El último informe publicado por el Ministerio de Asuntos Económicos sostiene que la población gallega con “capacitación suficiente para desenvolverse con soltura en el ámbito digital es minoritaria”. No obstante, y dado que una de las prioridades de la UE es el desarrollo de la sociedad y economía digital, la Consellería de Educación se ha puesto deberes, quiere que los alumnos gallegos sepan hacer una app, por ejemplo, y desde la Axencia para a Modernización Tecnolóxica de Galicia llevan años con una labor de alfabetización digital desde las aulas CeMIT.
Aunque cuando salen a relucir este tipo de datos, la Xunta recuerda cómo es la pirámide de población gallega, y los mayores son los menos iniciados en los secretos del mundo informático, tampoco los jóvenes salen bien parados. Lo permite constatar el indicador del INE recogido por el Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud / FAD que muestra qué porcentaje de población de 16 a 29 años posee habilidades digitales avanzadas. Solo un 50% se encuadraría en ese grupo, lo que sitúa a los gallegos a la cola del Estado únicamente por delante de Melilla (49,2%).
Pero, ¿qué implica tener habilidades avanzadas digitales? Para el INE, que realiza la encuesta, para merecer ese título no basta (o no solo, al menos) con saber mandar un e-mail, comprar un libro por la web o colgar una foto en Instagram. Bajo el paraguas de habilidades digitales analiza cuatro variables entre quienes utilizaron internet en los tres últimas meses: habilidades de información, de comunicación, de resolución de problemas y competencias informáticas. Y hay que demostrar dos o más destrezas en todas para ganarse el calificativo de “avanzado”.
Entre las de información se incluyen cinco tareas, por ejemplo, copiar o mover archivos o ficheros o buscar información en webs de Administraciones públicas, y en comunicación preguntan por videollamadas, correos o la participación en redes sociales, entre otras. Tras el epígrafe de resolución de problemas estarían la instalación de aplicaciones, compras por internet o uso de la banca electrónica, y en el capítulo de competencias informáticas, hay que saber de procesadores de texto o de datos o programar. Simplificando, porque en las dos últimas variables hay que “fichar” en dos listas diferentes, pasar el listón supone realizar al menos dos actividades de cada grupo. La mitad de los jóvenes gallegos pasarían ese listón, mientras que en Cantabria lo harían un 83%.
Por capítulos, los gallegos también flojean. Pese a que nueve de cada diez tienen competencias superiores a las básicas en información digital, solo Castilla-La Mancha registra un porcentaje más reducido (80%). En comunicación también están de penúltimos. Mejoran –son quintos por la cola– en resolución de problemas (77%) y en competencias informáticas (70%).
La información recogida por el Centro Reina Sofía para la Adolescencia –que insta a precaución con los datos autonómicos por el tamaño de la muestra– permite comparar el dato gallego de 2019 con el de los países de la UE-27. Galicia empata con Bélgica y solo en ocho de los Estados la proporción de chicos y chicas que puede presumir de manejarse muy bien con los ordenadores e internet es inferior a la gallega: los menos iniciados se concentrarían en el Este de Europa, con Rumanía (con solo uno de cada cinco jóvenes con destrezas avanzadas) y Bulgaria (uno de cada cuatro) a la cabeza, junto a Hungría e Italia (ambas con el 38%). La lista por debajo de Galicia se completaría con Chipre (41%), Polonia (43%), Grecia (44%) y Letonia (48%).