Caída histórica de la emancipación juvenil por la pandemia

Tres jóvenes observan precios en una inmobiliaria

Tres jóvenes observan precios en una inmobiliaria / J. Lores

Paula Pérez

Paula Pérez

La pandemia ha agravado el ya acusado retraso en la emancipación juvenil. Las mayores dificultades para acceder al mercado laboral y el progresivo encarecimiento de los alquileres están frenando a muchos jóvenes que quieren levantar el vuelo. Ante esta situación, un total de 319.600 gallegos de entre 15 y 34 años siguen viviendo con sus padres. Son el 66,7 por ciento de la población situada en esa franja de edad. Se trata del porcentaje más alto desde que hay registros, según los datos de la Encuesta Continua de Hogares del Instituto Nacional de Estadística (INE).

Galicia es además la sexta comunidad autónoma con la tasa más baja de emancipación juvenil. Solo en Castilla y León, Andalucía, Canarias, Castilla La Mancha y Murcia hay un mayor porcentaje de jóvenes residiendo en el hogar paterno.

Galicia es la sexta comunidad con menos porcentaje de jóvenes independizados

La recesión de 2008 supuso el primer golpe a la emancipación de los jóvenes y sus consecuencias se prolongaron en el tiempo, pero en 2019 al fin se estabilizó el porcentaje de gallegos de menos de 34 años que vivían en casa de sus padres al reducirse ligeramente del 66,3 al 66 por ciento. Sin embargo, llegó 2020 y la irrupción de la crisis del COVID hizo caer de nuevo la cifra de jóvenes que se independizan: de 163.700 emancipados se pasó a solo 159.500. Es decir, hay al menos 1.200 gallegos más de entre 15 y 34 años viviendo en casa de sus padres y eso que la población total en esa franja de edad cayó un 0,6 por ciento en Galicia.

En todo caso, el retraso en la emancipación se concentra en el colectivo de menores de 25 años, justo en ese periodo crítico en el que se produce la transición al mercado laboral. La falta de expectativas para encontrar empleo incrementó en 6.900 los jóvenes que siguen viviendo con sus padres en el último año. En total, residen en el hogar materno nueve de cada diez gallegos en esa franja de edad, el mayor porcentaje de la historia: hace solo cuatro años estaban el 88,7 por ciento y ahora ronda el 93 por ciento.

Por el contrario, desde los 25 a los 34 años se registra un descenso el número de jóvenes que residen en casa de los padres, aunque este dato está influido por un importante descenso de la población en ese rango de edad de más de 6.000 personas. En este colectivo se han independizado ya el 56 por ciento.

Causas

Dos son las razones que explican este retraso en la emancipación juvenil de los jóvenes de entre 15 y 34 años. Por un lado, los trabajadores de menos edad, con contratos temporales y en precario, han sido los más castigados por la crisis derivada de la pandemia. Pero a la par, no se ha mejorado el acceso a la vivienda. El encarecimiento de las hipotecas y la subida de los precios del alquiler siguen siendo una barrera importante para aquellos que deciden abandonar el hogar de sus padres.

El Observatorio de Dinamización Demográfica había advertido ya del retraso en la emancipación juvenil que conllevaría la pandemia en el informe entregado a principios de año al Parlamento sobre el impacto de la crisis sanitarias en las dinámicas poblacionales de la comunidad autónoma.

“Se ha agravado el acusado retraso en la emancipación residencial y en la autonomía personal de los jóvenes afectados por la doble crisis, la económica iniciada en 2008 y la sociosanitaria y económica actual”, advierten los autores de este informe. Y esta situación tiene una consecuencia directa sobre la sangría demográfica que sufre Galicia: “se está retrasando cada vez más el calendario de formación de pareja y tener hijos, lo que explica en gran medida el constante retraso en la edad a la primera maternidad y a la primera paternidad”. Así, los expertos señalan que la edad para tener el primer hijo ha pasado de los 25,7 años en 1989 a los 31,9 años en 2019.

Soluciones

Los expertos del Observatorio de Dinamización Demográfica proponen varias medidas para paliar lo que ellos llaman “prolongación en la etapa de la juventud”. Por un lado, plantean mejorar la transición entre formación y comienzo de la vida laboral mejorando la calidad en el empleo. Así, por ejemplo, proponen apoyar más el emprendimiento juvenil.

Pero también reclaman medidas para facilitar el acceso a la vivienda. “Aprovechando la existencia de viviendas vacías con potencial utilidad tanto en el ámbito rural como en el urbano, aptas para habitar o rehabilitar”, defiende el observatorio.

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