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El miedo al COVID dispara los testamentos en Galicia

Los legados en personas de 50 a 60 años y la asignación de tutores a menores destacan entre los perfiles que más repuntaron

Hace décadas, un testamento solo se suscribía si alguien estaba muy enfermo, pero en los últimos años son cada vez más los que lo firman cuando se casan o se hacen con su primera propiedad. Aunque la mayoría de jóvenes y gente de mediana edad no tienen prisa por dejar por escrito quiénes serán sus herederos y cómo repartir sus bienes, el estallido del COVID ha provocado un cambio de mentalidad y ha llevado a las notarías a miles de ciudadanos que hasta ahora no tenían intención para recoger sus últimas voluntades ante el temor a que la pandemia no se lo permitiese en un futuro. Si bien el confinamiento que impuso el estado de alarma (del 14 de marzo a finales de junio pasado) frenó en seco prácticamente todas las actividades, una vez iniciada la desescalada se dispararon las citas en los despachos notariales para hacer testamento. Aunque en el conjunto del año en Galicia, estos trámites cayeron un 4,4% (se pasó de 48.587 en 2019 a casi 46.500 del ejercicio siguiente), en el último semestre se dispararon un 20%: 28.577 testamentos firmados entre julio y diciembre del año del COVID frente a los 23.770 del mismo periodo de 2019, según datos del Colegio Notarial de Galicia.

Este balance se traduce en una media diaria en el conjunto del año 2020 de 127 sucesiones tramitadas cada día. Pero tras levantarse el estado de alarma a finales de junio, la tendencia fue al alza y se registraron 160 diarios cuando durante el ejercicio anterior en el cómputo global la media había sido de 133 y en el último semestre se había quedado en 132, una cuarta parte menos que el ejercicio de la pandemia. No obstante, la diferencia es más abultada si no se tienen en cuenta los tres meses de confinamiento y paralización de la práctica totalidad de la actividad no esencial: Galicia habría cerrado el año de la crisis sanitaria con un volumen de testamentos superior al de 2019: 170 diarios, casi un 30% más.

Se trata de un traje a medida, que se ajusta a cada caso particular. Y su coste no resulta elevado: entre 40 y 60 euros. La inquietud fundamental de quienes acuden al notario a dar cuenta de su herencia es la de proteger a los hijos, pero también al cónyuge si los descendientes son menores, o en el caso de que se trate de testadores que tienen una empresa o actividad económica que quieren dejar asignada para evitar su disolución por discusiones entre los herederos.

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Las provincias de Pontevedra y A Coruña protagonizaron, por este orden, el mayor aumento de herencias a raíz del estallido del COVID, un 23,7% y un 19,9%, respectivamente en el segundo semestre. En Lugo, el incremento de estos trámites alcanzó el 19,4% y, finalmente, Lugo, un 11,2%.

"La crisis sanitaria ha elevado la sensación de vulnerabilidad", apunta Graíño

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Este incremento experimentado a partir de julio se debe, según destaca el decano del Colegio Notarial de Galicia, José María Graíño, a “la preocupación y el miedo generados por el COVID,” que, ante un eventual fallecimiento, determina que las personas quieran dejar ultimadas sus voluntades en un testamento ante notario.

“La fragilidad, la vulnerabilidad que afecta a las personas, como consecuencia de la crisis sanitaria ha provocado un cambio de mentalidad”, advierte Graíño. Ante la “incertidumbre y confusión”, los ciudadanos han buscado –añade– “prevención y orientación ante las dudas y “acudir al notario para planificar su sucesión les proporciona tranquilidad y seguridad jurídica”.

Desde hace años, la tendencia es que las personas otorguen su primer testamento desde más temprana edad. “El Código Civil permite a los mayores de 14 años otorgar testamento, aunque no es habitual”, detalla Graíño. Los perfiles de quienes hacen testamento son variados, pero la pandemia ha aumentado los casos no solo de ancianos, sino también de personas de mediana edad e incluso repuntaron los cambios de testamento. Desde el Colegio Notarial de Galicia destacan los casos de matrimonios o parejas de hecho, entre 30 y 40 años, que tienen hijos menores y cuya motivación es protegerlos por si fallecen los dos progenitores, nombrando tutores que se encarguen de su cuidado, educación y formación. También se produjo un incremento el número de testamentos entre los mayores de 50 a 60 años, en los que las disposiciones testamentarias más frecuentes se relacionan con la protección al cónyuge o pareja, legándole el usufructo universal o adjudicándoles bienes en pleno dominio, estableciendo medidas para los cuidados y apoyos necesarios a los hijos o familiares afectados por algún tipo de discapacidad grave.

La misma tendencia al alza en el otorgamiento de los testamentos se constata en otras comunidades, con un alza en el conjunto del país del 24% en último semestre.

En pandemia puede testarse en casa y sin notario

En casa y sin notario. En 1998 ya pensaron cómo hacer testamento en caso de pandemia. Mientras en condiciones normales se suele otorgar mediante la intervención de un notario, el Código Civil recoge qué hacer cuando se está pasando por una situación como la provocada por el estallido del COVID en marzo del año pasado. Se puede hacer en el propio domicilio y basta con tres testigos mayores de 16 años. No se exige que el documento se formalice por escrito, sino que, según la propia ley, “se escribirá el testamento, siendo posible; no siéndolo, el testamento valdrá aunque los testigos no sepan escribir”.

El artículo 701 del Código Civil se redactó pensando en las epidemias de cólera sufridas en España a lo largo del siglo XIX. Desde entonces no se había tenido que echar mano de él, pero con el estallido de la crisis sanitaria del coronavirus, más de 130 años después volvieron a producirse testamentos en casa.

Una vez otorgada la herencia, el documento tendrá validez mientras dure la epidemia y durante los dos meses posteriores a la misma. Pero, ¿qué ocurre con el testamento si se sobrevive a la epidemia y, afortunadamente, no se ha necesitado? En este caso, el documento pierde toda validez a los dos meses y habrá que ir al notario de la forma habitual.

En el caso de que el testador fallezca durante la epidemia o los dos meses posteriores, sus familiares disponen de tres meses, a contar desde el día del fallecimiento, para acudir a un notario para elevarlo a público.

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