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Las academias ya enseñan “online”

Estos centros, que imparten extraescolares y refuerzo de materias, combinan clases presenciales y virtuales | Los grupos reducidos facilitan la educación a distancia

Un aula en la academia Schoolhouse, de Vigo, que combina presencialidad con clases remotas R. GROBAS

Un millar de escolares gallegos guardan cuarentena en sus casas tras dar positivo por Covid, a los que se suman los afectados por el cierre de un total de 46 aulas en toda Galicia. Para que estos alumnos no se queden rezagados la Xunta dispone de una plataforma donde tienen acceso a contenidos digitales y pueden interactuar con su profesor, pero no es posible seguir a distancia las clases que se imparten en su centro. En las academias, sin embargo, van un paso por delante. Muchas de ellas ofrecen ya desde hace meses clases virtuales, en las que los estudiantes pueden seguir la explicación del profesor en el aula, plantear dudas o responder a las preguntas que les realiza el docente.

Alertan que el nivel académico bajó mucho debido al cierre de colegios

Eso sí, esto es posible porque estos centros, que dan clases extraescolares y de refuerzo, cuentan con grupos más reducidos de alumnos que en los colegios. En todo caso, los responsables de las academias advierten que la enseñanza virtual funciona bien con niños mayores de 10 años. Cuando son menores, aclaran que una clase virtual nunca podrá sustituir a la enseñanza presencial.

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Cuando el pasado mes de marzo estalló la crisis sanitaria y se decretó el confinamiento general de la población y el cierre de los colegios, algunas academias dieron ya el paso a la enseñanza online para que sus alumnos se mantuvieran activos.

La directora del Centro de Estudios Ágora de Vigo, Teresa Muñoz, se muestra sorprendida porque durante el confinamiento los profesores de los colegios “estuvieron desaparecidos”. “Fue una vergüenza”, critica. Y a consecuencia de este parón, el nivel del alumnado “bajó muchísimo”.

“Con los mayores la educación virtual funciona bien, con los pequeños, no”

Teresa Muñoz - Centro de estudios Ágora

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No es la única que ha apreciado las consecuencias negativas del cierre de los centros educativos durante la primera ola de la pandemia. “Ha sido un desastre. Los niños vienen ahora con unas carencias muy importantes”, lamenta Leticia Rodríguez, titular de la Academia Alga de Vigo.

Estas academias mantuvieron su actividad durante el estado de alarma incorporando la enseñanza online. Cuando finalizó el confinamiento se retomaron las clases presenciales, eso sí guardando la distancia de 1,5 metros entre los alumnos, lo que ya obligó a muchas a rebajar aún más el número de alumnos por clase, que en estos centros ya acostumbra a ser reducido puesto que se intenta dar una atención específica a cada uno de los estudiantes para reforzar aquellas materias en las que más flojea.

“Las clases virtuales son una opción, pero se nota la falta de empatía con el alumno”

Leticia Rodríguez - Academia Alga

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A estas precauciones se sumó la semana pasada una nueva restricción: la limitación del aforo al 50 por ciento. Esto no significa que las academias tengan que reducir a la mitad las clases. Se debe calcular primero la capacidad de cada centro en función de los metros cuadrados hábiles y dividirlo entre 1,5 para saber su aforo completo. La directora y propietaria de Schoolhouse, Mari Luz Janeiro, explica que han tenido que recurrir al departamento de Urbanismo del concello para saber exactamente cuál es su aforo. Aún así, confían en no tener que recortar el número de alumnos por clase, puesto que trabajan ya con grupos reducidos de en torno a diez personas.

De momento, esta academia de idiomas ha partido las clases a la mitad, de manera que una parte de los alumnos acude presencialmente y los otros siguen la explicación del profesor desde casa. Y se van turnando, de manera que cada niño acuda al menos un día a la semana al centro y otro reciba clases virtuales.

“Colocamos cámaras en las aulas y contratamos un técnico que atiende incidencias”

Mari Luz Janeiro - Schoolhouse

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“Pusimos cámaras en las clases y contratamos un profesional para prestar apoyo técnico y solucionar incidencias”, explica Mari Luz Janeiro. Aunque el sistema está funcionando bien, advierte que la virtualidad no es la mejor opción. “Las clases remotas no nos gustan. No es lo mismo que entrar al centro y sumergirte en el idioma...”, explica.

En eso coinciden todas las academias. “En la enseñanza virtual el resultado no es el mismo”, dice Teresa Muñoz, del Centro de Estudios Ágora.

Con los alumnos de menos edad el profesor debe esforzarse más por conseguir su atención y que no se despiste. “En las clases virtuales se nota la falta de empatía con el alumno. Nos cuesta más fidelizar con los más pequeños”, explica Leticia Rodríguez, titular de la Academia Alga, también en Vigo.

Según explica, a veces en medio de la clase virtual los niños de menos edad piden permiso para ir al baño y no vuelven. “Se entretienen en el pasillo o con un juguete y desaparecen”, cuenta Leticia. Por eso intentan captar su atención planteándoles retos que no necesariamente tienen que ver con la clase. “Les decimos que al acabar el ejercicio les cronometramos a ver cuánto tardan en ir a la cocina y coger un plátano o una galleta y de esa forma conseguimos que estén atentos”, explica esta profesora de Alga. Cuando se trata de alumnos de menos edad, es fundamental la implicación de los padres.

Además en la educación online el whatsapp es una fundamental, para poner deberes, enviar fotos con ejercicios o simplemente para estar en contacto.

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