Moderación y estabilidad fueron las banderas del discurso con el que Alberto Núñez Feijóo fue investido ayer oficialmente presidente de la Xunta por cuarta legislatura consecutiva, igualando los registros de Manuel Fraga. Si su periplo en San Caetano comenzó marcado por la crisis financiera mundial que estalló a finales de 2008, ahora se enfrenta a la causada por la pandemia de coronavirus. Para superarla, abogó por la "cooperación" entre instituciones, mensaje que combinó con un reproche al Gobierno central de PSOE y Unidas Podemos, al que exigió liderazgo y hacer copartícipes de las decisiones a las comunidades autónomas.

"La moderación no es debilidad, sino fortaleza, y la estabilidad no es inmovilismo", describió durante un discurso en el que se emocionó varias veces. "Esta cuarta investidura es más emocionante que la primera", reconoció un Feijóo que en 2024, cuando acabe la legislatura, habrá sumado tres lustros a los mandos de San Caetano.

En ese período, ha visto pasar a medio centenar de presidentes autonómicos y tres presidentes del Gobierno (José Luis Rodríguez Zapatero, Mariano Rajoy -presente ayer en la investidura- y Pedro Sánchez), así como nuevas formaciones que parecían haber llegado para quedarse, como las mareas, y se han acabado diluyendo.

Feijóo aspiraba hace un año a que la presente legislatura marcase un despegue económico a rebufo del Xacobeo 2021, que pudiese ir incrementando recursos económicos como desde 2016, dejando atrás los recortes obligados de sus cuentas durante su primera etapa, en la que llegó a contar con 3.000 millones de euros menos que el bipartito debido a la crisis anterior, que dejó la economía española al borde del rescate y la quiebra.

El momento actual es crítico, tanto que Feijóo esquivó por prudencia durante sus discurso de investidura cualquier nuevo proyecto o promesa de gasto, consciente de que lo se avecina será durísimo. Ayer pidió no mentirle a la ciudadanía ante "la imposibilidad de precisar el día en que podamos decir que esta pesadilla acabó; ahí la verdad".

En ese punto, insistió en un mensaje lanzado en los últimos tiempos y que reiteró el viernes tras participar en la Conferencia de Presidentes. "La cooperación, que siempre es necesaria, se ha vuelto imprescindible en la actual situación y la Xunta seguirá siendo una administración leal y colaboradora", prometió

Esa colaboración, sin embargo, no impidió que dejase clara su oposición a la forma de luchar contra la crisis por parte del Gobierno, al que en los últimos días afeó dar a elegir a las comunidades entre el mando único del estado de alarma y la inhibición central. "No puedo ignorar que la pandemia es una de las peores pruebas a las que se enfrentó nuestro sistema político. Es innegable que se producen desajustes en la articulación de las diferentes administraciones", espetó en presencia de la ministra de Política Territorial y Función Pública, Carolina Darias.

Algunos de esos errores "derivan de la que es una errónea concepción del Estado de las Autonomías. En él, la gobernanza debiera ser algo habitual y espontáneo y no presentarse como una concesión derivada de una situación excepcional", añadió un Feijóo al borde del llanto en varias ocasiones, con problemas para contener la emoción especialmente al recordar a su familia.

Y en esa "cogobernanza" que demandó, Galicia no solo propondrá, sino que actuará, según prometió. Hace días ya avanzó que la Xunta remitirá al Congreso un proyecto de ley orgánica de salud pública y antes de fin de año elaborará un texto para reformar la Lei de Saúde Pública. "Galicia no va a ser gobernada por los acontecimientos ni será un espectador pasivo", aseveró.

Tras dos legislaturas en las que la presencia de AGE, primero, y En Marea, después, contribuyó al debate sobre la vigencia del modelo constitucional actual, Feijóo aprovechó los resultados del 12-J, en el que el primer espacio político desapareció del Parlamento gallego y los populares alcanzaron los 42 diputados, el segundo mejor resultado de su historia,

Ahí Feijóo reivindicó su visión del "galleguismo histórico" con el que se quiso emparentar, "obsesionado con evitar las discordias" y hallar "hilos" de unidad, pese a las batallas que mantuvo cuando lideraba la oposición, por ejemplo, a raíz de la política lingüística. "Encontramos finalmente ese hilo en la democracia constitucional española y en el autogobierno gallego", resumió.

Su mensaje tenía más calado del aparente, pues supone la reivindicación de lo que Podemos tacha de "régimen del 78" en un momento de cuestionamiento de la monarquía parlamentaria. La prioridad es la crisis, aunque la respuesta está condicionada al diálogo ante la falta de apoyos suficientes al Gobierno central para garantizar la aprobación de los presupuestos generales o el techo de gasto. "Galicia le pide a sus dirigentes una gobernanza afectiva y efectiva en la que tengan prioridad los problemas prioritarios y se alejen de la discordia", aseguró.

De la misma manera, reivindicó el actual marco frente a las tensiones territoriales generadas por el conflicto catalán. "España es un Estado compuesto, no un mosaico descompuesto con las piezas esparcidas. La Xunta de Galicia y el Gobierno central son dos componentes del Estado que la Constitución no situó frente a frente, sino al lado de los mismos ciudadanos para trabajar juntos", indicó en una sesión marcada por el coronavirus, con alrededor de 60 personas en la sala principal del Parlamento y otras 200 repartidas por varias dependencias del pazo do Hórreo.

El mensaje al Gobierno central para que "cogobierne" la respuesta a la crisis fue recibido en primera línea por la ministra de Política Territorial y Función Pública, Carolina Darias, que evitó polemizar y consideró también necesario que las diferentes administraciones vayan de la mano. "En tiempos de dificultad para el entendimiento, la comprensión no solo es posible, sino también necesaria", declaró a los medios antes de considerar que la cogobernanza necesaria para ayudar a la población a mitigar los daños socioeconómicos causados por la pandemia.

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Feijóo promete su cargo apelando a la "moderación" y al entendimiento

La oposición gallega le deseó suerte a Feijóo en la tarea que tiene por delante cuatro años, en la que todos apelaron esta semana a la necesidad de llegar a acuerdos, pero exhibieron sus diferentes recetas para superar la recesión.

La portavoz nacional del BNG, Ana Pontón, reclamó al presidente de la Xunta "altura de miras" y que el refuerzo de su mayoría absoluta -pasó de 41 a 42 escaños de 75- "no le impidan ver los problemas de los gallegos" y llegar a acuerdos.

"La pandemia sigue entre nosotros y nos ataca en el ámbito sanitario y económico", indicó Pontón, que considera necesarios "cambios estructurales" y "aprender de las lecciones" para no caer en la rutina y en las mismas recetas de austeridad que en el pasado.

Un similar punto de vista mostró el líder del PSdeG, Gonzalo Caballero, que abogó por recetas "diferentes a las de los recortes del PP" para "que nadie quede atrás en esta crisis y se realice una reconstrucción equitativa".