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Más del 30% de los fallecidos en accidentes de tráfico en Galicia circulaban bien

La comunidad contabiliza desde 2016 las víctimas inocentes del asfalto: desde entonces son ya 188 | Las provincias de A Coruña y Pontevedra presentan las tasas más altas, casi un 40%

Accidente en Salceda de Caselas en el que fallecieron una mujer y sus dos hijos, de 13 y 6 años. | // A. G.

No habían bebido antes de ponerse al volante, ni circulaban a velocidades excesivas, no hacían uso del móvil ni habían olvidado abrocharse el cinturón de seguridad. No caminaban invadiendo la calzada, en el caso de los peatones, o respetaban las distancias, en el caso de los ciclistas. Su único “error” fue cruzarse en la carretera con alguien que iba bajo los efectos del alcohol o las drogas, pisaba más de la cuenta el acelerador, se había saltado un ceda o un stop, atendía una llamada, respondía a un mensaje o hizo un adelantamiento indebido. Son las llamadas “víctimas inocentes” del asfalto: conductores, pasajeros, peatones y ciclistas fallecidos en un accidente de tráfico por las imprudencias de otros usuarios. Desde el Sector de Tráfico en Galicia se recopila desde el año 2016 el número de muertos en carretera que circulaban bien, un análisis pionero que permite diseñar planes de actuación para detectar a los imprudentes al volante y, en consecuencia, corregir unas actitudes que dejan más de un 30% fallecidos inocentes en las carreteras de la comunidad.

Un brutal choque convirtió a los dos vehículos implicados en un amasijo de hierros. En un accidente ocurrido en Ribeira en mayo de 2019 falleció una pareja que esperaba gemelos. Los jóvenes viajaban en su coche por la carretera comarcal AC-550 rumbo a A Pobra do Caramiñal cuando en una curva de baja visibilidad, la conductora de un BMW invadió el carril contrario e impactó contra ellos. En Salceda de Caselas, una mujer y sus dos hijos de 13 y 6 años murieron en marzo del año pasado al no poder esquivar el Renault Megane que invadió su carril a 128 kilómetros por hora en un tramo limitado a 90. Su conductor arrojó una tasa de 2,49 gramos de alcohol en sangre. En marzo de 2016, un octogenario arrolló a un pelotón de ciclistas en una carretera de A Guarda y causó dos muertes. Solo son tres ejemplos de siniestros en los que las víctimas mortales que cumplían la norma pero que las conductas de otros truncaron sus vidas en el asfalto.

Desde 2016 hasta el pasado mes de marzo, en las carreteras gallegas se dejaron la vida 188 víctimas “inocentes”. Solo el año pasado fueron 27, el 34% de los fallecidos en la red viaria de la comunidad. Ese es el porcentaje que se repite prácticamente todos los años, con el pico máximo alcanzado en 2019, entonces llegaron a representar el 39%.

De las cuatro provincias, Pontevedra y A Coruña son, por este orden, las que concentran el porcentaje más alto de víctimas de las imprudencias de otros. En el caso de las carreteras pontevedresas, el año pasado fueron el 38,46% de los fallecidos en siniestros de la provincia; un porcentaje casi idéntico en las vías coruñesas (38,24%). Les sigue Ourense (22,22%) y, finalmente, Lugo (18,18%).

“No hay un accidente tipo, nos puede tocar a cualquiera, de ahí nuestro empeño en detectar esas conductas de riesgo que producen siniestros viales”, destaca desde el Sector de Tráfico Héctor Teixeira. Detrás de una infracción, advierte, hay un siniestro vial. Y detrás de un siniestro vial, víctimas. “En muchas ocasiones con terceros implicados que nada tienen que ver”, lamenta. Las distracciones al volante, especialmente por el uso del móvil, que provocan invasiones del sentido contrario, la velocidad con sus salidas de vía y las consecuencias del alcohol están detrás de muchos de estos accidentes.

Cuando se produce un siniestro en carretera, los equipos de atestados de la Guardia Civil examinan todas las circunstancias: la vía, el vehículo, el conductor y todo lo que rodea al accidente. Ese análisis en el que se observa que el fallecido no tenía ninguna responsabilidad, ayuda la Agrupación de la Guardia Civil de Tráfico a poder tomar mayores medidas preventivas para tratar de evitar esas víctimas inocentes. “Saber que podemos evitar ese número de víctimas inocentes es un estímulo para realizar de forma más eficaz nuestro servicio. Detectar a tiempo al imprudente salva vidas”, destaca Teixeira.

Este tipo de accidentes, según apuntan desde el Sector de Tráfico, son “especialmente dolorosos” para los agentes: “Nos dejan una sensación de impotencia por no poder evitar que ese inocente muera”.

Desde el Sector de Tráfico hacen una llamada a la prudencia y responsabilidad al volante. “A la hora de conducir hay que mantener la atención permanente al 100%, no vale al 99, porque en ese 1% se pude producir la fatalidad”, avisa Teixeira. Y va más allá: “Para detectar a esos que no cumplen las normas y que son unos negacionistas de la seguridad vial, con total desprecio por la vida de los demás, estaremos atentos, con el objetivo prioritario de quitarlos de la circulación”.

Picard: “Matar en carretera sale barato”

“Matar en carretera sale barato”. Así de tajante se manifiesta la delegada de Stop Accidentes en Galicia, Jeanne Picard, quien cuestiona la “laxitud” en los juzgados a la hora de dictar sentencia sobre los conductores que cometen un delito al volante. “Entran más fácilmente en prisión los reincidentes que no han causado accidentes pero que suman por la vía administrativa varias sanciones, que quienes acaban en el banquillo”, cuestiona Picard. Este abril, Stop Accidentes compareció en la Comisión de Seguridad Vial del Congreso para apoyar la proposición de ley del PSOE con la que se pretende que todas las infracciones graves al volante se tramiten por la vía penal. “No queremos penalizar más, sino más seguridad jurídica”, reclama Picard. “Los jueces tienen tantos casos –expone– que acaban designándolos menos graves y se quitan ese trabajo, obligando a los perjudicados a ir a la vía civil”. Desde la plataforma de víctimas cuestionan la lentitud de la Justicia. “No podemos esperar tres años a que salga un juicio y simplemente para que sea condenado a la retirada del carné, para quien los delitos de tráfico no se tratan con el mismo rigor jurídico que otras infracciones penales.

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