Ni las campañas de vigilancia ni las multas logran disuadir a quienes se ponen al volante tras haberse tomado una copa de más o haber consumido alguna sustancia psicotrópica. Aunque en el año de la pandemia se ha logrado reducir la tasa de conductores y peatones fallecidos con presencia de alcohol, drogas y/o medicamentos en su organismo (uno de cada cuatro frente al 40% del ejercicio anterior), resulta alarmante la cantidad de sustancias ingeridas pese a que por todos los usuarios son conocidas las nefastas consecuencias.

La memoria de 2020 del Instituto de Medicina Legal de Galicia (Imelga) revela que de las 104 autopsias realizadas a fallecidos en accidentes de tráfico el año pasado en la comunidad –incluye no solo las víctimas en carreteras interurbanas, sino también en vías urbanas y pistas– 27 dieron positivo en alcohol, drogas o medicamentos, lo que supone el 26% del total. Pero lo que resulta más preocupante es que un total de 12 –casi la mitad de los casos analizados por los forenses– presentaban tasas superiores a 2 gramos de alcohol por litro de sangre.