Salvamento Marítimo recibió ayer la alerta del velero de la Armada Mirfak, del Centro Naval de Regatas, tras sufrir el ataque de un grupo de orcas a dos millas náuticas de Corrubedo mientras navegaba hacia Baiona para participar en una regata.

Los tripulantes grabaron en vídeo la embestida, donde se percibe cómo uno de los cetáceos golpea el timón y acaba arrancando parte del mismo.

Estado en el que quedó el timón del Mirfak. // Cedida

Según fuentes de Salvamento, el primer aviso que recibieron sobre estos animales fue el del velero francés Daito. Los tripulantes de la embarcación explicaron que mientras iban rumbo a Portugal, sufriero el ataque de algún cetáceo por lo que tuvieron que hacer escala en Baiona para comprobar si el casco de la nave había sufrido algún daño.

"No es para nada normal lo acontecido", ha explicado Alfredo López, biólogo de la Coordinadora para el Estudio de los Mamíferos Marinos (Cemma) con sede en Nigrán, Pontevedra, quien señala que la mayoría de las veces estos mamíferos "no hacen ni caso de los barcos". En todo caso, López comenta que "alarmante no debería ser", aunque sí "extraño", por eso los investigadores han estado este lunes examinando la embarcación francesa, "para estudiar cómo ha sido el contacto y tratar de reconstruir cómo fue el momento desde el punto de vista del animal", algo que esperan les permitan hacer también con el velero de la Armada.

Tras estas alertas, Salvamento Marítimo lanzó un radioaviso para informar de la presencia de estos grandes cetáceos en aguas en las inmediaciones de las Rías Baixas, advirtiendo a cualquier embarcación de que, en caso de avistamiento, no intentaran aproximarse.

El último avistamiento de la manada de orcas se produjo esta misma tarde, alrededor de las 16.40 horas, cuando los tripulantes del velero Sonora informaban de que habían visto a los grandes cetáceos entre las islas de Sálvora y Ons.

Aunque no son fáciles de ver, la presencia en las Rías Baixas de orcas, la especie más grande de delfínido, no es tan difícil de explicar, ya que es un lugar de paso para el atún, una de sus presas favoritas, en su migración hacia el norte. "Ya las habíamos detectado, pasan todos los años una o dos veces por aquí", apunta Alfredo López, quien señala que Cemma está en contacto con otros investigadores en el sur del país que les informan siempre que avistan a estos cetáceos de complexión robusta en el Golfo de Cádiz y a su paso por el cabo San Vicente, tras lo cual suelen tardar unos diez días en llegar a las costas gallegas. "El primer grupo pasó hace diez días", concreta el biólogo, que cree que con el "potente paso de atún" que se está produciendo, en las próximas jornadas es posible que arriben más