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Uno de cada cuatro presos usa móviles clandestinos en las cárceles gallegas

Hachís y miniteléfonos lanzados dentro de pelotas de tenis al patio de la prisión de Alalá Meco en mayo. P.N.

Caben en la palma de una mano y son más pequeños que un mechero o que un bolígrafo, así que esconderlos no es difícil. Los miniteléfonos móviles se mueven de forma clandestina en todas las cárceles españolas y su uso se ha disparado en los últimos años, según alerta la Asociación Profesional de Funcionarios de Prisiones (APFP). En los últimos veinte años, entre el año 2000 y abril de 2021, los funcionarios de prisiones se han incautado de 24.467 teléfonos móviles ilegales en los centros dependientes de Instituciones Penitenciarias, según los datos oficiales facilitados a petición del sindicato APFP por el Portal Transparencia.

Incautados en Galicia 709 teléfonos en los últimos veinte años

En las prisiones gallegas se requisaron en los últimos veinte años 709 teléfonos a una población reclusa de 2.974 personas. Es decir, las incautaciones de móviles, prohibidos dentro de la cárcel, afecta a uno de cada cuatro penados. Una cifra que el portavoz de la APFP, Paco Llamazares, considera muy elevado si se tiene en cuenta que cada interno puede hacer 9 llamadas diarias y, salvo orden judicial, no se graba ninguna conversación. Advierte de que estas incautaciones por parte de los funcionarios, contribuyen a la protección de las víctimas de violencia machista y permiten luchar contra el terrorismo y el narcotráfico desde el interior de los centros penitenciarios.

Teixeiro, el penal con más teléfonos requisados

El centro penitenciario coruñés de Teixeiro-Curtis, lidera el número de teléfonos requisados en Galicia, con 303 aparatos intervenidos. Le sigue la prisión pontevedresa de A Lama, con 166 móviles incautados, Lugo-Monterroso con 115; Lugo-Bonxe con 63; Ourense con 53 y el CIS de A Coruña con 9. Cabe resaltar que los años con mayor número de decomisos de teléfonos fueron 2020, 2019, 2017. El año pasado se intervinieron 8 teléfonos en A Lama, 12 en Bonxe, 43 en Monterroso, 3 en Ourense y 45 en Teixeiro. En el primer trimestre de este año se requisaron 12 en Bonxe, 5 en Monterroso y 3 en Teixeiro.

Miniteléfonos ocultos en el cuerpo

La gran mayoría de los internos prefiere llamar desde su celda a la familia, o bien seguir con sus negocios ilícitos. Estos teléfonos móviles se introducen en las cárceles de diferentes maneras, la último mediante drones. Lo habitual es llevarlos ocultos en alguna parte del cuerpo por parte de las visitas, similar a la que utilizan las “mulas” de la droga. Aunque suelen pitar en el control alegan que se trata de algún piercing o el aro metálico del sujetador. También se han descubierto móviles en el interior de suelas de zapatos, y hace algún tiempo en A Lama, en el interior de una radio que la familia pasaba a un narco.

Falta de medios y sin detectores portátiles

Paco Llamazares lamenta la falta de medios con que cuentan los funcionarios de prisiones para detectar los teléfonos móviles. “Los inhibidores de frecuencia funcionan bien cuando los centros penitenciarios están lejos de casas y polígonos industriales, como ocurre con A Lama. En caso contrario hay que bajar la presión porque sino el resto se queda sin teléfono y líneas de internet”, explica el portavoz de la APFP. Además, carecen de raquetas y detectores portátiles para la localización de móviles en las celdas, y por supuesto de soluciones frente al 4 G y 5 G.

Contra la captación de terroristas

“Esconden los teléfonos bajo azulejos, se lo pasan a un tercero... y no tenemos medios para detectar los móviles”, reitera Llamazares. El trabajo de los funcionarios contra el terrorismo radical islamista se centra principalmente en prevenir la preparación de posibles objetivos y evitar los procesos de captación de presos que pretende reclutar a otros, como ocurrió en mayo con un interno de Teixeiro por delitos contra el patrimonio, que se habría radicalizado durante su estancia en prisión.

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