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"¿Por qué la gente no puede hacer otra vida para que esto pare?"

El padre de Patricia, sanitaria, pasó 88 días en UCI y trata las secuelas con rehabilitación diaria - Ella inicia una cuarentena en vacaciones para volver a verlo - "Evoluciona, está contento y somos felices"

Patricia con las fotos de familia que su padre Manuel Vázquez tenía en la UCI, donde pasó 88 días. FDV

Patricia Vázquez es técnica en emergencias sanitarias del 061 desde hace 15 años. Tiene 42. Ayer terminó un turno intenso y empezó sus vacaciones iniciando una cuarentena por elección propia. Quiere volver a ver a su padre y asegurarse de que irá a Cortegada sana, para protegerlo. Manuel Vázquez, de 72 años, estuvo 88 días en la UCI del hospital público de Ourense tras ingresar en marzo, en la primera ola del coronavirus. Con rehabilitación diaria, "una mente positiva" y paseos "siempre con mascarilla" por su pueblo, evoluciona paso a paso de las secuelas que la enfermedad y el ingreso en la unidad de críticos le dejaron en el organismo. "Llevo dos meses sin verlo y no me quiero arriesgar a pasarle una infección cualquiera. He estado en contacto por teléfono y ahora, en las vacaciones, una parte será para hacer la cuarentena necesaria y, el resto, para poder estar con él. Mi vida desde marzo no volvió a ser la misma".

El 19 de junio, cuando en la provincia de Ourense solo 24 personas estaban diagnosticadas con infección activa de Covid-19 y no se registraba ningún ingreso en planta o en cuidados intensivos -según los datos de ayer, hay 1.592 pacientes, y 98 permanecen hospitalizados-, Patricia celebraba la salida de su padre del área de críticos, con un llamamiento a la responsabibilidad. "Este virus sigue conviviendo con nosotros. Seamos prudentes porque no hay tratamiento ni vacuna. No salgamos a la calle como si no pasara nada. Que la gente piense que nadie está libre". Esta clase de mensajes de prudencia no calaron demasiado, por desgracia, y la segunda ola irrumpió con fuerza tras germinar en verano, en plena desescalada. "Entonces ya se estaba viendo que iba a pasar lo que está pasando, porque casi nadie está concienciado", dice Patricia con malestar ante la falta de responsabilidad social que aprecia. "Cuando empezó el verano y abrió todo, y venías del trabajo y las terrazas estaban abarrotadas, entre nosotros hablábamos de que eso nos iba a llevar a una segunda ola. La gente se lamentaba por la situación económica, pero no veías que cambiara la forma de participar en la vida. Se siguió saliendo por las noches, yendo de vacaciones, moviéndose. Yo no pisé la playa, por ejemplo, y me encanta. Mis padres tampoco. Nuestra vida cambió totalmente. Preferimos cambiar nuestras vidas para que esto pare, ¿por qué la gente no puede hacerlo?", retrata Patricia. "Pienso en la Navidad y van a ser las más tristes, porque la mayoría de la gente no quiere cambiar".

Manuel, natural de Pontedeva y vecino de Cortegada, viajó junto a su mujer Milagros a Benidorm, con el Imserso, antes de que la pandemia arrollara a España. "Ellos son como personas siamesas, llevan juntos toda la vida, desde los 16 o 17 años. Se compenetran muy bien, son compañeros y amigos". El matrimonio regresó a casa el 13 de marzo. El hombre, que nunca había tenido una enfermedad grave, ya no se sentía bien y lo achacó a una gripe por haber bajado a la playa sin chaqueta. La madrugada del 21 al 22 de marzo ingresó en el hospital. Estuvo 88 días en cuidados intensivos. La señora no se infectó.

"Él continúa evolucionando y ya no necesita oxígeno a lo largo de 24 horas. Cada vez necesita sentarse menos cuando sale a caminar. Eso refuerza su autoestima, para él supone ir creciendo". Manuel, padre de tres hijas, desayuna y sale a dar un paseo matinal. Una ambulancia lo traslada a rehabilitación en el hospital de Piñor. Acude todos los días, de 15 a 16.30 horas. "Le vino como agua de mayo, ha mejorado mucho. En el ingreso perdió como unos treinta kilos y ha recuperado parte de ese peso. Tenía los hombros como oxidados y apenas fuerza. Ahora está mucho mejor a nivel muscular. Vemos que va para adelante, que no se estanca, y eso nos da ilusión. Lo notamos contento y somos felices", celebra la hija.

Patricia tiene una perspectiva muy distinta a antes de que la pandemia la afectara tan de cerca. "Ahora no quiero pasar ni un solo día sin decirle te quiero", confesaba tras la salida de la UCI de Manuel. "Le decimos que no se olvide de que lo queremos", enlazaba ayer. "La prioridad es son la familia y la salud", afirma. "Te cambia la forma de ver la vida, das prioridad a la vida. Yo, por ejemplo, tengo mi piso en venta porque me quiero comprar una casa en un pueblo apartado y tranquilo. No quiero saber nada de ciudades ni edificios".

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