Vivir en soledad hace más vulnerables a las personas mayores, pero si a esto se suma una situación económica precaria, se convierte en un drama. Y esta “tragedia”, tal y como la define la Sociedade Galega de Xerontoloxía, va en aumento. Según los datos del Instituto Galego de Estatística, más de 23.300 gallegos de más de 65 años que viven solos están en riesgo de pobreza. Son el doble que hace tres años. Si en 2017 solo uno de cada diez mayores residentes en hogares unipersonales estaba al borde de la penuria económica, en 2019 esta tasa asciende ya a dos de cada diez.
Las pensiones en Galicia están entre las más bajas del Estado y este factor influye. Pero además si hace años la práctica totalidad de los mayores tenían su casa en propiedad y habían ahorrado toda su vida para afrontar la jubilación, cada vez son más los gallegos que llegan a la vejez obligados a afrontar los gastos de un alquiler y sin apenas patrimonio, lo que los obliga a depender en exclusiva de su pensión.
En Galicia hay 122.731 mayores que viven en soledad. Aunque en el último año bajó el número de ancianos que residen en hogares unipersonales (6.500 menos), la evolución a largo plazo ha sido de constante incremento. En doce años este tipo de núcleos compuestos por un solo mayor de 65 años aumentó un 12 por ciento. Hay otros 104.000 que todavía viven con su pareja, según las cifras del Instituto Galego de Estatística.
En todo caso, el riesgo de pobreza afecta en mayor medida a los mayores que no comparten casa. En las viviendas donde residen dos o más ancianos esta tasa se sitúa en el 14,6 por ciento, cuando entre los gallegos de más de 65 años de hogares unipersonales sube al 20 por ciento.
En cuanto a sus ingresos el grueso de mayores gallegos cobra menos de 1.000 euros: un tercio del total no llega a “mileurista”.
Los ancianos que viven solos son la mitad de todos los núcleos unipersonales que hay en la comunidad autónoma y que en 2019 sumaron 238.371. El Instituto Galego de Estatística, en su Enquisa Estructura a Fogares, constata un incremento en el número total de hogares en la comunidad autónoma.
A pesar del descenso de la población, cada vez hay más núcleos. En 2019 se llegó a la cifra de 1.069.094 (son 6.200 más que el año anterior). Los hogares que más crecen son los compuestos por dos y tres personas –14.000 parejas más y un incremento de 4.300 en el segundo caso–.
En cuanto a la vivienda, el alquiler sigue ganado peso. Cada vez son más los hogares que pagan un arrendamiento: 157.500 en 2019 (casi 15.000 más en un año). Por el contrario, las viviendas principales con hipoteca se reducen a 184.000, cerca de 20.000 menos.
Eso sí, si hay menos hogares endeudados por la hipoteca, aumentan otro tipo de préstamos. Los que experimentan un mayor incremento son los créditos para pagar descubiertos o convertir deudas: hay 18.400 hogares que en 2019 recurrieron a este tipo de préstamo bancario, lo que supone un incremento del 40 por ciento respecto al año anterior.
Según destaca la Consellería de Facenda, el ingreso medio de los hogares gallegos aumentó en 2019 un 4,3 por ciento hasta situarse en los 2.290 euros mensuales, “lo que supone el séptimo año consecutivo en el que crece este indicador”. El área con más ingresos medios es Santiago, con 2.580 euros, y las más pobres, O Carballiño-Ribeiro (1.810 euros) y el sur de Ourense (1.816).
“Soledad y pocos recursos son el cóctel perfecto para tener menos esperanza de vida”
–¿Por qué hay tantos mayores solos en riesgo de pobreza?
–En general, por sus bajas pensiones. El 84 por ciento de los mayores en España son propietarios de viviendas. Pero esa situación se da entre los que no tienen rentas ni tienen vivienda en propiedad.
–¿Y por qué ha aumentado tanto en los últimos años?
–Ahora se está incorporando a la jubilación gente del sector industrial, con pensiones bajas, autónomos y otros que no han cotizado o no lo han hecho lo suficiente. También del sector del hogar y agrario, que es lo más común en Galicia y tienen pensiones mínimas.
–¿Afecta más a las mujeres que a los hombres?
–Sí, el factor de género tiene una incidencia importante. Hay más mujeres en esta situación, sobre todo de más de 80 años.
“Hay que promover el cohousing y las viviendas colaborativas”
–¿Qué consecuencias tiene?
–Ser mayor ya es un fastidio, pero si además de ser mayor, eres pobre y vives solo, es una triple tragedia. La soledad es causa de no pocas enfermedades, no solo mentales sino que también influye en la condición física porque se sale menos a la calle y se hace menos ejercicio. Hay estudios que dicen que tener más de 7 amigos con los que se tiene una relación frecuente aumenta la esperanza de vida en 7,5 años de media. Por eso, soledad y pobreza son el cóctel perfecto para tener menos esperanza de vida y morirse antes.
–¿Y qué se puede hacer para evitarlo?
–Hay que promover el cohousing y las viviendas colaborativas. El reto es abordar una respuesta social a las necesidades de estas personas. Hay que empezar a asumir que somos cada vez más longevos.
