Ventanas, fachadas, calefacción... El aislamiento y el sistema utilizado para calentar el hogar son elementos clave que marcan el nivel de eficiencia energética de una vivienda y, en consecuencia, repercuten en el importe de las facturas que cada mes tiene que afrontar su propietario. Cuanto mejor esté la carpintería, los cierres, la orientación, la cubierta y los forjados; los electrodomésticos sean de bajo consumo y los aparatos de calefacción o refrigeración no tiren del cuadro eléctrico, mayor será la eficiencia energética del inmueble y, por tanto, permitirá reducir el consumo de energía y los recibos. En Galicia, con un parque inmobiliarios cada vez más envejecido –más de 340.000 superan los cuarenta años y de ellos más de 76.000 superan las siete décadas–, solo una de cada cuatro viviendas aprueban en eficiencia energética, pero poco más de un 3% lo hacen con nota.

Así lo revelan los certificados energéticos expedidos hasta la fecha en Galicia, un documento obligatorio desde el año 2013 para todos los inmuebles de nueva construcción y para los de segunda mano que se quieran vender o alquilar. Arquitectos e ingenieros realizaron desde entonces hasta este mes de julio un total de 200.708 inspecciones en pisos y casas de la comunidad, según datos de la Consellería de Economía. En lo que va de año, se tramitaron casi 12.400 –una media de 70 cada día–, de ellos más de 11.800 corresponden a viviendas de segunda mano y los 571 restantes a inmuebles de nueva construcción. Fue a partir de 2017 cuando se notó un importante aumento de las solicitudes por parte de propietarios para obtener la etiqueta energética de su vivienda con el objetivo de ponerla a la venta o alquilarla. Ese año el parque inmobiliario en Galicia contaba con más de 145.660 etiquetas energéticas, lo que supone un aumento en estos cuatro años de casi un 40%.

Desde que es obligatorio el registro de certificados en edificios de nueva construcción, se certificaron 5.007, de los que siete de cada diez cuentan con cualificación A o B, los niveles más altos. En concreto, el 51% (2.555) tienen la acreditación del máximo ahorro energético (A) y casi un 29% (1.093), etiqueta B.

Simón Espinosa

Pero el balance del conjunto autonómico, con uno de los parques inmobiliarios más envejecidos de España –su antigüedad supera ya los 40 años– pone de manifiesto la escasa eficiencia energética de los hogares gallegos. De los más de 200.700 certificados emitidos hasta la fecha, solo 36.247 obtuvieron un aprobado, es decir cuentan con una etiqueta A, B, C o D (esté último certifica el consumo medio). O lo que es lo mismo, solo aprueban el 23%. Y de ellos únicamente 6.600 lo hacen con nota (3,3%): 3.536 con la etiqueta A y los 3.072 restantes con la B.

Pero el 77% de las viviendas con certificado energético en la comunidad están en la parte baja de la escala. Es decir, tienen niveles E, F o G. Una acreditación de nivel E se considera por debajo del aprobado ya que su consumo de energía oscilaría entre el 100% y el 110% de la media.

De las viviendas que suspenden en eficiencia energética, casi 98.000 tienen una etiqueta E (49% del total en Galicia), cerca de 27.000 están en el nivel F (13,4%) y un total de 29.682 (casi el 15% del conjunto autonómico) se quedan con una etiqueta G, la de mayor despilfarro energético.

Diversos estudios ponen números al ahorro que supone estar en una vivienda con eficiencia energética o, por el contrario, que tire del contador. Una vivienda de 70 metros cuadrados con certificación energética E, la más común en Galicia, gasta más de 700 euros anuales en calefacción, refrigeración y agua. Ese mismo inmueble con una etiqueta B, la segunda en la escala, necesitaría desembolsar unos 280 euros, lo que supondría un ahorro en las facturas de casi el 60%.

Los propietarios que incumplan la exigencia de disponer de certificado en su vivienda (para las construcciones nuevas y aquellas que se vendan o alquilen) se enfrentan a multas que oscilan entre los 600 y los 1.000 euros. Desde la Consellería de Economía detallan que los expedientes abiertos que terminaron en sanción se deben a denuncias de particulares a propietarios por no entregarles el certificado de eficiencia energética registrado. En total, se interpusieron 18 multas por un importe total de 10.400 euros.

La exigencia del certificado energético se extiende a los pisos turísticos

Ya no solo los pisos en el mercado del alquiler tradicional deben tener un certificado energético que acredite su nivel de eficiencia. Desde el pasado mes de junio, las viviendas turísticas –casi 13.000 registradas en la comunidad gallega– también deben disponer de este documento, según establece el Real Decreto 390/2021. Las comunidades autónomas serán las encargadas tanto de registrar los certificados, como de supervisar que se cumple la normativa y, en el caso de que se incumpla, imponer las sanciones correspondientes, que van de los 300 hasta 6.000 euros. En concreto, existen tres tramos: en el caso de las infracciones leves, las multas están entre 300 y 600 euros; mientras que para las infracciones graves, la multa se moverá entre 601 y 1.000 euros. Y si se trata de una infracción muy grave, el propietario se enfrenta a una sanción de entre 1.001 y 6.000 euros. Es decir, se mantienen los importes que se aplican en el caso de la venta o el alquiler de una vivienda habitual o segundas residencias.

Bastará con publicitar un inmueble que deban disponer de certificado de eficiencia energética sin hacer mención a su calificación de eficiencia energética para afrontar una sanción de entre 300 y 600 euros. Falsear la información en la expedición o registro está tipificado como infracción muy grave.