parroquias, a las que se suman otras de Muros y Mazaricos. 

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