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La quinta ola agrava la emergencia social: 50.000 gallegos necesitan ayuda para comer

Clientes de un supermercado en la ciudad de Vigo. MARTA G. BREA

En solo dos meses, otros 5.000 ciudadanos se suman a los beneficiarios del bono alimentos de Política Social

La quinta ola ha agravado la emergencia social que viven miles de familias gallegas, hasta el punto de que en solo dos meses cinco mil ciudadanos se han sumado a la lista de quienes reciben un bono de la Xunta para comprar alimentos y medicinas por carecer de unos ingresos insuficientes para afrontar esos gastos básicos. Los beneficiarios en la comunidad de esta tarjeta de hasta 300 euros mensuales, puesta en marcha el año pasado para contener los daños causados por la pandemia, baten su récord con 50.000 personas.

La economía ha mejorado este año con la llegada de las vacunas contra el COVID-19 y un síntoma de ello son los casi 6.000 trabajadores que abandonaron la situación de ERTE (expediente de regulación temporal de empleo) y otros tantos que salieron de la listas del paro gracias a conseguir un empleo. Sin embargo, la marea de urgencias sociales no cesa tras dejar imágenes de colas del hambre durante el último año y medio debido a la población que perdió sus ingresos por culpa del parón económico causado por la pandemia.

En junio las tarjetas monedero de la Xunta para comprar productos de higiene y alimentos sumaban las 32.900, dato que ahora llega a 38.560. De esta última cifra, 18.000 corresponden a renovaciones de quienes recibieron ese bono en el pasado y han solicitado su prórroga. De hecho, la Consellería de Política Social planeó este salvavidas de emergencia como una medida de tres meses de vigencia, pero ha ido prorrogándolo hasta mantener su vigencia hasta finales de este año. Con esos datos, los beneficiarios (una tarjeta es usada por una familia que puede incluir varios miembros) han pasado de 45.000 en junio a 50.000 en la actualidad. A comienzos de año sumaban 35.000, lo que evidencia el drama que viven algunos.

Año y medio

Este bono de alimentos se activó en junio del año pasado para ofrecer unos recursos mínimos a las principales víctimas de la crisis económica, que también se enfrentaron a los retrasos en la puesta en marcha del ingreso mínimo vital (IMV) y su incompatibilidad con la renta de inclusión social de Galicia (Risga).

Se trataba de aportar una tarjeta de débito a quienes ingresasen entre 423 euros, en el caso de un hogar unipersonal, y 762, en el de una familia de siete miembros con niños pequeños. Es decir, que no alcanzan los recursos que les corresponderían de una renta de inclusión gallega.

Cada tarjeta permite recibir 150, 200 o 300 euros al mes si se trata de una, dos o más personas las que integran el hogar. Solo pueden utilizarla para adquirir alimentos y productos de higiene.

Política Social destaca no solo la rapidez de concesión de esta ayuda (en un máximo de 72 horas), sino que evita la estigmatización de la pobreza. “La tarjeta no estigmatiza a las personas que la reciben: ni hay que hacer colas ni acudir a ningún establecimiento específico para obtener los productos. En el supermercado, paga su compra con una tarjeta de crédito con la tarjeta básica”, explica el departamento dirigido por Fabiola García.

Con la última ampliación de la medida hasta finales de este año, el coste para las arcas autonómicas por este concepto sumará cinco millones de euros más hasta un total de 31, según expuso el Ejecutivo el pasado 17 de junio, cuando se aprobó esa prórroga.

“Se está tocando techo, pero aún se conceden 30 tarjetas diarias”

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El pasado mes de febrero, Joaquín Varela, coordinador en Galicia de Cruz Roja, alertaba de las consecuencias de la crisis económica causada por la pandemia y calculaba que los ciudadanos que necesitarían el bono alimentos se duplicarían hasta alcanzar las 40.000 personas. “El problema de ha ampliado estos meses y no esperábamos llegar a esta cifra de 50.000, pero muchas de las nuevas concesiones de la tarjeta son renovaciones. Antes llegamos a tramitar 140 al día y ahora estamos en 25 o 30. Creemos que se está tocando techo”, comenta sobre una ayuda que se solicita precisamente en oficinas de Cruz Roja, que gestiona las peticiones y concesiones de esta tarjeta monedero.

Gracias a la mejora económica, las nuevas concesiones de ayudas se han mitigado, aunque en solo dos meses se han beneficiado otros 5.000 gallegos. Aun así, Varela cree llegado el momento en que esta subvención toque a su fin. “Era una solución provisional de emergencia para tres meses y va a llegar al año y medio. A finales de año, cuando finalice la prórroga, creemos que es momento de pensar en normalizar la situación. Ya hay ayudas como la Risga o el IMV, pese a sus problemas de gestión, dirigidas a los ciudadanos en situación de emergencia”, alega.

En su opinión, dos factores explican el éxito del bono alimentos. “En primer lugar, la rapidez. Ninguna ayuda de la administración se concede en 2 o 3 días, como esta. No hay precedentes. Y en segundo, la tarjeta permite mantener el anonimato. Existe consenso en que esto ha favorecido su implantación”, finaliza el coordinador de Cruz Roja en la comunidad.

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