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El declive de los cazadores

Imagen de archivo de un cazador. Iñaki Abella

Galicia recibía el nuevo milenio con alrededor de mil aldeas abandonadas. Veinte años después la cifra de lugares donde no queda ni un solo vecino están ya más cerca de las 1.900 y de media cada semana se levanta un acta de defunción de un núcleo rural. Mientras, en casi la mitad de los concellos de la comunidad se registraban en 2019 menos de diez nacimientos. Ese contexto propicia, según la Federación Galega de Caza, que en solo dos décadas se hayan desplomado a la mitad las licencias de caza en Galicia.

La última estadística disponible en la Consellería de Medio Ambiente eleva los permisos de caza expedidos el pasado año a 36.719, cuando en el año 2000 ascendían, según sus cifras, a un total de 71.824, un 95% más. Solo en un único ejercicio, de 2019 a 2020, son dos mil menos. La Federación Galega de Caza recoge que el mayor descenso se produjo en las provincias de A Coruña y de Pontevedra, con 491 y 429 cazadores menos que en el año anterior. No obstante, añade que, pese a ello, las dos provincias atlánticas siguen siendo las que concentran el mayor número de cazadores de la comunidad. En cuanto a las licencias de 2020, añaden que un total de 647 se expidieron en entidades bancarias fuera de Galicia, a cazadores foráneos.

Hugo Barreiro

Desde la Federación Galega de Caza asocian el declive en las filas de cazadores sobre todo a dos razones: la “falta de relevo generacional” y el “abandono del rural”, como explica el presidente de la Federación en Pontevedra, Francisco Couselo.

Los datos que facilita la Xunta permiten constatar cómo en el mismo período, en las dos últimas décadas, se ha incrementado desde el 17% al 30%, casi el doble, el porcentaje de quienes poseen las licencias destinadas a mayores de 65 años y a menores de 18. En 2020 constaban un total de 11.023 permisos de caza con armas de fuego de ese tipo y en 2000 apenas superaban los diez mil.

El grueso de este grupo está conformado “mayoritariamente” por gallegos de más de 65 años, dado que en 2018 Medio Ambiente solo contabilizaba 64 permisos a menores de entre 16 y 18 años. El Ejecutivo gallego mantuvo el acceso a la caza en los 16 años tras proponer una rebaja a los 14, edad fijada en otras comunidades, alegando que una de las razones era garantizar el “relevo generacional”.

El envejecimiento, y su repercusión en los psicotécnicos, también incide en que muchos cazadores abandonen la caza, señala Couselo. Y en cuanto al relevo generacional, el presidente de Pontevedra comenta que los jóvenes de hoy tienen otros intereses y otras “prioridades”.

No obstante, este cazador no es tan pesimista con respecto al futuro de este colectivo. En ese sentido, alega, citando a un amigo, que “la caza, de no existir, habría que inventarla”. “Alguna medida habrá que tomar, porque la gente se dará cuenta de la caza es necesaria. Habrá que ser cazadores de un modo u otro”, alega. Recuerda que la relación con la caza ha ido cambiando en la historia: en un primer momento, la caza era una manera de aprovisionarse de alimentos, mientras que hoy en día eso ya no es necesario, señala, pero defiende que sí lo seguirá siendo para “controlar la población de animales salvajes” y, en concreto, destacó los jabalíes. En esa línea, Couselo sostiene que la caza es “una herramienta de gestión de la naturaleza”.

En este terreno, en los últimos meses los intereses de agricultores y cazadores han chocado. El pasado mes de junio Unións Agrarias anunciaba que reclamaría en los tribunales a los tecores los daños del jabalí en sus cultivos para lograr que la Consellería de Medio Ambiente “reaccione”. En respuesta los cazadores advirtieron que si esas demandas menudean, renunciarán a la gestión de la caza mayor en sus terrenos. Couselo incide en lo mismo y señala que la situación –que considera un “problema muy grande” en el ámbito autonómico y, en el caso de Pontevedra, en la comarca del Deza– puede acabar en la disolución de tecores y en que mucha gente cuelgue la escopeta.

Frente a los datos en caída libre de las licencias, Couselo, sin embargo, hace notar que en cambio cada vez son más los cazadores federados, aunque no es obligatorio. Porque “la unión hace la fuerza”, aduce. En 2020, según la Federación Galega de Caza, los cazadores inscritos superaron los 20.000.

Asociaciones animalistas como Libera! reciben el descenso continuo de licencias en Galicia con “satisfacción”, como señalaron en un comunicado en el que sostienen que “una mayoría social” rechaza la caza.

Por otro lado, en la memoria de actividad de la Federación Galega de Caza consta cómo el pasado año se registraron en la comunidad gallega 4.935 accidentes de circulación producidos por animales, de los que 4.311 fueron por animales cinegéticos. El jabalí, explica la entidad, es el animal de caza que provoca el mayor número de siniestros, con cerca de ocho accidentes de cada diez.

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