El PSdeG cambia de líder otra vez y será comandado por Valentín González Formoso, que da el salto desde su baronía coruñesa a la Secretaría Xeral con un mensaje de optimismo para recuperar espacio electoral y un compromiso con sus bases: “No os vamos a fallar”. Las quintas primarias socialistas dejan la fotografía de su victoria y de la salida de Gonzalo Caballero, al que penalizó el mal resultado de las autonómicas del año pasado, en las que se estancó en 14 diputados, pese a la desaparición de En Marea/Anova/Podemos y el viento de cola del Gobierno central.

A la cita de ayer estaban llamados 10.074 militantes socialistas. Formoso pedía un cambio para responder al resultado de las autonómicas. Caballero reclamaba una segunda oportunidad para consolidar un proyecto afectado por el COVID. Se impuso el alcalde de As Pontes con suficiencia: 4.336 votos (60%) frente a 2.970 (40%).

Los apoyos mostraron una fractura norte-sur. Formoso venció en A Coruña (2.059 frente a 903) y Lugo (1.158 frente a 394). En esta última, había recabado el aval del presidente de la diputación, José Tomé, y del exsecretario xeral, José Ramón Besteiro.

Caballero ganó en su territorio, Pontevedra, con 1.090 apoyos frente a 642. También se impuso en Ourense: 583 frente a 473. Por tanto, Formoso deberá afrontar el reto de coser una formación partida.

Más que generar certezas, las primarias abren incógnitas. En primer lugar, surge la duda de la integración que pueda llevar a cabo Formoso en la dirección gallega que será elegida en el congreso de los días 7 y 8 de diciembre. En segundo, quién lo relevará al frente del aparato de A Coruña en el congreso provincial del año que viene. En tercero, si aspirará a ser el candidato a la Presidencia de la Xunta en 2024. En cuarto, cómo gestionará un grupo parlamentario autonómico configurado por gonzalistas y que Gonzalo Caballero no quiere abandonar . En quinto, si seguirá como alcalde de As Pontes y presidente de la diputación.

Formoso exhibió apoyos en su comparecencia ante los medios en la sede del PSdeG, rodeado de alcaldes (Santiago, Lugo, A Coruña, Ferrol o Ames, entre otros) y del presidente de la diputación de Lugo. “Las bases vieron en nosotros un modelo de PSdeG que se identifica con Galicia”, expuso.

Caballero defendió su compromiso para contribuir a “fortalecer el partido”, pero rechazó dimitir del Parlamento. “Voy a cumplir con la ciudadanía siendo diputado a lo largo de la legislatura”, avanzó. También rechazó posicionarse sobre si su derrota suponía una victoria de las baronías. “La democracia no se equivoca”, dijo en defensa de las primarias.

El PSdeG debe comenzar de nuevo un proyecto autonómico, fallido desde la dimisión en 2009 de Emilio Pérez Touriño tras la derrota del bipartito. Desde aquellos 25 diputados (mantuvo resultado, pero lo penalizó la pérdida de un diputado del BNG, que era su socio), la caída fue constante hasta el año pasado, pese al crecimiento municipal.

Por la Secretaría Xeral desfilaron Pachi Vázquez y José Ramón Gómez Besteiro, que dimitieron por sus imputaciones judiciales. El último no llegó siquiera a ser candidato a presidir la Xunta, responsabilidad de Xaquín Fernández Leiceaga en 2016.

De momento, parte del partido no confía en que Formoso sea candidato en 2024, aunque se abre un escenario de incertidumbre. El propio delegado del Gobierno, José Miñones, ha reconocido a FARO que no descarta postularse. Esa carrera llegará tras los exámenes para el nuevo líder: las generales y las municipales de 2023.

PERFIL // Valentín González Formoso

Paseos, Springsteen y vida familiar para un barón reacio al ruido

Seguro que Valentín González Formoso (As Pontes, 1971) paga de buena gana la apuesta que realizó con un periodista en 2017 cuando lo retó a apostar 100 euros ante notario a que no daba el salto a la política autonómica. Durante meses, este político curtido en la escena local se hizo de rogar, sin dejar claro si su decisión de competir por la Secretaría Xeral del partido respondía a su propio deseo o a la petición de quienes querían un cambio de rumbo. Durante su etapa de estudiante de Derecho, sirvió copas de noche para pagarse la carrera y poco a poco fue germinando en él la semilla de la política. Casado y padre de dos hijos, Formoso comenzó su periplo en As Pontes, un concello muy especial debido a su vinculación con la central térmica. Ello elevaba la renta media municipal, si bien condicionaba toda su actividad. En broma, en la provincia suele conocerse a la localidad como Springfield, en alusión a la ciudad en que viven los dibujos The Simpsons, también construida alrededor de una central, aunque en ese caso nuclear. Aquel era territorio BNG, pero la primera vez que se presentó, Formoso logró doblar resultados, pasando de un edil a dos. A partir de ahí, creció hasta que en 2007 logró la alcaldía. En 2011 y 2015 obtuvo mayoría absoluta y comenzó a gestar su condición de barón, pero ajeno al ruido, como demostró en el debate con su rival. Le espetó que vivía en “una realidad paralela”, pero sin alzar la voz. Prefiere el tono bajo que los focos, quizás por eso le gusta caminar y montar en bici, actividades alejadas de, por ejemplo, la algarabía de los partidos de baloncesto que también solía jugar con sus amigos. Es fácil verlo por el pueblo o por el colegio de sus hijos a primera hora. En 2015 alcanzó la Presidencia de la Diputación de A Coruña, que revalidó en 2019. Justo en el medio, tras la elección de Gonzalo Caballero como secretario xeral, llegó a la Secretaría Provincial de A Coruña, desde donde ha tejido una red de apoyos para apuntalar su candidatura tras el fiasco autonómico del año pasado, cuando el partido quedó anclado en 14 diputados. En pandemia, asegura que comenzó a tocar la guitarra (le gustan los Dire Straits de Mark Knopfler, una tarea que siempre requiere tesón y tiempo, cualidades que necesitará para coser un partido que vuelve a cambiar de líder. Pero con una meta, la misma que servía de banda sonora ocasional a sus mítines. El No surrender (No rendirse), de Bruce Springsteen.