La crisis del COVID ha frenado las ventas de viviendas y ha provocado un nuevo repunte del alquiler. Y quienes se plantean comprar un inmueble ya no ponen sus ojos en pisos en el centro de las ciudades, sino que buscan en las afueras viviendas unifamiliares, más amplias, y, con preferencia, por las que tienen terraza y/o finca. La pandemia, con las restricciones impuestas por el estado de alarma y la implantación del teletrabajo, ha trasladado este modelo en el mercado de compraventas al de arrendamiento. Desde el arranque de este año se ha triplicado la demanda de casas para alquiler en los perímetros rurales de los ayuntamientos de las siete ciudades y en los concellos limítrofes. Antes del estallido del coronavirus, la búsqueda en las agencias inmobiliarias de este tipo de inmuebles se situaba entre un 5-8%, según la zona, pero en la actualidad ya alcanza entre un 15-20%. Es decir, uno de cada cinco clientes que quieren arrendar una vivienda en la comunidad buscan una casa unifamiliar en las afueras, una oferta que, según advierten desde la patronal inmobiliaria, es muy reducida.

La actual coyuntura económica marcada por el virus ha provocado un nuevo repunte de la demanda de vivienda en régimen de arrendamiento. “Cada vez son más las personas que, por falta de financiación, tasa de ahorro y coyuntura inestable laboral, no pueden acceder a una vivienda en propiedad y, por lo tanto, se derivan hacia un ya atomizado mercado de alquiler, principalmente en las grandes ciudades y su área de influencia, es decir, ayuntamientos limítrofes”, detalla el presidente de la Federación Galega de Empresas Inmobiliarias (Fegein), Benito Iglesias.

Con el coronavirus, el teletrabajo ha venido para quedarse y la patronal ve en la creciente demanda de viviendas unifamiliares, con finca, terraza o jardín, “la gran oportunidad” para que muchos municipios gallegos recuperen población. Aquellos ayuntamientos que dispongan de servicios como guarderías, colegios, centro de salud, fibra óptica y unas infraestructuras y comunicaciones adecuadas, son lo que tendrán una gran oportunidad para recuperar y fijar población al calor de las nuevas tendencias de compra y alquiler que buscan una combinación de espacio y comodidad.

Mientras las operaciones de compraventa se han frenado, el mercado del alquiler cobra fuerza, con esa tendencia al alza de la demanda en las afueras no solo para compra sino también para arrendamiento. “Esta evolución refleja un cambio de mentalidad importante que se consolida con el paso de los meses”, apuntan desde el sector inmobilario. Pero también advierten de que la oferta de este tipo de inmuebles es “muy reducida”, lo que ha provocado en los últimos meses un repunte de las reformas y rehabilitaciones de viviendas para ponerse en el mercado, ya sea con el cartel de “Se alquila” o “Se vende”.

El alquiler también atrae a parte de los 10.000 pisos turísticos de la comunidad. Tras el fin de la temporada de verano, cada vez más propietarios han optado por poner su inmueble en el circuito de comercialización tradicional.

En los últimos meses también ha habido un aumento de las viviendas anunciadas para el alquiler por parte de propietarios que hasta ahora habían preferido tenerlas vacías a arriesgarse a impagos por la crisis.

Estos dos factores han contribuido a aumentar la oferta de vivienda en alquiler en los últimos meses, llegando a aumentar en más de un tercio la que había en abril. En la actualidad son 4.750: 1.400 en Pontevedra, 2.400 en A Coruña, 450 en Lugo y 500 en Ourense.