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Crónica Política

Los inocentes

Está visto –y lo que es peor; comprobado– que al señor ministro de Transportes le va la marcha, como se dice en el argot de la calle. De ahí que no pierda tiempo en ratificar anuncios que, de incumplirse más veces todavía, castigan de modo especial la sensibilidad de este Reino e incluso, si le queda, a parte del PSOE de aquí. Y así, a l señor Ábalos le falta tiempo, en cuanto se tocan esos casos “delicados”, para enviar heraldos que confirmen lo que se pone en duda, por más razones que la asistan. Y en todos estos años, con varios gobiernos, hubo muchísimas.

Lo del AVE, por ejemplo: bastó que la Xunta advirtiera que, según información propia, no estaría operativo en 2021, para que llegase la directora de ADIF, señora Pardo de Vera, y prometiese que todo iba según lo previsto. Pero como no mereció mucho crédito, tuvo que ser el propio ministro el que viajase –en compañía de doña Isabel, y de la conselleira Ethel Vázquez– a “inspeccionar” lo pendiente. Tras la visita, lo habitual: se proclamó que “este año, sí”, y los acólitos, nativos y foráneos, le hicieron la ola con entusiasmo visible, por si acaso.

La gran ventaja con la que juega este Gobierno central es que, salvo paralización de las obras “por falta de rentabilidad”, como en su día pidieron el entonces jefe de Ciudadanos, Rivera, unas agrupaciones del PSOE repartidas por España –y por supuesto, CiU–, algún día tendrá que ser. Pero, cuando llegue, nadie podrá negar que se ha perdido un tiempo precioso cuya recuperación será difícil, cuando no imposible. Ocurre que eso debería impedir. por un mínimo pudor político, que alguien se adjudique el mérito de rematar la obra, porque todos contribuyeron al retraso.

Sea como fuere, hay dos detalles que según se mire resultan significativos. Uno serio, la petición por la Xunta de una comisión de seguimiento de las obras, y otro circunstancial que se presta a la chanza: que Ábalos se haya apresurado a viajar en estas fechas, tan próximas al día 28, podría hacer que los mal pensados tomasen como una inocentada los anuncios. Sobre todo cuando son incompletos: en 2021–dijeron– quedarán pendientes 16 kilómetros entre Taboadela y Ourense, un tramo a resolver al ibérico modo. O sea, con una chapuza “temporal”.

Parece evidente que, a estas alturas. procede insistir en la cuestión de la credibilidad en materia ferroviaria, sencillamente porque –por supuesto en opinión personal–, nadie la tiene. Desde que el asunto estuvo sobre la mesa a nivel de anteproyecto, todos los ministros que han sido fallaron en predicciones de plazos y fin de los trabajos. Todos ellos sin excepción, y de colores diferentes, y solo los muy necios, o los muy hooligans de cada cual, osan siquiera discutirlo en serio. Pero hay algo que sobrepasa los límites de la impostura: que alguien quiera colgarle a los gallegos –y a las gallegas–- en sus espaldas el cartel de “inocentes”.

¿No?

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