Ni pintalabios, ni otros productos de cosmética o de belleza. Pero tampoco medicamentos antigripales u otras medicinas que corten por lo sano un catarro de verano o erradiquen una desafortunada diarrea. La pandemia ha modificado los hábitos de consumo farmacéutico de los gallegos. De hecho, profesionales de la comunidad comentan que el negocio de la parafarmacia se encuentra bajo mínimos. Sin embargo, tras el confinamiento, tal y como se esperaba, se ha disparado el gasto y la preocupación por hacerse con mascarillas, geles desinfectantes o guantes. Y en algunas zonas también advierten del aumento de la demanda de tranquilizantes y de tratamientos para frenar la caída del pelo.
El consumo farmacéutico ha ido a "menos" en los últimos meses, traslada Santiago Leyes, presidente del Colegio de Farmacéuticos de Ourense. Tras un primer momento de "caos" en busca de mascarillas, profesionales del sector explican que la situación ahora está más "normalizada". "Al principio de la crisis sanitaria, hubo un incremento en el consumo de productos de higiene, desinfección o protectores inmunitarios, como vitaminas", confirma Manuel Carrascal, presidente de la Asociación de Farmacéuticos de Pontevedra (Asfarpo) y titular de una botica.
Aun así, y pese a un bajón en la demanda en las últimas semanas, debido a la competencia de otros establecimientos, como tiendas de marcas de ropa, los productos que están relacionados con la prevención del Covid-19 siguen "marcando la diferencia" en las ventas de las farmacias, indica Leyes. Aunque no ocurre lo mismo con la parafarmacia, un negocio que prácticamente se cerró durante el confinamiento y que todavía no se ha recuperado. "Prácticamente no se vende. Porque la gente va con mascarilla y ya no se pinta los labios, ya no se maquilla. No son productos de primera necesidad", pronuncia María José García, presidenta de la Federación de Farmacias de Galicia y titular de una. "El negocio no se ha recuperado porque el mercado se ha reducido", insiste el presidente del Colegio de Farmacéuticos de Ourense. Aunque hay excepciones, declara García: "Las mascarillas y los geles están generando muchos problemas, mucha agresión en la cara y en las manos. A la farmacia llega gente con las manos destrozadas, por lo que se están vendiendo más cremas específicas para pieles sensibles".
Además, la propia García expresa que igualmente han subido las ventas de productos para intentar frenar la caída del cabello, fenómeno que se debe al "estrés" y "nerviosismo" al que están sometidas las personas ante la incertidumbre sanitaria y económica del país. En este sentido, y en relación a la ola de crisis mental que vienen advirtiendo psiquiatras y psicólogos clínicos, Carrascal anuncia una mayor compra de tranquilizantes, así como de productos para conciliar el sueño. "Esta sensación de inquietud provocada por el confinamiento, el aislamiento social y la crisis económica ha derivado en el incremento del consumo de este tipo de productos, desde los más naturales, como la valerianas, pasifloras o melatonina, hasta benzodiazepinas, que son de descripción médica", destaca.
Por contra, está habiendo menos necesidad de medicamentos enfocados a alergias. Habla Leyes: "Al estar usando mascarilla, el paciente no requiere de antihistamínicos". En esa misma línea se pronuncia García: "Lo normal es que en verano venga gente con catarros y ahora no hay ninguno. La mascarilla alivió muchas patologías: los resfriados, las gripes y las alergias desaparecieron".
Con la restricción de la movilidad y las precauciones que se está tomando la población en general, también parecen haberse esfumado las denominadas "diarreas del viajero", lo que ha provocado "una menor dispensación de probióticos, protectores estomacales y antiácidos", manifiesta Carrascal.
