"No voy a pedir un préstamo para pagar el impuesto por heredar un piso". Es la frase que más se repite en las notarías gallegas cada vez que un heredero renuncia a los bienes que les dejan sus tíos, primos, hermanos o amigos. Un ejemplo basta para conocer la gravosa factura que deja una herencia de familiares lejanos. Por un piso valorado en 150.000 euros, un hijo no tendrá que rendir cuenta alguna con el fisco. El impuesto de Sucesiones para este contribuyente en Galicia es cero. Pero si este mismo testamento procede de un tío, el heredero se lo pensará dos veces antes de dar el sí quiero. Al menos 32.400 euros es la cantidad que sale a pagar al sobrino elegido para hacerse con esa vivienda. Eso siempre y cuando su patrimonio personal sea inferior a 402.678 euros. De superar esa cifra, el coeficiente multiplicador se eleva y, en consecuencia, la carga tributaria también. Con este mismo, ejemplo: si el tío/a testa a favor de dos sobrinos, cada uno debería hacer frente a una cuota en el impuesto de Sucesiones de casi 11.500 euros. A esta cantidad hay que añadir el correspondiente pago del impuesto de plusvalía municipal.