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Crónica Política

El alivio

El alivio

Es, sin la menor duda, un gran alivio para la pesca gallega , sobre todo en plena tormenta acerca de las cuotas europeas, la noticia que acaba de publicar este periódico según la cual el gobierno regional de Malvinas reclama a Londres la exclusión de aranceles para faenar en aquellas aguas tras el Brexit. Cierto que la economía local depende en buena medida de esa actividad y por tanto la solicitud se hace para favorecer propios intereses, pero a diferencia de otras, se acompaña de sentido común y buen instinto de futuro, Aparte de que constituye un espaldarazo para la imagen, ya muy recuperada –afortunadamente– del sector español, castigado durante años por errores propios y exageración ajena.

Conste que se habla de “alivio” antes que de satisfacción plena porque en el Atlántico sur quedan todavía escollos políticos y administrativos como para enturbiar bastante el horizonte. Las aguas meridionales argentinas son caladero de buques de todos los países, y el gobierno de Buenos Aires declara la intención de aprovechar esa presencia para robustecer sus depauperadas arcas públicas. Algo lógico, si se tiene en cuenta que esa República está muy afectada por dificultades financieras, aparte el espíritu “patriótico” que rebosen sus ya conocidas exigencias.

Conste que cuando las elecciones allí dieron paso a un gabinete de la izquierda peronista, hace ya bastantes meses, algunas voces desde el gobierno español expresaron alegría y confianza. Se suponía que la proximidad ideológica iba a facilitar acuerdos a favor de mutuos intereses, pero hasta el momento muy poco se tiene avanzado, al menos en lo que a la pesca se refiere. En ese sentido cumple recordar que otros países disponen de facilidades –previa inversión– de las que España carece, por mucha fraternidad que exista entre kichneristas –doña Cristina es vicepresidenta–, socialistas y podemitas.

Como se puede comprobar, el espíritu gallego, muy extendido en buena parte de la población de aquel país, y que se resume en la celebérrima frase de “amiguiños, sí, máis a vaquiña” –o el pescado– “polo que vale”, sigue vigente allí. Pero con el señor Fernández como presidente, algunas gestiones aparentan paralizadas, otras a medio gas y sobre todo no se percibe un interés especial, ni español ni argentino, para dinamizarlas. Y como el tiempo vuela, es posible que cuando se pongan a ello el retraso implique, sino pérdidas, el pago de intereses de demora.

No se trata en absoluto de insistir en la utilización del Gobierno central como un muñeco del pim/pam/pum, porque en esto de la flota pesquera es muy posible que nadie desearía a la coalición mayores éxitos que Galicia. Pero es lo cierto que lo más “europeo” que hasta ahora aparentan Sánchez y sus ministros es precisamente su desinterés por ese sector, al igual que hace la UE. Hasta ahora.

Eso es medible, al igual que –como por otra parte resulta natural– la Xunta, en la medida de sus competencias, ha tirado del carro con una inteligente estrategia de la Consellería para aprovechar los lazos que unen a las dos comunidades. Pero hace falta más, mucho más, y de eso se tiene que encargar Madrid, en Bruselas y en Iberoamérica.

¿O no?

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