El Consello de la Xunta dio ayer luz verde al proyecto de Lei de Residuos e Solos Contaminados, con lo cual en los próximos días se remitirá al Parlamento para su tramitación final. La idea es que se apruebe en el primer trimestre de 2020, lo que supondrá, con carácter inmediato, la entrada en vigor ya en la próxima primavera de algunos preceptos que afectan al día a día de los ciudadanos. Como que se prohibirá la venta de vajilla de plástico de un solo uso y que los restaurantes tendrán la obligación de ofrecer a sus clientes las sobras de la comida, pero en recipientes que estén compuestos con un 50% de material biodegradable.

El Gobierno gallego también aprobó la Estrategia de Economía Circular, con lo que Galicia aspira a situarse "a la cabeza" de las regiones europeas en adaptarse legalmente a la directiva europea sobre plásticos y convertirse en referente en la lucha contra este material y el desperdicio alimentario, para lo que se obligará a los restaurantes a ofrecer siempre las sobras y además en un táper que no sea de plástico. El cliente decidirá, en todo caso, si quiere llevarse o no lo restos a casa.

Si bien la normativa europea ya prohibirá la venta de bolsas en 2020, lo que ha hecho la Xunta es adelantar un año el veto a los platos, vasos, fuentes, bandejas y cubertería de plástico de un solo uso. Sus meses en las estanterías de las tiendas están contados.

De explicar el alcance de la futura ley se encargaron el presidente del Ejecutivo, Alberto Núñez Feijóo, y la conselleira de Medio Ambiente, Ángeles Vázquez. La norma es una apuesta por la reutilización y reparación de aquellos materiales que se convierten en residuos, con el fin de darles una segunda oportunidad a través de la reparación. Pero también pretende convertirse en una barrera contra la contaminación, creando nuevas tipificaciones y elevando para ello hasta el 1,75 millones la sanción máxima a las empresas que no realicen los tratamientos adecuados de los residuos que generen cuando estos sean peligrosos.

Por primera vez, se fijan objetivos y medidas para incrementar progresivamente los residuos domésticos y comerciales destinados a la reutilización y al reciclaje de las fracciones de papel, metales, vidrio, plástico, biorresiduos y otros susceptibles de ser preparados para la reutilización. En su conjunto, deberán lograr un mínimo de un 55% en peso para 2025.

Este hito también se alcanzará con la puesta en marcha de centros especializados en la preparación para la reutilización de residuos, en especial de los residuos de aparatos eléctricos y electrónicos, textiles y muebles -fracción que debe representar un 5% del global de residuos con este destino en 2025-; y con la puesta en marcha de medidas que fomenten el mercado del reciclaje.

Precisamente, una de las novedades que hay en el texto son los programas de compostaje doméstico y comunitario, que se regularán por primera vez de forma específica.

Otra más -que exigirá a la sociedad a nuevos hábitos- es la instauración, por parte de los ayuntamientos, de la recogida separada de los biorresiduos a finales de 2023 y de los residuos textiles y peligrosos de origen doméstico un año después, que serán tratados en tres nuevas plantas específicas para las que se prevé una inversión de 25 millones de euros.

En esta senda verde, la Xunta también asumirá nuevas obligaciones y hábitos, apostando por fomentar la contratación pública ecológica, incentivando el uso prioritario de material de oficina de origen reciclado, la instauración de fuentes de agua potable de consumo de agua en detrimento de las botellas de plástico, incentiva el uso de áridos reciclados en la construcción de infraestructuras o el empleo de suelos artificiales para los equipamientos infantiles que reforme o construya la Xunta.