Cadenas de borrascas, ríos desbordados, parroquias del interior convertidas en islas, embalses con una ocupación que superó el 90% de sus reservas o alertas por temporales. Esto fueron algunos de los efectos que dejaron las intensas lluvias registradas este invierno en la comunidad gallega. El final de 2020 y el arranque de este año estuvieron marcadas por una sucesión de frentes muy activos que obligaron a activar los avisos por intensas precipitaciones.

Esta situación meteorológica hizo que este invierno, entre los meses de diciembre de 2020 y febrero de este año, se haya convertido en el más lluvioso de las últimas dos décadas, con un 76% de precipitaciones por encima de los valores medios del periodo de referencia 1981-2010, según recoge el avance del informe climatológico del invierno elaborado por MeteoGalicia.

Los datos de precipitación registrados en las estaciones más representativas de la comunidad gallega hacen que este invierno se considere muy húmedo, teniendo que remontarse al año 2001 para encontrar una estación más lluviosa.

Según avanzó ayer el servicio meteorológico autonómico, los tres meses del periodo analizado se caracterizaron por registrar precipitaciones bastante elevadas, aunque destaca especialmente el pasado febrero. El segundo mes del año estuvo marcado por la influencia de varias borrascas muy activas y sus frentes asociados que explican que lloviese hasta un 139% por encima de los valores habituales, anomalía similar a la registrada de los años 2014 y 2016.

Durante ese mes se activaron varias alertas naranja por fuertes lluvias, en alguna localidades llegaron a superarse los 80 litros por metro cuadrado en apenas 12 horas, y la Xunta se vio obligada también a decretar el aviso por riesgo de desbordamiento de varios ríos.

El agua cubre el puente de la playa fluvial de Pozo do Boi Bernabé/Javier Lalín

También diciembre fue un mes muy húmedo en la comunidad, con un 67 % más de lluvias de lo esperado, mientras que enero se saldó con un 37 % más de precipitaciones de lo previsible en esa época, por lo que el periodo se caracterizó como húmedo.

El comportamiento de estos tres meses explican que, en su conjunto, el invierno climatológico se considere con carácter general en toda Galicia como muy húmedo, con un valor medio de las precipitaciones de 853 litros por metro cuadrado. Es decir, que si toda la lluvia permaneciera sin evacuarse, habría alcanzado una altura de 85 centímetros sobre el nivel del suelo.

Los valores más altos se concentraron en gran parte del oeste de la comunidad, pero también en zonas montañosas de las provincias de Lugo y Ourense, donde se llegaron a superar los 2.500 litros por metro cuadrado.

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En cuanto a las temperaturas de este el invierno climatológico que acaba de finalizar, la comunidad gallega se movió en los valores normales para esta época del año. De este modo, la temperatura media entre los meses de diciembre y febrero se situó en 8,8 grados, un dato dentro de la normalidad si se compara con la serie histórica representativa.

En cuanto al comportamiento de las temperaturas por zonas geográficas, los valores más extremos se localizaron en el Macizo central ourensano y en Pena Trevinca, con datos próximos a los -0,8 grados; y en el litoral de la comunidad, donde precisamente por la cercanía del mar se alcanzaron temperaturas medias de casi 12 grados.