Si el Covid-19 impone una campaña electoral diferente, también habrá de ser distinta la jornada de votación. Y el ejemplo de Corea es un caso a seguir.

En abril, en plena crisis sanitaria, se celebraron elecciones legislativas en este país asiático, entre estrictas medidas de precaución.Hubo dos jornadas de votación diferentes para evitar las multitudes y se habilitaron centros especiales para que pudieran ejercer su derecho los ciudadanos en cuarentena, que eran unos sesenta mil y que acudieron a votar escoltados por funcionarios gubernamentales.

En la entrada del colegio electoral todos debían tomarse la temperatura y sólo podía pasar aquellos votantes que llevan mascarilla. En la fila había que guardar un metro de distancia, desinfectarse las manos y ponerse guantes antes de ir a la cabina para escoger la papeleta que después se depositaba en la urna.

En el caso de que alguno superase los 37,5 grados, se le llevaba a una cabina especial, que se desinfectaba inmediatamente después.

Cuando se celebraron las elecciones, en Corea ya había más de 10.540 infectados y 217 muertos. La campaña, sin grandes mítines ni concentraciones, giró en torno a la gestión de la pandemia.

La contención de la pandemia dio un gran un impulso al presidente Moon, que ganó los comicios.