¿Puede un punto decidir el destino de un niño? No se trata de notas, pero también tiene que ver con el ámbito académico. Mientras diez autonomías suprimen el punto que pueden otorgar los centros educativos en su baremo de admisión por el hecho de ser hijo de exalumno en aras de promover la igualdad, Galicia se queda en el otro lado y mantiene en su normativa la posibilidad de que los colegios puedan, si lo desean, incluir esta opción dentro de los criterios complementarios.
De hecho, la Xunta no tiene la previsión por ahora de modificar una normativa que incluso fue avalada, alegan, por el Tribunal Superior de Xustiza de Galicia, que en 2014 desestimó, a través de dos sentencias, los recursos formulados por dos organizaciones sindicales frente al decreto 254/2012 y en concreto en lo relativo al criterio complementario.
La Consellería de Educación explica que la posibilidad de otorgar un punto por algún criterio complementario, que puede ser ese u otro, está en manos de los centros (y participa el consello escolar), y no estipulada por el Ejecutivo, y además no existe "garantía de obtener plaza" por aplicarlo o por cumplir solo alguno de los criterios. "Será la puntuación total la que determine la orden de la prelación", sostienen.
Entre los padres hay división de opiniones: los progenitores de la enseñanza pública, que dicen no verlo implementado en su entorno, creen que dar un punto por que un papá estudió en el centro carece de utilidad pedagógica e instan a priorizar criterios ya salvaguardados por la norma, como la proximidad al hogar del menor para que mantenga su grupo de amigos dentro y fuera del "cole". En cambio, desde las asociaciones de la concertada defienden la autonomía de los centros para fijar los criterios que consideren y no ven "connotación negativa" a que se valore.
Fernando Lacaci, presidente de la Confederación Anpas Galegas, de la pública, no ve razón pedagógica para el criterio de hijo de exalumno y cree que obedece a una cuestión "económica" y a "intentar consolidar una posición de diferencia en centros privados" de "especial elitismo". "El colegio debe ser el centro de una vida real y quien debe tener preferencia para estar en él son quienes vivan en sus alrededores. Ese debe ser el criterio fundamental", sostiene. De hecho, cuestiona que se valore la cercanía a puestos de trabajo en aras de la conciliación, dado que "tienen muy poco en cuenta que el niño necesita salir del colegio y estar en el mismo grupo social".
Bertila Fernández, de la Federación Olívica de Asociaciones de Anpas, dice no conocer casos en la pública con ese criterio y eso les parece "bien". Lo que importa, defiende, es que la escuela pública respete la "universalidad y las necesidades específicas" y priorizar la proximidad. "Los niños deben estar en un contorno vecinal con amigos y compañeros de su entorno, para que puedan interactuar", señala. No obstante, apela a valorar además la conciliación.
También lo hace Rogelio Carballo, presidente de Confapa Galicia, de la pública, entidad a la que no le parece bien el criterio, pero tampoco el que se valore ser pariente (que no hijo) de un docente. "Lo más relevante debe ser la proximidad, en residencia y en términos laborales", apunta, pero indica que la ley protege bien este aspecto y que la caída de la natalidad evita problemas de capacidad que sí ocurrían años atrás.
María José Mansilla, presidenta de la Confederación Católica Gallega de APAS de centros concertados, señala que no perciben "ningún tipo de connotación negativa" en su aplicación. "¿Que a lo mejor la proximidad puede ser mejor opción? Pues sí, ¿por qué no? Pero se le dio ese margen de acción a los centros. Defendamos su autonomía", alega, "e intentemos mejorar la opción que se toma a a través de los medios que tenemos en el centro más que con imposiciones".
