La población reclusa cayó en picado en la última década. La apertura de nuevas cárceles, el descenso de la tasa de delincuencia por la mejora de la situación económica y la apuesta de Instituciones Penitenciarias por fomentar el régimen de semilibertad ha dejado las estadísticas de presos en los penales de todo el país en mínimos históricos. Lejos quedan los años de sobresaturación en las prisiones gallegas, en especial en A Lama (Pontevedra) y Teixeiro (A Coruña), que llegaron a sobrepasar los 5.000 internos al cierre de 2008. Galicia cerró 2019 con un total de 3.188 condenados entre rejas, un 35% menos que hace diez años -12 puntos por encima de la media nacional (23%)- y un 15% menos que hace un lustro -cinco puntos más que el descenso experimentado en el conjunto del país-. Estos datos convierten las prisiones galegas en las segundas de España donde más se ha reducido la población reclusa. Si se tiene en cuanta la última década, Castilla y León lidera la tabla, con un desplome de casi el 47%. En la evolución de los últimos cinco años, Asturias se coloca a la cabeza, con una caída del 15,2%, según datos de la Secretaría General de Instituciones Penitenciarias.

Entre 1995 y 2009, las cárceles españolas empezaron una tendencia al alza que provocó una congestión de los penales de prácticamente todo el país. Pero desde hace diez años, comenzaron a descongestionarse las prisiones españolas, con especial incidencia en los centros de A Lama y Teixeiro, que llegaron a duplicar su capacidad. De los casi 5.200 presos que había en Galicia en agosto de 2009 -cuando la población penitenciaria alcanzó su punto más alto en las cárceles de la comunidad- se pasó en diciembre de 2019 a 3.188, una cifra que se mantiene prácticamente inalterable a cierre del mes de febrero (3.190), según los últimos datos disponibles de Instituciones Penitenciarias.