El relevo de Feijóo como presidente de la Xunta requerirá su tiempo. Pese a que ya sabía con bastante certeza hace dos semanas, cuando anunció su candidatura a liderar el PP nacional, que tendría que dejar San Caetano, todavía no ha movido ficha ni ha dado pistas sobre cómo afrontará este relevo. El miércoles, en un acto de partido, pidió tranquilidad y hoy jueves, tras el Consello de la Xunta –celebrado en Lugo–, ha indicado que aún lo está meditando por la relevancia política que tendrá el dejar el sillón presidencial.
Precisó que “unas semanas después” de ser elegido nuevo líder del PP, el próximo 1 de abril en Sevilla, dejará la presidencia del Gobierno gallego en un “relevo institucional medido, pausado, sereno y previsible”. Recordó, eso sí, que ambos cargos son compatibles legalmente, si bien desde el punto de vista “personal” entiende que debe dejar la institución autonómica para dedicarse en exclusiva la dirección de la formación conservadora.
Abrir el melón sucesorio en abril
“A partir de abril tomaré la decisión de dimitir como presidente de la Xunta para dar paso a otro compañero o compañera, con tranquilidad y con la previsión y la meditación que requiere una decisión de tan alto contenido político y simbólico para el PP y para mí como presidente electo en pleno ejercicio del cargo”, comentó tras la reunión semanal del Gobierno.
Lo que sí está claro es su renuncia a la presidencia del PP gallego, dado que los estatutos del partido impiden que se pueda estar al frente de la organización nacional y de otra territorial. “Presentará mi renuncia en los próximos días”, dijo, aunque la fecha tope es el congreso de Sevilla, en el que tomará las riendas en sustitución de Pablo Casado.
La elección de su sustituto al frente del PPdeG tiene mucha más enjundia de lo que parece, dado que el presidente del partido es, según los estatutos, también el candidato a la Xunta. La bicefalia no está contemplada. Pero existen alternativas para esquivar momentáneamente nombrar a un sucesor en el PPdeG –para evitar que sea distinto al presidente de la Xunta–, como que el secretario xeral asuma sus funciones temporalmente o que una gestora tome las riendas hasta el congreso.
En todo caso, si se quiere nombrar a un nuevo presidente del PPdeG sin ir a un congreso, lo puede hacer también el comité ejecutivo en un proceso exprés.
Violencia vicaria
Por otra parte, Feijóo defendió ayer que “existe” tanto el concepto de violencia intrafamiliar como el de violencia machista, y que son “perfectamente compatibles”. A modo de ejemplo, identificó como un caso de violencia intrafamiliar que un hombre que ha tenido “un problema con su pareja” mate a sus hijos.
“Hace un tiempo sufrimos un asesinato producido por un padre que, por un problema con su pareja, después asesinó a sus dos hijos. Eso no es violencia machista, eso es violencia intrafamiliar”, indicó. Feijóo no concretó el caso al que se refería, pero uno de los parricidios recientes de más repercusión fue el de David Oubel, quien asesinó a sus dos hijas en Moraña, y fue condenado en 2017 a la primera prisión permanente revisable de España.
Sus declaraciones llegan después de que el pasado verano el Parlamento aprobase por unanimidad una modificación de la ley gallega para la prevención y el tratamiento integral de la violencia de género que reconocía, de forma pionera en España, la violencia vicaria como una forma de violencia machista.
El pronunciamiento del presidente gallego se produjo al ser preguntado por las declaraciones del consejero andaluz de Salud, Jesús Aguirre, quien afirmó que era más partidario de utilizar el término “violencia intrafamiliar” que el de violencia machista, abrazando el ideario de Vox.
