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Las zonas de alto riesgo de incendio tendrán estrategias de prevención a la carta

Galicia elaborará un mapa de peligro para saber dónde cortar el avance de las llamas en función de cada escenario climatológico

Unas casas en la parroquia de Chandebrito tras los incendios de octubre de 2017. | // RICARDO GROBAS

Galicia pretende modernizar su estrategia de lucha contra los incendios forestales mediante una prevención de precisión, que consistirá en detectar puntos estratégicos en los montes, donde una actuación de barrera permitiría frenar el avance de fuegos y evitar que se descontrolasen. Para ello, la Consellería de Medio Rural diseñará planes de prevención a la carta para las zonas que marque en el mapa de la comunidad como enclaves de alto riesgo, como un valle concreto o una ladera determinada.

La nueva Lei de Loita integral contra os incendios forestais incluirá un trabajo de prevención basado en nuevas escalas. Ahora, existen planes a nivel de distrito forestal, pero Medio Rural confía en reducir el foco para hallar enclaves estratégicos que permitan cortar el avance de las llamas en caso de que se produzcan. El fuego calcinó en Galicia casi 200.000 hectáreas en la última década.

Las directrices que marcan la línea de la nueva legislación establecen ese cambio en la política contra los incendios, que debe partir de un estudio pormenorizado del territorio y la aplicación de la inteligencia artificial para conocer cómo evolucionan los fuegos en función de las condiciones climatológicas.

Para determinar esas “zonas estratégicas” que frenen el avance de las llamas, Medio Rural debe acometer “un estudio previo amplio, con análisis de mapas de combustibles, mapas de riesgo de incendios y de vulnerabilidad”. Esa información permitirá elaborar un “mapa dinámico de peligro”, es decir, un modelo que le diga a la Xunta cómo es más probable que avancen las llamas en diferentes escenarios de humedad, sequía o dirección de viento. “Con eso, podríamos llegar a definir esas áreas de interés en las que actuando obtendremos resultados eficientes”, apuntan fuentes del departamento de José González.

Esos datos permitirán a Medio Rural diseñar planes de prevención ad hoc en zonas de alto riesgo, que serán “diferenciados de los del resto del territorio”, como cortafuegos específicos, polígonos agroforestales, etc. Se sabrá así con detalle y de forma sistematizada “las áreas que deben gestionarse con mayor urgencia”

Esta nueva forma de operar pretende cortocircuitar los daños causados por los incendios, cuya estacionalidad comienza a perderse, como demostraron los fuegos que en octubre de 2017 mataron cuatro personas en Galicia y quemaron 50.000 hectáreas. De hecho, el período de peligro ha ido extendiéndose más allá de septiembre, cuando finalizaba normalmente la temporada de alerta.

Al mismo tiempo, el cambio climático amenaza con favorecer los incendios de sexta generación, mucho más destructivos por su virulencia. Son como ciclogénesis explosivas de fuego similares a la tragedia que asoló la localidad lusa de Pedrógão Grande en 2017. Murieron 66 personas y medio millar de casas fueron calcinadas.

Inteligencia artificial para mejorar la alerta temprana del riesgo de que surjan fuegos


El recurso a las nuevas tecnologías y la inteligencia artificial deberá aumentar para alimentar de datos los modelos predictivos que permitan conocer cómo pueden avanzar las llamas en un punto determinado en función de la dirección del viento y su velocidad y el combustible acumulado en el monte. “Se debe incentivar el uso de herramientas tecnológicas (simuladores de comportamiento del fuego y programas de optimización de tratamientos a escala espacial y temporal) para la determinación de áreas de actuación prioritarias en función del comportamiento potencial del fuego, probabilidad de registro de incendio y criterios de optimización”, establecen las directrices que guiarán la nueva ley contra los incendios, que la Xunta prevé que se apruebe este año.

Para ello, deberá mejorar la cartografía actual de los montes de la comunidad, con una revisión “al menos cada tres años” y una mejora del índice de riesgo diario de incendios (IRDI), que debería “mostrar valores con mayor detalle espacial/geográfico” y poseer “mayor capacidad de previsión a corto plazo”. En ese punto, Medio Rural considera necesario incluso afinar la previsión para “disponer de un índice de alerta temprana de comportamientos potencialmente explosivos de incendios”, como los fuegos de octubre de 2017. Calibrar el impacto del cambio climático en la aparición de estos megaincendios también resulta prioritario.

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