La factura con el fisco para la práctica totalidad de herederos gallegos en vía directa (padres-hijos, abuelos-nietos o cónyuges) es cero desde 2016. De ser una de las comunidades que más recaudaba por el impuesto de Sucesiones, Galicia se ha convertido en un territorio donde abrir un testamento ya no es un quebradero de cabeza por el desembolso que acarreaba (una media de 6.200 euros). Cuatro años después de las primeras exenciones fiscales aprobadas por la Xunta para herencias en línea ascendente y descendente, el impacto las cuentas autonómicas se ha traducido en una recaudación de 131,3 millones en 2019, un 34,2% menos que un año atrás y casi un 40% menos que antes de la reforma. Hasta un total de 107.641 gallegos recibieron el año pasado una herencia de un familiar directo y no pagaron ni un euro por decir sí al testamento abierto, un 2,3% más que en 2018 (poco más de 105.000) y un 71% más que el primer año de la reforma (casi 63.000). ¿Los beneficiados? Aquellos contribuyentes que recibieron bienes de sus padres, abuelos o cónyuges que por un importe inferior los 400.000 euros -desde enero de este año la exención afecta a los legados de menos de un millón de euros-.

Junto con las exenciones fiscales en Sucesiones y Donaciones, la bajada de los tipos impositivos sobre Transmisiones Patrimoniales y actos jurídicos documentados -deducciones del 100% para favorecer la compra de vivienda habitual por parte de familias numerosas, personas discapacitadas y jóvenes en zonas rurales y deducciones para promocionar la venta de suelo industrial, entre otras- benefició a 29.019 contribuyentes el año pasado.