Los candidatos que ayer participaron en el debate electoral a siete dejaron claro que las opciones de los gallegos tras el 12 de julio se reducen a dos opciones. Una liderada por Feijóo y otra formada por una "mayoría progresista" que agrupe a todo el voto de la izquierda. Ante esta tesitura, el candidato de la PP y actual presidente de la Xunta reivindicó su experiencia y la estabilidad de un proyecto que ya lleva once años a los mandos que le permitiría ponerse a gobernar al día siguiente de las elecciones, mientras que los partidos de izquierda, que esbozaron una eventual alianza -con llamamientos más intensos por una parte que por otras- apelaron a una gran movilización para cerrar el paso a la derecha.

El plató de la TVG reunió a siete candidatos en un debate inédito por la cantidad de participantes y por las circunstancias en el que se produjo, marcado por la pandemia del coronavirus que ahora ya está mostrando el inicio de una profunda crisis económica. De ahí, que la gestión de la epidemia, los recortes presupuestarios del pasado, el recuerdo de las víctimas o las medidas para iniciar la reconstrucción modelaran las intervenciones de los actores políticos: Feijóo por el PP, Gonzalo Caballero (PSOE), Antón Gómez-Reino (Galicia en Común), Ana Pontón (BNG), Pancho Casal (Marea Galeguista), Beatriz Pino (Ciudadanos) y Ricardo Morado (Vox).

Los posibles pactos salieron a relucir. La izquierda dio a entender que no habría demasiados problemas para entenderse -constantes fueron las llamas de Gómez-Reino en este sentido-, si bien tanto Caballero como Pontón se esforzaron por erigirse como líderes de esta alternativa y aunque no la bendijeron explícitamente, se dejaron querer. En lo que sí coincidieron totalmente fue en esgrimir que si a Feijóo no le llegan los votos para obtener una nueva mayoría absoluta, recurriría a los apoyos de Ciudadanos y Vox. El presidente de la Xunta, en todo caso, eludió mostrarse de acuerdo con esta opción.

Es más, indicó que solo había dos posibilidades tras el 12 de julio, o una Xunta con solo un partido, el PP, o la alternativa formada por la izquierda y los "diez partidos" que la forman, y que tanto Vox como Ciudadanos no entran en sus planes. "A mí no me vigila Vox", dijo del partido de Santiago Abascal, al que instó a aclararse sobre lo que quiere para Galicia. Y en cuanto a Ciudadanos, le espetó a Beatriz Pino -tras ofrecerle esta su apoyo a cambio de entrar en la Xunta para modular sus políticas- que las papeletas emitidas en favor del partido naranja son "votos perdidos" porque solo favorecían a la izquierda.

Feijóo fue eco de las críticas por parte de todos, más encendidas en unos casos que en otros. Le acusaron de perjudicar con sus recortes y políticas privatizadoras la sanidad, la educación, la atención a los mayores o la generación de empleo. Pero el candidato de la Xunta contraatacaba con otros números para poner en valor su gestión de los últimos años y reivindicar la estabilidad que aporta a Galicia así como la experiencia, dos condiciones necesarias para, según dijo, afrontar con garantías reconstrucción de la comunidad tras el impacto de la pandemia.

"Soy el único que puedo acreditar gestión de dinero público y el único, si gano, que puede ejecutar su programa desde el primer día; ofrezco certezas y confianza", dijo. Enfrente, añadió, habría un gobierno formado por diez partidos o el "tridente" de una coalición. "Yo propongo estabilidad y gestión. ¿Cuál es su programa? ¿Son compatibles entre sí?", le preguntó a los cuatro partidos de izquierdas presentes en el debate.

Feijóo defendió no solo la gestión de la crisis sanitaria, sino de sus once años, argumentando la creación de empleo, el refuerzo del presupuesto sanitario, la contratación de más personal en hospitales y centros de salud, la creación de plazas en guarderías y centros de mayores o la reducción a la mitad de la tasa de abandono escolar o de la pobreza.

Los demás partidos -salvo Vox y Cs- le afearon que dibujara una realidad paralela que en nada se correspondía con la situación de Galicia. El debate entró en una fase donde cada dato ofrecido por el presidente era rebatido por los demás, ya fuera de producción industrial, creación de empleo, atención sanitaria, tasa de desempleo o cierre de empresas. Aunque incluso las cifras eran distintas según quien fuera el que las aportaba. De la misma forma que discrepaban con las cifras, también le pedían que reconociera su errores, sobre todo en la gestión de la crisis sanitaria, algo a lo que Feijóo no solo se negó, sino que sacó a relucir los elogios que recibió del Gobierno central.

Gonzalo Caballero insistió en que para salir de la crisis no es lo mismo que gobierne la derecha que la izquierda y se erigió en el líder de la alternativa progresista, para lo cual apeló a una gran movilización del voto de izquierdas. Él tiene muy claro que Feijóo recurrirá a Vox y a Ciudadano si le hace falta el apoyo para mantenerse en la Xunta. "Hay que salir de la crisis con políticas de progreso, no dejando a nadie en la cuneta y con el refuerzo del estado del bienestar frente a los recortes del PP que cuando gobierna salva a la banca", censuró.

Gonzalo Caballero, quizás el candidato que más entró en el cara a cara en el debate, comentó que Feijóo no tiene ni idea de economía, que lo suyo son los recortes y las privatizaciones y que oculta su verdadera esencia. "Intenta aparentar una cierta moderación pero alguien que destruye el empleo -70.000 puestos en esta legislatura- y privatiza la sanidad no está en condiciones de conducir la reconstrucción. Ejerce políticas letales para los servicios públicos", agregó.

Ana Pontón se reivindicó como la primera mujer capaz de ganar la Xunta y de liderar esa alternativa de izquierdas, que como primera medida sería "alcanzar un acuerdo de país para iniciar la reconstrucción del país". Acusó a Feijóo de ser un "gran manipulador", de inacción en la política industrial o de provocar la desaparición de las cajas de ahorro. Propuso avanzar en el autogobierno y en la confianza de los gallegos como pueblo para acabar con la etapa del PP que llevó los gallegos a vivir ahora peor que hace diez años.

Gómez-Reino también reclamó una gran movilización del voto de izquierdas y fue el candidato que más proclive se mostró a tejer una alianza con el PSOE y el BNG, soltando varias veces que no habría demasiados problemas en ponerse de acuerdo para desbancar a Feijóo de la Xunta. "Galicia lleva diez años en cuarentena y necesita nuevas ideas para construir el futuro", espetó.

Insistió que un gobierno progresista pondrá fin a los recortes y a las privatizaciones, que se reforzará el sistema sanitario y que terminará con la concepción de los mayores como "mercancía" para los fondos de gestión que explotan las residencias. También le afeó la "lista interminable" de casos de corrupción y empresas cerradas a causa del PP.

Pancho Casal se presentó como el candidato sin ataduras, que no obstante apoyaría a un gobierno de izquierdas aunque no tiene pretensión de entrar en la Xunta. "Las opciones son tres, el PP, el tripartito de Sánchez o Marea Galeguista, que no tenemos las manos atadas", indicó.

Por parte de Ciudadanos, Beatriz Pino reclamó su protagonismo en Galicia y reivindicó su presencia en el Parlamento por lo mucho que puede ofrecer. "Tenemos mucho que ganar, Galicia merece una oportunidad con Ciudadanos", comentó.

Ricardo Morado no hizo amigos. Mantuvo un discurso duro en el que llamó "criminal" al Gobierno central y alumno del nacionalismo a Feijóo. Además, denunció que los demás partidos permiten los actos de violencia contra Vox, por lo que reclamó que condenaran esos actos.