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Acaba 2020: Lecciones en positivo

El año 2020 ha sido globalmente un horror. También en lo económico. Poco puedo añadir al diagnóstico por este lado. En cambio, me parece oportuno y necesario poner el foco en lo que hemos aprendido, en positivo, de la pandemia. A todas las escalas.

Hoy tenemos mayor consciencia sobre nuestra fragilidad e interdependencia. La globalización y la interconexión de las cadenas de valor, los flujos de todo tipo y en tiempo real hacen que ningún problema nos sea totalmente ajeno; de hecho, alguno que se produce a muchos miles de kilómetros acaba estallándonos a nosotros en cuestión de días o semanas. De lo anterior, debería salir un mayor consenso social y político para fortalecer estructuras de gobierno supranacionales y globales que nos permitan afrontar la siguiente crisis financiera, la siguiente pandemia o el reto del cambio climático; desde la Unión Europea a la Organización Mundial de la Salud. Y en este punto, permítanme una digresión. Los británicos cometen un error yéndose de la Unión Europea. Personalmente no descarto que se den cuenta de ello y vuelvan a llamar a la puerta antes de que acabe la década. Espero que entonces los volvamos a recibir con los brazos abiertos; pero sin concesiones como las que han disfrutado durante tanto tiempo.

El año que acaba también ha servido para darnos cuenta de la enorme importancia de la ciencia y la transferencia de conocimiento. Lo vivido es un magnífico recordatorio de que invertir en I+D+i es un gran negocio individual y colectivo. Basta cifrar las ganancias económicas que puede suponer adelantar un semestre el fin de la pandemia gracias a la investigación sobre vacunas. Razonamientos similares podemos plantearlos en otras áreas. Pero afrontar los problemas del futuro exige hoy formar y cuidar a los científicos y las estructuras en las que trabajan. No se pueden improvisar las estructuras de I+D+i.

Finalmente, me debo referir a la diversificación en las estructuras productivas. La crisis económica está siendo extraordinariamente asimétrica. Existen ramas y empresas que nunca han facturado como en 2020 y otras muchas que han resuelto bien el año; junto a otras que afrontan un desastre absoluto. Depender excesivamente de un sector (o de una empresa) es un riesgo mayor para una economía. Por eso, debemos reforzar esa diversidad. Y en el caso de Galicia eso pasa en buena medida por mirar los recursos ociosos del rural. Nuestro gran “tapado”.

Comenzaremos 2021 como acabamos 2020. Pero la cosa mejorará conforme avance el año. Y el segundo semestre será muy bueno, con sectores que vivirán una explosión de la demanda, como la hostelería. Pero no olvidemos las lecciones aprendidas.

*Director de GEN (UVigo) y del Foro Económico de Galicia

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