La fuerte regulación del sector de las farmacias limita la competencia entre estas y frena las mejoras competitivas en cuanto a “calidad del servicio o descuentos en los precios”. Esta es la conclusión de la Comisión Gallega de la Competencia, plasmada en un informe en el que dan luz verde a la normativa autonómica para que las boticas puedan preparar y entregar a la ciudadanía dosis personalizadas de medicamentos.

Este proyecto de decreto establece las condiciones para ofrecer un servicio que ya se estaba prestando en algunos puntos, aunque existen dudas en el sector sobre algún aspecto, como la obligación de contar con un espacio separado para entrevistar a los pacientes y conocer su caso y sus necesidades farmacológicas, pues algunas boticas carecen de superficie suficiente para ello.

La Comisión Galega da Competencia “valora positivamente la nueva redacción propuesta” en la normativa de la Consellería de Sanidade, pues considera que “no incide ni condiciona el mercado desde la perspectiva del derecho de la competencia en términos generales, al tratarse de una regulación meramente instrumental y procedimental de una actividad atribuida a las oficinas de farmacia como lo es la preparación de sistemas personalizados de dosificación (SPD)”, establece en su informe el citado órgano.

Sin embargo, el contenido del documento cuestiona el propio marco regulatorio de las farmacias, restrictivo por la “especial salvaguarda” que debe prestarse a la salud, la constatación de “la existencia de fallos de mercado debido a los cuales la libre competencia no conduciría necesariamente a la eficiencia económica en todas las situaciones” y “la relevancia estratégica del sector en la economía”, por su “intensidad innovadora e impacto en las cuentas públicas”.

Y ahí aboga por abrir la mano para que las farmacias tengan más incentivos para competir, limitados ahora a la calidad del servicio u horarios. Al estar los precios marcados por la administración, así como las condiciones para abrir boticas (en 2019 se celebró el primer concurso tras una década sin nuevos permisos), los pacientes pierden los beneficios que podrían ofrecer la competencia.

“Las barreras de acceso al mercado para el establecimiento de nuevas farmacias limitan significativamente esos incentivos. El establecimiento de módulos de población y distancias mínimas entre farmacias limitan la apertura de nuevos establecimientos, lo que asegura la rentabilidad de las farmacias ya establecidas e impide el desarrollo de dinámicas competitivas con efectos beneficios para loas pacientes”, como mejores servicios o descuentos de precios.