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Rueda, el gregario que tendrá que liderar el pelotón

Mano derecha de Feijóo desde la época de la oposición al bipartito, ahora afronta el reto de ser el primer espada del PPdeG

Alfonso Rueda posa con su bicilceta y su maillot ciclista TW

No es Alfonso Rueda un dirigente que haga política a golpe de tuit. Es una característica que, sin duda, le gustará a su jefe, Alberto Núñez Feijóo, aunque el ahora líder del PP español se ha dejado seducir últimamente por el placer de hacer anuncios a través de las redes sociales. Si se escarba en las publicaciones del sucesor in pectore del aún presidente de la Xunta, quizás lo único llamativo de entre la maraña de comunicaciones institucionales son sus fotos haciendo deporte, sea corriendo o montando en bicicleta. El ciclismo, precisamente, ofrece algunas metáforas útiles para explicar quién es el elegido para encabezar el Gobierno gallego y el Partido Popular de Galicia.

Rueda ha sido, a lo largo de los últimos 16 años, el primer gregario de Feijóo. Su hombre de confianza, su capitán de ruta. Tanto en los tres años de la oposición como en los 13 en la Xunta, el pontevedrés, nacido el 8 de julio de 1968 en la ciudad del Lérez, ha asumido el (para muchos) ingrato rol de hacer el trabajo más deslucido. El encargado de ponerse al frente y absorber el impacto del viento para proteger al líder, como cuando en la campaña de 2009 fue a manifestarse con Galicia Bilingüe para denunciar la supuesta imposición del gallego del Gobierno bipartito. El responsable, también, de meter el codo a los rivales para posicionar bien al jefe de filas, como cuando asumió el enfrentamiento directo con Abel Caballero a cuenta del área metropolitana de Vigo.

De carácter reservado —algunos rivales le reprochan cierta soberbia, que los suyos atribuyen a una expresión de su timidez— y sin la capacidad de Feijóo para colocar titulares, Rueda ha cumplido, en líneas generales, las misiones que le han encomendado. Ejerce de parapeto del de Os Peares y siempre está presto para cubrir sus ausencias; fue un eficaz látigo de la oposición durante las dos primeras legislaturas, un papel que facilitaron las tendencias autodestructivas de la izquierda gallega. A partir de 2016 ese rol lo interpretó Miguel Tellado, ahora mudado a Génova, una vez que asumió la secretaría general del partido en Galicia cuando Feijóo encargó a Rueda liderar el PP en la provincia de Pontevedra para recuperar la Diputación. Seguramente su fracaso en lograr ese objetivo es la principal tacha en su carrera.

Al igual que con Feijóo, es difícil definir el perfil ideológico de Rueda, más allá de situarlo en el centro-derecha. Como su jefe, que lo pescó en el escalafón secundario de la Xunta de Manuel Fraga, no destaca por tener un gran poso teórico, al contrario que el portavoz parlamentario, Pedro Puy, que también sonó para la sucesión. Es, sobre todo, pragmático; el caso de la "imposición" del gallego lo ilustra bien: desde que llegó al poder no ha tenido problema alguno en desempeñarse en la lengua propia. Es muy probable que aquellos con los que compartió pancarta en 2009 lo consideren ahora una suerte de peligroso nacionalista.

Las historias del ciclismo y la de la política están llenas de segundos espadas que triunfan cuando les toca asumir el rol de líderes. Por tomar dos ejemplos recientes: Chris Froome sucedió con brillantez a Bradley Wiggins (aunque se permitió el lujo de humillar en carrera a su líder, algo que no se le ocurriría hacer a Alfonso Rueda); Joe Biden llegó a presidente después de sucumbir en las primarias contra Barack Obama y luego ser su número 2. También hay casos abundantes de fracasos sonoros: Mikel Landa firmó un cuarto puesto en el Tour de Francia, a un segundo del podio, trabajando para Froome, una clasificación que no ha superado como jefe de filas; Alfredo Pérez Rubalcaba, un gregario de lujo, como candidato a la presidencia del Gobierno cosechó el peor resultado, hasta entonces, de la historia del PSOE desde la Transición.

Solo el tiempo dirá en qué lugar la sinuosa carretera de la política sitúa a Rueda. De momento, le toca organizar al equipo con el que buscará la meta de la reelección en 2024. La primera etapa de montaña serán las elecciones municipales del año que viene, en las que se le podrá empezar a medir su talla. Pero antes también tendrá que solventar esas jornadas llanas, aparentemente insulsas, en las que a veces se pierden las grandes vueltas. También queda por ver el papel que jugará desde Madrid Alberto Núñez Feijóo en la escuadra del PPdeG. ¿Seguirá la estela de Pedro Delgado, que después de ser líder y ganar el Tour asumió (no sin resistencia al principio) que le tocaba trabajar para Miguel Induráin?

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